ALEMANIA PREPARA LA REFORMA FEDERAL
Los länder perderán poder de veto en Berlín, pero recuperarán competencias. Después de años de preparativos y de fracasar en el último intento, a finales del 2004, Alemania ultima lo que será la mayor reforma de su Constitución desde su aprobación en 1949. La reforma debe entrar en vigor en el 2007. Las regiones perderán poder de influencia en Berlín, pero recuperarán competencias.
Informe de MARC BASSETS Corresponsal en Berlín de “La Vanguardia”, del 27/02/2006
Por su interés y relevancia he seleccionado el
informe que sigue para incluirlo en este sitio web.
Alemania prepara la mayor reforma del federalismo desde que al terminar la
Segunda Guerra Mundial los aliados occidentales impusieran este sistema como
antídoto al centralismo nacionalista del Tercer Reich. Después de dos años y
medio de accidentadas negociaciones, las Cámaras alta y baja alemanas examinarán
el próximo 10 de marzo la reforma de unos cuarenta artículos de la ley
fundamental, la Constitución federal aprobada en 1949.
Con la reforma, los estados federados o länder perderán influencia en Berlín,
pero recuperarán competencias en políticas clave como la educación. Las
negociaciones entre los länder y el Estado federal deben terminar el próximo
otoño para que así los cambios entren en vigor el 1 de enero del 2007. La
reforma es fruto de un pacto alcanzado hace unos días entre la Unión
Democristiana/ Unión Socialcristiana (CDU/ CSU) y el Partido Socialdemócrata
Alemán (SPD), socios en la gran coalición de la canciller Angela Merkel.
"Es un gran éxito y una prueba de la capacidad de la gran coalición para hacer
reformas", manifestó Peter Struck, el influyente jefe del grupo parlamentario
socialdemócrata.
"El acuerdo -apuntó el presidente del próspero Baden-Württemberg, el
democristiano Günther Oettinger- es una señal para que haya más competencia
entre los länder, más subsidiaridad y más capacidad de maniobra en Alemania". El
objetivo de la reforma es agilizar el proceso de toma de decisiones y aclarar a
qué administración corresponde cada competencia.
El federalismo alemán, considerado durante años como un modelo para muchos
países europeos, entre ellos España, se ha convertido en un sistema opaco que ha
acabado convirtiéndose en fuente de inmovilismo y de bloqueos.
La Constitución de 1949 creó, junto al Bundestag (el Parlamento federal), el
Bundesrat, la Cámara donde están representados los gobiernos de los 16 länder,
una especie de contrapoder que permitía a los barones regionales participar
directamente en las decisiones de la política federal.
En los años fundacionales de la República Federal Alemana, el Bundesrat apenas
podía opinar respecto a una de cada diez leyes federales. Con el tiempo, sin
embargo, a medida que los länder cedieron competencias, ganaron capacidad de
controlar estas competencias en Bonn, entonces la capital del Estado.
Actualmente, la Cámara de las regiones puede vetar cerca del 60% de las leyes
aprobadas en Berlín. El resultado es que el Gobierno alemán no puede adoptar
ninguna decisión de calado si no cuenta con el visto bueno de los barones
regionales.
Cuando la oposición controla el Bundesrat, este país es casi ingobernable. Así
sucedió en los últimos años, durante la segunda legislatura del canciller
socialdemócrata Gerhard Schröder, cuyas reformas fueron torpedeadas -o, en el
mejor de lo casos, aguadas- de manera sistemática por la oposición de la CDU/
CSU. Antes, en los años noventa, el canciller democristiano Helmut Kohl había
sufrido el bloqueo de un Bundesrat controlado por el SPD.
Con la reforma, el número de leyes que los länder pueden vetar en el Bundesrat
pasará del 60% actual a cerca del 40%. A cambio, las regiones obtendrán más
competencias y mayor margen de maniobra para desarrollar sus políticas propias.
En materia de educación, por ejemplo, lo que según los más críticos acentuará
las diferencias entre los länder ricos y pobres. También en ámbitos como los
horarios comerciales, el derecho de reunión, la remuneración de los funcionarios
o las prisiones.
En realidad, la reforma representa más una suma de ajustes que una
transformación radical del federalismo alemán. "El carácter del Estado no
cambiará, ni en el sentido de un Estado centralista ni en el sentido de una
conferederación en vez de una federación", constata el editorialista Georg Paul
Hefty en el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung."Para los
ciudadanos, cambiará poca cosa", añade.
Otros, como el comentarista del diario de centroizquierda Süddeutsche Zeitung
Joachim Käppner, juzgan que el precio por quitar poder a los barones regionales
en el Bundesrat "es alto". "Como compensación, los estados federados recibirán
tantas competencias que una amplia parte de la Administración pública corre el
riesgo de ser todavía más lenta y burocrática que nunca", añade Käppner. Yel
analista político remacha: "En el futuro, mientras Europa se vaya uniendo, los
länder alemanes irán alejándose. Necesitamos más centralismo, no menos".
La gran coalición de democristianos y socialdemócratas propicia la reforma
federal. Enmendar la Constitución requiere la aprobación de dos terceras partes
de Bundestag y del Bundesrat, una mayoría que sólo pueden alcanzar las dos
grandes fuerzas políticas juntas y unidas al pequeño Partido Liberal. Éste ha
arrancado a los dos grandes el compromiso de abordar en el futuro las relaciones
financieras entre la federación y los länder. Una reforma más delicada, porque
puede enfrentar a los länder más ricos, que quieren limitar sus aportaciones a
la caja común, con los menos ricos, necesitados de fondos.