ENTREVISTA A  JOSÉ BONO, EXMINISTRO DE DEFENSA,

 

por Esther Esteban  en “El Mundo” del 09.04.06

 

 

«He querido, sin aspavientos, compatibilizar la coherencia con mis principios y la lealtad al presidente»

 

Ha sido una entrevista complicada y dificil. no tanto por las cuestiones a tratar, sino por las circunstancias excepcionales de la misma: su sonora dimision, que no ha dejado indiferente a nadie. se celebra en toledo, durante hora y media, en un edificio oficial reservado y discreto, a escasos metros de su casa, donde ayer por la mañana el ambiente entre sus colaboradores más cercanos era una mezcla de sorpresa y conmoción. El, por el contrario, se muestra tranquilo y relajado, con la firme convicción de que la decisión mas difícil de su dilatada y fructífera vida pública ha sido un acto de coherencia política y de integridad personal.

José Bono Martínez, el ministro mas popular y con mayor peso político del Gobierno, el político español que tiene en su haber el mejor resultado electoral obtenido por un presidente autonómico en toda la Historia de la democracia, el hombre que cruzó el Tajo asegurando que sería un viaje de ida sin vuelta, ha cumplido su palabra, a costa, eso sí, de tirar la toalla.

Atrás quedan los días de vino y rosas fruto de la bendición de las urnas y en el horizonte aparece un futuro incierto, con la mirada puesta en su profesión de abogado, que él afronta con esperanza. Resulta extraño imaginarle como un ciudadano de a pie, y cuando le preguntas a bocajarro si está dispuesto a aceptar el frío y la soledad de quien pierde de un plumazo la influencia, el poder y la adulación que eso conlleva, reacciona rápido, sin titubeos, dejando entrever clara y meridianamente la diferencia abismal que hay entre ser cesado y dimitir, entre irte y que te echen.

Está, eso sí, un poco más triste y emotivo que de costumbre, pero también completamente seguro de que el suyo ha sido un acto de lealtad con el partido del puño y la rosa. «Le dije al presidente que jamás me iría con un portazo», afirma. Se ha quitado la chaqueta de ministro, pero ni piensa renunciar a sus cargos orgánicos del PSOE, ni considera lo suyo como una inmolación. «Yo no soy de los que miran hacia otro lado», sentencia.

 

PREGUNTA.- Permítame antes de nada confesarle que ésta es una entrevista que no me hubiera gustado hacer, porque la dimisión del ministro mejor valorado del Gobierno y el adiós del político que más mayorías absolutas ha conseguido en este país debe producirse por algo muy grave...

 

RESPUESTA.- La dimisión de un ministro de Defensa puede evocar algo grave o importante, estoy de acuerdo. En mi caso no hay gravedad, sino importancia: la que doy a la vida por encima de la política. Pero no hay que dramatizar: soy el ministro de Defensa número 426 de la Historia. Unos se van y otros vienen.

 

P.- Si usted pidió el relevo hace seis meses y escribió su carta de dimisión hace tres, ¿ha sido el presidente quien ha elegido la fecha, ahora que ha mejorado en las encuestas tras el alto el fuego de ETA?

 

R.- Le dije al presidente que jamás me iría con un portazo y, además, que para irme necesitaba que lo comprendiera él y lo aceptara de buen grado.

 

P.- ¿Lo suyo es un alto grado de lealtad, de coherencia personal o de rechazo al ver que sus tesis y su idea de España no eran compartidas por la mayoría de quienes se sientan en el Consejo de Ministros?

 

R.- He querido, sin aspavientos, compatibilizar la coherencia personal con mis principios y la lealtad al presidente.

 

P.- Una curiosidad. ¿Cuáles son esas razones que usted le pidió al presidente que entendiera antes de aceptar su dimisión?

 

R.- Después de casi 30 años en la primera línea de la política se debiera entender que una persona humana, no divina, quiera poder atender a su familia, estar con sus hijos. En eso soy, modestamente, insustituible y, sin embargo, en el Ministerio siempre habrá sustitutos.

 

P.- Sinceramente, eso de los motivos personales suena a excusa...

 

R.- Yo traslado razones y emociones. A otros corresponde hacer interpretaciones que serán más o menos acertadas.

 

P.- Vamos, que su dimisión no ha sido por una bronca tras otra con Zapatero.

 

R.- ¿Bronca? En absoluto. No ha habido bronca alguna.

 

P.- ¿Su marcha es un punto y aparte o el punto final de su carrera política?

 

R.- Mi dimisión como ministro es un punto de inflexión en mi vida que hoy percibo como definitivo.

 

P.- ¿Está dispuesto a seguir en el comité federal de su partido y siendo el presidente del PSOE de Castilla-La Mancha? Porque resulta muy difícil verle a usted como un simple militante de base....

 

R.- Esos cargos, que nada tienen que ver con la política institucional, los mantendré o no, según lo que digan Barreda y Zapatero. Nunca dejaré la política entendida como ideas y principios, como militancia en el PSOE.

 

P.- ¿Le han llegado o no a ofrecer ser el candidato a la Alcaldía de Madrid, le han sugerido que volviera a Castilla-La Mancha o le han prometido una embajada de las de relumbrón, tal como se ha dicho por ahí?

 

R.- El presidente es muy generoso e incluso me ha ofrecido un abanico más amplio de destinos.

 

P.- Entonces ni cruzará el Tajo en dirección a Toledo ni se batirá con Gallardón, ¿no?

 

R.- En absoluto.

 

P.- De haber sido diputado, ¿usted se hubiera abstenido, hubiese votado no al Estatuto de Cataluña, o finalmente hubiera hecho lo que Guerra y los suyos: aceptar sin rechistar la disciplina de partido?

 

R.- Prefiero que me juzguen por lo que hago o he hecho y no por lo que hubiera podido hacer. Las palabras son cera los hechos son acero. En términos generales, y no referido solamente al Estatut, lo que no hubiera hecho es votar en contra de algo que me produjera importante rechazo y, a continuación, ponerme a silbar mirando hacia otro lado. Es cuestión de carácter.

 

P.- Quién le iba a decir que finalmente iba a ser el Estatuto catalán el que le echara de la política, ¿no?

 

R.- Entré en política en 1969 y es evidente que ni Franco me echó de la política. ¡Como iba a echarme el Estatut! Nadie me ha echado, me he ido por propia voluntad.

 

P.- ¿Que opinión tiene del Estatuto y del papel que Maragall y el tripartito han jugado en este asunto para que sea finalmente CiU quien se lleve el gato al agua?

 

R.- Mi opinión es irrelevante porque ya no soy ministro. Cuando mi criterio podía tener alguna importancia lo manifesté con total claridad y ahí están las hemerotecas. No cambio ni una palabra.

 

P.- ¿Le ha sido tan leal al presidente como para decirle sin tapujos que ese proyecto puede lesionar los principios de igualdad y solidaridad que son la bandera de un partido socialista?

 

R.- A él le he dicho con claridad y con afecto lo que pienso sobre todo lo que me ha solicitado. Por supuesto que hemos hablado del Estatuto y de lo poco que me gustan las derivas soberanistas.A usted le digo que ser claro no significa ser desleal. Más bien es al contrario: ya sabe aquello de «no pudiendo ser profundos seamos confusos». Tengo tanta lealtad al PSOE y al presidente como rechazo político a quienes predican que pagar más impuestos o haber tenido un fuero hace tres siglos otorga más derechos.Eso lo vengo diciendo desde mucho antes de ser ministro.

 

P.- Dígame: ¿ha sido su lealtad a España lo que le ha llevado a tomar tal decisión? Porque es un secreto a voces que algunos de los aspectos de ese texto causaron profunda inquietud en el Ejército...

 

R.- Ya le he dicho todo lo que sobre este asunto quiero decirle.No insista. Al fin y al cabo soy un ex ministro que quiere retirarse de la actividad política y que quiere hacerlo sin causar daños.¿Tengo derecho a ello?

 

P.- ¿Qué es para usted España?

 

R.- Mi nación y mi patria. No soy apátrida. A medida que la vida pasa por mí, me siento cada vez más profundamente español. Siento a España en mi corazón y la llevo hasta en el tuétano mismo de mis huesos. No me da vergüenza decir que me producen emoción la bandera o el himno nacional, porque para mí representan a una nación sin cuya aportación el mundo estaría notablemente incompleto.

 

P.- Sea como fuere, ¿cree que ha sido un buen ministro de Defensa, que ha dejado el Ejército a la altura del siglo XXI?

 

R.- Prefiero que me juzguen los ciudadanos. Las encuestas no han sido desfavorables.

 

P.- Perdone la maldad, pero en voz baja algunos afirman que usted ha hecho una auténtica limpia de altos mandos, cesando a algunos y acallando algunas voces críticas con el Gobierno. ¿Es así?

 

R.- No es cierto. Me siento querido en los ejércitos. Desde el principio supe que a los militares les gusta estar bien mandados y eso exige prudencia y conocimiento de la realidad. Respecto de los ceses no creo que tenga una buena información; sólo he arrestado a quienes actuaron como si la Constitución no fuera la ley de todas las leyes.

 

P.- Pues muchos creen que Zapatero ha roto definitivamente el modelo constitucional del 78 que tanta estabilidad ha dado a nuestro país.

 

R.- Lo simpático es que defiendan fanáticamente la Constitución los mismos que la combatieron sin piedad. Ese milagro es mérito de una Constitución tan incluyente que incluso ha acogido a los que la denostaban.

 

P.- En razón de su cargo y condición, y teniendo en cuenta que el CNI aún depende de usted (al menos hasta que el martes le sustituya el ministro Alonso), ¿cree que estamos de verdad ante el fin de ETA, que hay razones para pensar que ésta será la definitiva?

 

R.- Estoy esperanzado y creo tener fundamento para ello.

 

P.- Oiga, ¿es prudente cambiar al director del CNI en estas circunstancias, cuando el Gobierno está en plena fase de comprobación de las intenciones de ETA?

 

R.- No creo que el nuevo ministro vaya por el camino que usted apunta.

 

P.- ¿Qué opinión tiene de Otegi? ¿Puede ser interlocutor del Gobierno quien jamás ha repudiado la lucha armada?

 

R.- Otegi es un tipo que me produce repulsa por su pasado de secuestrador y pistolero del que no se ha arrepentido. No iría con él ni a misa.

 

P.- Las víctimas han reclamado memoria, justicia y dignidad.¿Qué papel deben jugar en este proceso?

 

R.- Los muertos exigen toda la dignidad y toda la justicia. Algunos vivos deberían no usar a los muertos en su provecho.

 

P.- ¿Esto debe acabar con vencedores y vencidos, como dice el Defensor del Pueblo?

 

R.- Espero que gane España y pierdan los criminales.

 

P.- ¿El final de ETA puede entenderse sin el consenso de los dos grandes partidos? ¿Zapatero y Rajoy tienen el deber de ir de la mano en este asunto, tal como les reclaman los ciudadanos?

 

R.- PSOE y PP deberían estar juntos en muchos sitios. Los españoles no entenderían que la política de partido sea más importante que la política de Estado en la lucha contra los terroristas.

 

P.- Pues de entrada Rajoy ha dicho alto y claro que no se fía del nuevo ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y eso puede ser un serio inconveniente, ¿no?

 

R.- No es el recibimiento más cortés que puede hacerse a un ministro del Interior, pero en el fondo lo que ocurre es que a Rubalcaba le temen como a una vara verde. Espero y deseo que mejoren las relaciones.

 

P.- ¿Y a usted qué le pareció que el fiscal general, el mismo día en que se anunció el alto el fuego, dijera que el Ministerio Público debería tener en cuenta las nuevas circunstancias?

 

R.- Me pareció un comentario de café más que una reflexión de un representante de la ley y del principio de legalidad. Pero la verdad es que luego aclaró lo que parecía un malentendido.

 

P.- ¿Es partidario de que se siga aplicando la Ley de Partidos o habría que hacer la vista gorda aunque Batasuna siga convocando actos para poner en jaque a las instituciones?

 

R.- Soy partidario de que se cumpla la ley en toda circunstancia.La ley no admite treguas ni atajos.

 

P.- Algunos piensan que con Alonso controlando el CNI, Rubalcaba en Interior y usted fuera de juego, los nacionalistas tienen motivos para estar contentos.

 

R.- Ciertamente yo no soy nacionalista pero, aunque le sorprenda, tengo amigos nacionalistas a quienes valoro y aprecio mucho.Josu Jon Imaz es uno de ellos.

 

P.- Pues tanto en el PNV como en EA se han alegrado mucho de su marcha.

 

R.- Les respeto. Es evidente que yo no soy un aliado de las pretensiones soberanistas de algunos de ellos.

 

P.- ¿El binomio paz por presos es factible en estos momentos? ¿Sería partidario de acercar a los presos etarras a cárceles del País Vasco y, llegado el caso, que se dieran indultos puntuales?

 

R.- A partir de ahora me enteraré de lo que pase por los periódicos.No tiene sentido que le diga lo que pienso, porque es tan modesto como irrelevante. Ya no soy ministro.

 

P.- ¡La verdad es que Zapatero es un tipo con suerte! Usted se va, Paco Vázquez está en Roma y a Rodríguez Ibarra le ha fallado el corazón. ¿La crítica ha sido fulminada en el seno del PSOE? Porque desaparecen todas las voces discrepantes...

 

R.- Zapatero es un presidente que, ante mí, ha crecido en humanidad y respeto.

 

P.- Dígame: ¿cuántas veces se ha tenido que tapar la nariz y morderse la lengua ante decisiones de su Gobierno? ¿Cuántas veces ha pensado que para este viaje no hacia falta alforjas?

 

R.- Siempre llevo alforjas, sea cual sea el viaje: si hay merienda la guardo en las alforjas y si no hay nada que guardar en ellas, las uso como abrigo.

 

P.- Resulta difícil imaginarle sin poder. ¿Qué hará cuando deje de sonar el teléfono y su agenda esté vacía? Algunos auguran que se abrirá las venas.

 

R.- No exagere. Viviré más feliz porque mis hijos se han comprometido a ayudarme y estoy seguro de que lo van a hacer.

 

P.- ¿Tiene intención de ejercer la abogacía, o aceptará alguna de las suculentas ofertas que le han hecho empresas privadas?

 

R.- Por el momento voy a descansar un poco. Luego espero ganarme la vida como cualquier profesional de la abogacía.

 

P.- Por último, dígame. ¿Ha sido finalmente ese capitán que se ha inmolado aunque no haya tenido 50 diputados socialistas dispuestos a seguirle?

 

R.- No. Gracias a Dios estoy vivo, tengo el carné de mi partido en el bolsillo, no me falta el afecto de mi presidente y la gente me saluda en la calle como si fuera de su familia ¿Qué más puedo pedir? Sólo se me ocurre pedir salud y desear salud a todos los que hayan tenido la paciencia de leer esta entrevista y a los que no la hayan leído, por supuesto, también.