EMPIEZA OTRO EPISODIO
Artículo de Xavier Bru de Sala
en “La Vanguardia” del 05/02/2005
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un muy breve comentario al final:
FANTASMAS: ¿HUERFANOS O ADOPTADOS? (L. B.-B., 08-2-05, 20:30)
Maragall afirmó que sin Catalunya no existiría Euskadi. Y
viceversa, y sin ambas tal vez ni Portugal. El secular afán expansivo y
asimilacionista del centro sobre las periferias peninsulares habría concluido
mucho antes, con victoria del centro como en Francia, si la situación de
partida no hubiera contado con tanta diversidad de inquilinos.
Comerse a tres es más costoso que zamparse a uno solo,
máxime cuando Castilla, o Madrid, su sucesor, jamás han sabido presentar y
liderar un proyecto de modernidad al que adherirse, verbigracia la Revolución
Francesa. Al revés, España fue contrarreforma, cien mil hijos de San Luis,
legión Cóndor. Ahora es otra cosa, claro, pero jamás ha reconocido aquello que
también fue, gracias a qué fuerzas retrógradas, a la ayuda de qué barbarie
europea debe buena parte de su ser.
España, sus dirigentes, sus artistas, sus intelectuales, no han
pasado cuentas con sus ancestros. Que el nombre de Franco forma parte del
terceto que empieza por Hitler y acaba por Mussolini es cierto en todo el mundo
menos aquí. Sin purga y vergüenza -ni siquiera por las limpiezas étnicas de
moriscos y judíos- los fantasmas oscuros del pasado siguen ahí, merodeando en
el imaginario colectivo, invocados de paso, queriendo o sin querer.
Por mucha democracia superpuesta con que se cubra, la parte del
pasado no rechazada sigue viva en la historia de cualquier pueblo, empezando
por el lenguaje y las cargas que arrastra.
Constituye, cierto es, una agradable novedad que todos los argumentos
utilizados el martes en contra o a favor del plan Ibarretxe tengan marchamo
democrático, sin amenazas ni alusiones al recurso de la fuerza. España se
parece hoy más que ayer a Canadá, por citar un país avanzado y líder en
resolución civilizada de sus tensiones.
Sin embargo, persiste el terrorismo. Sin embargo, una
arquitectura mental menos civilizada sigue conformando estados de ánimo que
tienen mucho más que ver con la España eterna, periclitada en la realidad pero
presente como tropa de fantasmas, que con Canadá. Y ése es precisamente el
peligro para su continuidad histórica.
Lo imaginario, simbólico y emocional que se presenta como
cemento aglutinador desde el centro provoca rechazo hasta la náusea en lo
periférico todavía no asimilado. No son los argumentos, insisto, de indudable,
si bien importada, matriz democrática, sino el tono, la resolución imperativa
de fondo, esos jamases tan solemnes como los del Escorial. Tras el "me
gusta hablar de España", están Colón y Ramón y Cajal, pero más laten ahí
los Tercios, la Nueva Planta, Franco. Así será mientras no sean anatemizados.
No estaría completo el esbozo del panorama sin añadir la persistencia de los
nacionalismos, tan inflexible el vasco y tan dúctil el catalán, por lo menos en
apariencia. ¿Son un factor de modernidad? Tal vez en parte no, pero sí ponen a
prueba una vez más la capacidad española de encauzar sus tensiones en positivo.
¿Funcionará esta vez o acabarán ganando las frustraciones y las
incomprensiones? No está nada claro. Por una parte, la predisposición o
conciencia de la necesidad de nuevos pactos y acomodos es bastante inferior a
la de la transición. La crispación política puede subir en cualquier momento;
en todo caso, el acompañamiento mediático presionará para que así sea. Para las
arcas del Estado, éste es el peor momento de las últimas legislaturas para
paliar de modo sustancial el déficit fiscal catalán.
El doble derrumbe de la posición española, alzada con tanto
esfuerzo en Europa y el mundo atlántico, es de un calibre mayúsculo y no sienta
el mejor de los precedentes. En fin, que los nacionalismos no van a conformarse
esta vez con unas condiciones en las que el neocentralismo, superpuesto a las
autonomías, siga ejerciendo de juez y parte.
Según las reglas del juego democrático, al final deciden los votos. En este
sentido, Catalunya debería ir más allá del bilateralismo vasco, operar bastante
más en términos de centro-periferia que de Catalunya-España.
El peso demográfico está junto al mar, no ya en el centro. Por lo
que una parte importante, si no sustancial, de este otro episodio histórico que
acaba de empezar, va a dirimirse según la capacidad que tengamos los catalanes
de conjuntar intereses y concertar alianzas con las autonomías periféricas no
históricas. Algo se cuece en este sentido, pero sin publicidad la fuerza es
menor.
Se observa, si puede llamarse conclusión a un cúmulo de interrogantes, bastante
incertidumbre en derredor. Si lo imprevisto es el primer motor de la historia,
para bien y para mal, en todas las circunstancias y épocas, lo mejor que
podemos hacer es aferrarnos al volante de los intereses e ir con cuidado en las
curvas.
Dar media vuelta o echar el freno de mano es ya imposible.
Hay terreno por delante, pero es escabroso. El equipaje histórico es un lastre.
Europa, con su horror a que la sangre se acerque al río, el mejor marco entre
los posibles. Los ánimos cobran fuerza.
MUY BREVE COMENTARIO:
FANTASMAS: ¿HUERFANOS O ADOPTADOS? (L. B.-B., 08-2-05, 20:30)
No quisiera que este comentario se interpretara como una crítica
personal a Bru, pues es un articulista con el que, por su inteligencia, es
posible dialogar. No obstante, discrepo en cosas significativas con sus
opiniones, que de algún modo reflejan las de una cierta capa media social
catalana. Así que tomen este artículo como una crítica a algunas de las
actitudes que Bru incorpora a su artículo, con veracidad, como propias de
sectores de la sociedad catalana.
Hace años, antes de morir,
Ferrater Mora comentaba que en Cataluña había mucha gente "muy cargada de
puñetas", lo cual es en parte resultado de la historia, y en parte de una
cierta psicosis cultivada por algunos intelectuales y políticos del país.
El caso es que aquí, en Cataluña, no se ha hecho una crítica
histórica de los fantasmas propios, y se han adoptado los ajenos, que ya son
huérfanos en el resto de España. ¿Qué pensarían estos
angélicos victimistas catalanes si el resto de los españoles comenzaran a
culparles de las barbaridades de la FAI ---¿cuántas víctimas produjo la FAI en
la historia contemporánea española y catalana? ¿Cuántos políticos
asesinados?---, de las checas de la guerra civil, de los golpes contra la
legalidad de Maciá o la Esquerra?
Algunos, hoy, después de casi treinta años de democracia, quieren
abrir las cicatrices del pasado y exigir cuentas y peticiones de perdón a
"España", cuando la reconciliación soldó la fractura y las heridas de
la guerra civil.
Y no tendría nada de extraño que esos que quieren pedir cuentas a
los que consideran del otro bando, en algunos casos, quieran hacerse perdonar
posicionamientos anteriores, o el haberse arrimado siempre al ganador, o haber
estado haciendo "pelas" en la "botiga". Así que ahora,
algunos, intentan adoptar los fantasmas del otro bando para utilizarlos como
referentes de odio en provecho propio.
No quisiera abundar más en esto, pues resulta indignante que
algunos intenten reabrir las heridas con fantasmas del pasado que ya nadie más
que ellos recrea. Los que tuvimos la desgracia ---¿o
suerte?--- de tener familiares muertos y represaliados en ambos bandos, nunca
hemos oído en nuestra familia más que palabras de dignidad, respeto y amor,
junto con el deseo de que no se vuelva a las andadas. Así que recuerden,
nuestra historia, como la de los demás países ---incluido Canadá y los
civilizados países europeos--- está llena de errores y
odios mutuos que es preciso superar para construir un país decente. Culpables
ha habido en todas partes.