LA MAYORÍA SILENCIOSA, PUTEADA Y PERPLEJA

 

 Artículo de Antonio Cabrera en “El Cortijo Digital” del 26-1-05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

No estuve en la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo. El asesinato de un familiar muy querido a manos de otro canalla -Altzheimer se llama- tan brutal y despiadado como los asesinos de ETA, impidió mi asistencia. Desde aquí mi apoyo y mi solidaridad incondicional, ahora más que nunca, con todas las víctimas del terror, con la manifestación de la AVT, con sus planteamientos y con su clamor exigiendo “Memoria, dignidad y Justicia con las víctimas del terrorismo”.

La convocatoria reunió alrededor de cincuenta mil personas. Todo un éxito, pese al muy escaso eco publicitario y a los esfuerzos del Gobierno y del PSOE por ignorarla. La creciente posibilidad de diálogo con ETA, convirtiendo a sus víctimas en moneda de cambio, y la certeza de la excarcelación de asesinos con miles de años de condena a sus espaldas fueron suficientes para movilizar masivamente a los ciudadanos. Ante esa realidad, el Gobierno y su partido han querido hacer trampa, aprovechando que la verdad ya no es sino una estadística sujeta a las leyes de mercado, que se mide en crónicas, titulares o fotografías de portada. Por eso, en el mejor de los casos, es tan poliédrica. En otras ocasiones -la mayoría- resignados la vemos siempre con las mismas caras. O sea, la que muestran la camarada Cafarell -la que impunemente anunció el principio del fin de la televisión de partido- PRISA y la SER.

No tiene justificación que se agreda a ningún manifestante, sea ministro o boticario. Pero la hipérbole, tan del gusto del ministro de Defensa, debería usarla con más tacto. No es lo mismo un abucheo que una agresión, pese a que el estilo demagógico-florido de Bono -y su alto concepto de sí mismo- tienda a identificarlos. En cualquier caso es lamentable. Pero es mucho más grave que desde el Gobierno se instrumentalice lo sucedido; que se acuse a la “mano oculta del PP” de la planificación de los incidentes; que la repulsa generalizada de los ciudadanos frente al chalaneo político y a la excarcelación de etarras, se descalifique tachándoles de fanáticos y extremistas; que los forcejeos y empujones entre algunos manifestantes y la “cápsula” de seguridad del ministro, se muestren como un atentado a su integridad física; que la anécdota, en fin, suplante desvergonzadamente a la categoría.

Por ello es profundamente injusto que el esfuerzo de los organizadores, el infinito dolor y sufrimiento acumulado en treinta años por las víctimas del terrorismo y sus familiares -que con su sangre y sacrificio han contribuido a la libertad de todos y a que sea posible la democracia en España- sean ninguneados, y lo que es peor, manipulados y escarnecidos por el Gobierno socialista y sus comparsas. El terrorismo es un monstruo de mil cabezas. Entre las víctimas no hay castas. Da igual que los verdugos sean terroristas islámicos o etarras, aunque desde el partido del Gobierno se haya conseguido sectariamente encasillarlas, auspiciando y potenciando a unas asociaciones de víctimas sobre otras. Como es tremendamente injusto, por arbitrario y discriminatorio, el diferente trato y apoyo institucional que se ha dispensado a la asociación de victimas del 11-M en detrimento de la de víctimas del terrorismo por parte del Rey, Rodríguez Zapatero o Peces Barba.

La extrema derecha no ocupó la calle para increpar a Bono y al Gobierno socialista. Rosa Díaz y Gotzone Mora fueron aplaudidas y vitoreadas por la multitud. Como Esperanza Aguirre o Ángel Acebes. Fue la mayoría silenciosa -puteada y perpleja- quien salió a la calle, cada vez más decidida a dejar de serlo. El 20 de febrero puede haber otra pitada.