LOS MISMOS SÍNTOMAS, IDÉNTICA ENFERMEDAD

 

Artículo de Jesús Cacho  en “El Confidencial.com” del 01 de febrero de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Las distintas tribus del Partido Popular acudieron el miércoles al campus de la Rey Juan Carlos en Getafe como las hermandades sevillanas acuden en mayo al Rocío, dispuestas a celebrar el milagro de la reconciliación o tal vez a presenciar embelesadas el descenso de Moisés Rato de la montaña, la zarza cainita ardiendo en lo alto, con las tablas de la sensatez y la concordia en la mano. Como ocurre en toda época de desastres naturales, la gente del común está dispuesta a creer cualquier cosa, por disparatada que sea, con tal de que le aporte un rayo de esperanza entre tanta tiniebla. Hasta que Rodrigo Rato abandone su cómodo estatus actual, con un jugoso estipendio de entre 4 y 5 millones de euros anuales entre Lazard, Caixa y Santander, para meterse en el avispero de Génova a recibir hostias por doquier y a que le amarguen la vida con historias viejas del Grupo de Empresas Rato que arruinó su hermano Ramón y las Aguas de Fuensanta que rescató Botín.

Ningún dato para la esperanza. Ni siquiera un IPC que es reflejo del miedo al futuro que atenaza el consumo de las familias. En un entorno económico desastroso, y con un Gobierno incapaz de generar alguna certidumbre, las gentes miran a la derecha y se encuentran a un PP en proceso de descomposición por culpa de una de esas guerras civiles que tan bien conocen los españoles, con un señor en la calle Génova, 56 años, registrador de la propiedad, para el que existen dos clases de problemas: los que no tienen solución, y los que se arreglan con el tiempo. En el caldo de cultivo de ese laissez faire, y ante la certidumbre de que la tormenta que en septiembre de 2003 engendró el dedazo de Aznar terminará por estallar en mil pedazos si los resultados de la triple cita electoral en ciernes no acompañan, los halcones del partido se han enzarzado en feroz lucha dispuestos a ocupar el vació de poder (“La generosidad que supone abandono de poder, ni es rentable ni se debe esperar que sea agradecida”, que dijo el gran Maquiavelo) que la aparente abulia del señor registrador produce en la cúpula del partido. Gallardón contra Aguirre y viceversa.

Como se ha dicho tantas veces, estamos en una crisis económica y social de dimensión desconocida para cualquier español vivo, que, por encima de otras consideraciones, no es sino una manifestación más de la gravísima crisis –que algunos llaman constitucional- del Sistema político salido de la transición, la crisis -¿terminal?- de una democracia de baja calidad sacrificada en el altar del utilitarismo de una clase política que, interesada solo en el usufructo del poder por turnos, se ha negado, con la complicidad del Monarca en la cúspide de la tarta, a introducir cualquier reforma constitucional de fondo que pudiera poner en peligro su estatus. Se ha negado a regenerar la democracia, renunciando de paso a esos valores éticos que, en opinión del Nobel James M. Buchanan, “resultan indispensables para lograr un mayor progreso económico”. Conviene enfatizar hoy más que nunca la degradación de nuestro sistema de libertades, a la luz del paralelo proceso de descomposición que, en lo que va de año, se está produciendo en los dos pilares sobre los que teóricamente se asienta la salud de una democracia: una Justicia independiente y una prensa libre. Los mismos síntomas, idéntica enfermedad.

Dejando de lado la Justicia y su inagotable capacidad para obsequiarnos todas las semanas con episodios reveladores de la extrema policitación que padece, lo más llamativo del mes de enero en curso tiene que ver con el definitivo destape protagonizado por los grandes grupos de comunicación hispanos, que han entrado en la guerra civil del Partido Popular cual elefante en cacharrería, poniendo en evidencia las malas prácticas de alineamiento y sumisión con los poderes políticos y económico-financieros que avala una trayectoria de décadas. El País con Gallardón, como tropa de élite capaz de llevar al alcalde de Madrid a la dirección del PP y a la presidencia del Gobierno, por un lado, y El Mundo por otro, dispuesto a que ese candidato no sea otro que Esperanza Aguirre. Dispuestos ambos medios a salvarse incluso de la quiebra si la respectiva jugada sale bien y logran llevar en volandas a su candidato respectivo hasta la victoria. La ficción de un cuarto poder independiente ha saltado por los aires, como una muestra más de la descomposición del Sistema. Demasiados años compartiendo cama con empresarios y políticos a la par; mucho tiempo participando en negocios conjuntos –caso evidente en un Grupo Prisa hoy en horas bajas-, como para pretender que situación tan lamentable no terminara por estallar.

Se viene un plan de salvamento para la prensa

La decisión de Prisa de desatar la guerra contra Aguirre ha provocado la inmediata irrupción de Unidad Editorial en la pelea. El País apostando por Gallardón; El Mundo y su aliada, la cadena COPE, haciendo lo propio por Aguirre; el diario Público –o el poder emergente de Mediapro-, seguro de que la carta buena es la de Zapatero, y La Razón resignada, vía Lara y Casals, a permanecer junto al árbol del ahorcado de Génova, mientras ABC intenta superar viejos traumas. Cada oveja, con su pareja. Ahí está la explicación a la deserción galopante de lectores, que no es sino muestra de la paralela falta de credibilidad, y ahí está, como corolario, la crisis financiera que tiene a los distintos grupos al borde de la quiebra. Todos han alabado esta semana la decisión de Monsieur Sarkozi de destinar nada menos que 600 millones de euros en ayudas a la prensa. “J'avais aussi cette désagréable sensation de voir des junkies sortir de chez leur dealer”, escribió Pascal Riché, director de la web Rue89, al ver a los editores salir satisfechos del despacho de Sarko. Los yonquis saliendo de casa del camello. Es obvio que aquí tendremos también un “plan de rescate” para los medios. Inevitable tratándose de un Zapatero que solo vive para la imagen y que, con el dinero de los contribuyentes, podrá tener definitivamente bien cogidos por el ronzal de la pasta a los patronos de la prensa.

Hace muchos años que los grupos de comunicación hispanos dejaron de hacer periodismo a secas, para emplearse a fondo en operaciones de Poder susceptibles de afectar a la cuenta de resultados, haciéndose cómplices así del creciente deterioro del sistema de libertades. Su sometimiento al poder político corre parejo con su admiración por los poderes financieros. Basta con presenciar el júbilo con que, hasta hace unos días, recibía las fazañas financieras de Botín (mientras guardaba silencio con las “cesiones de crédito”, un caso que arrinconó para siempre un derecho constitucional tan relevante como la Acusación Popular). “¿Periodismo y negocios todo junto? Enredo seguro”, que decía Azaña. Todos pendientes, ahora, de ese panal de rica miel que es Telefónica. A Prisa, ahogada por la cabezonería de un Alierta que se ha negado a comprar Digital+ al precio pedido por Cebrián, le va la vida en ello, lo mismo que a Mediapro, necesitada de un socio con músculo suficiente para financiar la aventura de La Sexta con el fútbol, porque, misterio, alguien tendrá alguna vez que pagar las facturas de Roures (¡de dónde saca pa tanto como destaca!). Atentos, pues, a lo que ocurra el 20 de abril, vista del juicio que debe afrontar Alierta por la supuesta “información privilegiada” de su sobrino, un episodio que explica los recientes poderes de que ha sido investido Luis Abril. En la recámara, Javier de Paz, íntimo de Zapatero y del grupo de Roures. Si ese recambio se produjera, el grupo Polanco podría darse definitivamente por muerto. Su última carta consistiría en tratar de llevar a Gallardón a la Moncloa.

Ejemplo de la loca burbuja especulativa que hemos vivido, en el sector se han hecho cosas como pagar 1.100 millones de euros por el grupo Recoletos, o 130 millones por el gratuito Que, dos operaciones que despiden un tufo que apesta. Hoy, la deuda de Unidad Editorial más que dobla el valor de RCS Media Group en la bolsa de Milán. El diario El Mundo está en venta. Misión imposible. A menos que Aguirre lo remedie, con la toma de poder en Caja Madrid. Los unos pendientes del futuro de Gallardón; los otros del de Aguirre, y el PSOE callado como muerto, en secreta explosión de regocijo. Ambos, sin embargo, han quemado muchas naves en esta guerra fratricida, mientras un rumor sordo de indignación empieza a crecer entre las bases populares por los arrabales de Génova: ¡Ya está bien de batallitas personales! Razón de más para que algún saltimbanqui de la prensa (“mi voto por Landelino”) haya decidido desempolvar otras opciones, decretando Congreso Extraordinario del PP cuanto antes para entronizar a Rodrigo Rato, 60 años, un hombre que ya no está para novelas de caballerías, ni siquiera requerido bajo palio, porque lo suyo es hacerse una fortunita, llevarse bien con todo el mundo y cumplir aseadamente con quienes le están haciendo rico.