TODOS LOS MALES DEL MUNDO

Artículo de Jesús Cacho  en “El Confidencial.com” del 18 de octubre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Las niñas de José Luis Rodríguez Zapatero llegaron el viernes al colegio protegidas por 4 coches de escolta, cada una de ellas a bordo de un automóvil diferente, como la Casa Real cuando viaja en helicóptero: el Rey por un lado; la Reina por otro. Vestido negro de una pieza, la mayor. Vaqueros y jersey negro alternativo, la pequeña. Las dos antisistema, pero con 4 coches de policía por escolta. Cosas de las Españas. La locura de un país que ha perdido el norte y se ahoga en un mar de corrupción. Su padre, un héroe de nuestro tiempo que esta semana ha pretendido arreglar el problema de Oriente Medio en día y tres cuartos, se está planteando seriamente mantener la deducción de los 400 euros para las rentas más bajas. Tiene razón. Si vamos a terminar el año con un déficit público de espanto, ¿qué más da hacerlo con el 13% que con el 12% del PIB? Eso es voto que va directo a la urna del PSOE, y quien venga detrás que arree.  

Semana para olvidar, que ha hecho buena de nuevo la frase de
Mefistófeles del Fausto de Goethe: “Todo lo que existe merece perecer”. En la estación término de este atribulado país han coincidido los dos grandes trenes expresos de las crisis en curso: la política y la económica. El cuadro que cabe extraer de tal evidencia quita el hipo. Frente los brotes verdes que parecen crecer en otras latitudes, las señales que estos días ha vuelto a enviar la economía española nos hablan de una recuperación que aún está lejos y que en todo caso será lenta y dolorosa. El Ministerio de la Vivienda publicó el jueves un dato  preocupante: el precio de los pisos bajó en los últimos doce meses apenas un 7,8%, cuando el español menos avisado hubiera esperado una caída no inferior al 30% en las actuales circunstancias. Una mala noticia para un país con más de cuatro millones de parados. Cuanto más lento sea el ajuste en el mercado de la vivienda en términos de precios, más tardará la economía en salir del atolladero, y ello porque a los precios actuales los pisos no encontrarán salida, lo cual prolongará la recesión. Y los pisos no bajan porque nuestro sistema financiero, empeñado en lucir tipo a pesar de las telarañas que empañan los estucados, sigue enmascarando su realidad contable con artimañas sin cuento para evitar tener que reconocer como pérdida gran parte de su cartera inmobiliaria.

Gente tan reputada como AFI sostiene que la morosidad real del sistema está tres puntos por encima de la declarada (4,95% en agosto), enmascarada por la adjudicación masiva de activos enladrillados -que alcanza ya los 30.000 millones-, y la refinanciación, igualmente masiva, de inmobiliarias que en su mayoría no son viables, un tipo de prácticas insostenibles en el tiempo. La liquidez ilimitada que ahora suministra la ventanilla del BCE –que permite pedir dinero prestado al 1% para colocarlo en deuda pública al 4%- tiene fecha de caducidad, lo mismo que la favorable curva de tipos actual, que tenderá a invertirse por necesidades del guión del gigante alemán. ¿Dónde acudir cuando eso ocurra -apenas dentro de unos meses- y a qué precio obtener la financiación necesaria para atender los vencimientos de la deuda?  Moody's sacó el martes de la siesta a unos cuantos al asegurar que nuestro sistema financiero tendrá que efectuar provisiones por importe de 57.000 millones para afrontar unas pérdidas esperadas de 108.000 millones de euros. El deterioro de la calidad de los activos del sector bancario español “no ha alcanzado su punto más elevado”, según la firma, que prevé que “un número significativo” de instituciones registre números rojos en los próximos trimestres. El Banco de España sabe que bancos y cajas están ocultando pérdidas, pero resignadamente parece haber bajado la cabeza limitándose a recomendar prudencia. El año 2010, por eso, puede resultar letal para el sistema financiero.

El Banco de España sabe que bancos y cajas están ocultando pérdidas, pero resignadamente parece haber bajado la cabeza limitándose a recomendar prudencia.


Las sospechas sobre la salud de ese sistema se han generalizado. Llamativo, por no decir escandaloso, el comportamiento de banqueros y cajeros. A pesar de esa fuente inagotable de pasta en que se ha convertido el BCE, el miedo a la falta de liquidez sigue tan vivo que les lleva a financiarse por encima de sus necesidades reales: a lo largo de agosto, el BCE concedió a bancos y cajas nada menos que 74.820 millones de euros netos al día, el 13,1% de todo lo que otorgó el eurosistema. No obstante lo cual, bancos y cajas prefieren devolver diariamente una sexta parte de aquella cantidad -12.345 millones- que no llegan a utilizar, incluso perdiendo tres cuartos de punto en la operación, antes que concederlo en forma de créditos. El resultado es que si en los ocho primeros meses de 2008 el sistema dio créditos a las familias por importe de 33.599 millones de euros, en igual periodo de este año no solo no dio ninguno, sino que retiró de la circulación 4.508 millones. Los bancos no se fían de sus clientes y los clientes hacen lo propio con los bancos.

Todos los indicadores han empeorado


De modo que lo peor está por venir en lo que a cajas y bancos se refiere. Y sin un sistema financiero saneado, capaz de dar crédito en condiciones normales, y con un sector inmobiliario paralizado, no hay forma creíble de hablar de recuperación. Los españoles lo saben o lo intuyen: El IPC de septiembre bajó dos décimas respecto a agosto, colocando la tasa interanual en el -1% (siete meses seguidos en valores negativos), indicio claro de que el consumo sigue por los suelos. Estamos a un paso de la deflación. En contra de algunos signos de alivio aparecidos en agosto, lo cierto es que casi todos los indicadores han empeorado significativamente en septiembre. Crisis total de confianza en el futuro. El miércoles, la Comisión Europea advirtió a España de la situación insostenible a medio y largo plazo de las cuentas públicas. La CEOE ha vuelto a reclamar a gritos una serie de reformas que parecen imprescindibles para un país que tiene a casi el 40% de su población activa menor de 25 años en paro, pero la sociedad española parece más anestesiada que nunca, presenciando en primera fila el espectáculo de un Gobierno ausente, una oposición en la UVI, un Parlamento que no funciona y unos partidos cuarteados por la corrupción galopante.

Lo único bueno de esta semana de infarto es que ha permitido visualizar mejor que nunca la estrecha, intima relación que existe entre la crisis económica y la política, crisis de agotamiento de un sistema que se cae a pedazos ante la aparente indiferencia de casi todos. El Gobierno no solo no da soluciones sino que, mediante la eficaz utilización del agit prop de la izquierda mediática y de parte del aparato policial y judicial del Estado, ha conseguido colocar al principal partido de la oposición al borde del infarto. Abracadabrante el espectáculo de un PP incapaz de sacudirse de una vez la rémora de chorizos engominados y pijos de diseño que medran adheridos a su epidermis desde los días gloriosos de Aznar. Lastimosa la imagen de un Rajoy que se ha hecho esposar al palo mayor de Génova por un Arriola que al oído le recomienda no escuchar los cantos de sirena de quienes le recuerdan que para hacer tortilla hay que romper huevos, porque a él le basta con estarse quieto para heredar el poder que cual fruta madura caerá pronto del árbol de la abisal incapacidad de ZP para gobernar la crisis.

Teniendo en cuenta que más de la mitad del material intervenido y grabado a la trama Gürtel está aún por analizar, Rubalcaba es muy capaz, con la eficaz ayuda del Grupo Prisa, de llevar a don Mariano bien cocido en su salsa de duda bearnesa emulsionada a las finas hierbas del mejor sigo escondido con estragón y chalotas hasta las puertas mismas de las generales de 2012. Si es que para entonces sigue existiendo Prisa, claro está. Parece evidente que, ante la debacle económica que vivimos, eso no pararía la sangría de votos desencantados del PSOE, aunque restaría al PP el de esa derecha de centro que se niega a respaldar a chorizos y delincuentes de cuello alto. En términos de esa regeneración democrática que cada día parece una necesidad más perentoria, resulta, sin embargo, baladí especular ahora con las generales de 2012. Lo trascendente es que todos los partidos del arco parlamentario están afectados por la misma corrupción que se ha adueñado de un sistema que sistemáticamente se niega a regenerarse.


Una luz en medio del temporal


Es posible que los
hooligans de la izquierda periodística se sientan muy felices contemplando la demolición de un PP seguramente abocado a una nueva “refundación”, pero para cualquier verdadero demócrata, de derecha o de izquierda, la situación no puede ser más triste. No solo porque la corrupción es igual de evidente en el PSOE (véase lo que ocurre en el Ayuntamiento de Sevilla y alrededores, por no hablar de los tejemanejes de la consejera personal de ZP, Angélica Rubio, ayudando a los implicados leoneses de la trama Gürtel), sino porque en los últimos tiempos están ocurriendo en España cosas muy preocupantes desde el punto de vista de las libertades que se suponen garantizadas en un Estado de Derecho. Desde luego lo del bar Faisán, o el Estado y sus servidores avisando a los asesinos para que huyan con tiempo antes de ser cogidos in fraganti por una redada policial. Desde luego las grabaciones efectuadas en la cárcel –de nuevo la pesadilla Garzón- a algunos de los presos de Gürtel mientras departían con sus abogados. La sospecha sobre la falta de seguridad de las conversaciones telefónicas privadas es tal, que en Madrid es muy común oír estos días frases del tipo “eso no lo podemos hablar por teléfono; tenemos que vernos”.

En medio del temporal, ciertos síntomas animan a pensar que no es una quimera el acuerdo, al menos cierto grado de acuerdo; que no es inevitable considerar al adversario como a un enemigo al que hay que borrar del mapa –¡ay, esa sensación de placer sádico que destilan ciertas paginas de la prensa progre al narrar las miserias del PP!-; que es posible entre todos ofrecer a la ciudadanía un horizonte de esperanza en el futuro basado en la búsqueda del bien común. Son muchos los españoles de buena voluntad que, al margen de su ideología, empiezan a sentir algo más que hartazgo ante ese permanente clima de confrontación, ese espíritu guerracivilista que sigue impregnando nuestra vida pública. Uno de esos síntomas, tal vez el más claro, es el proyecto que abandera el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, de intentar consensuar con la oposición una Ley de Educación aceptable para la mayoría y susceptible de durar años sin perecer tras la llegada de un Gobierno de distinto signo. Estamos ante un esfuerzo digno de elogio, que muestra una senda por la que merecería la pena perseverar para empeños de parecida o mayor enjundia, tal que la propia reforma de la Constitución. Tal vez las cosas hayan empeorado ya tanto como para empezar a pensar en que es posible ver cierta luz al final del túnel.