EL PSOE Y SU JUDAS TADEO
Artículo de Jesús Cacho en “El
Confidencial” del 24 de octubre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
La Historia se repite.
Catorce años después de aquella “lluvia de piedras” que, según la
periodista M. A. Iglesias (La
Memoria Recuperada. Editorial Aguilar, 2003), le impidió predicar entre los
infieles el mensaje del profeta González (“De modo que agarró con fuerza el
paraguas y se dispuso a cruzar la calle: había al otro lado unas gentes a las
que deseaba contar lo que iban a hacer los socialistas; a él se lo había
contado Felipe, lo de la “renovación” y todo lo que se iba a poner en
marcha…”), Alfredo Pérez Rubalcaba (APR), 59, vuelve a surgir, cual ave fénix,
entre el lodo de la gran tormenta dejada por los 7 años de otro Gobierno
socialista, para hacerse con el timón de un barco que navega sin rumbo
(zapatero: “Dícese del que maniobra o ha maniobrado mal, o no entiende la
maniobra”, Diccionario General del Mar), mientras en derredor llueven piedras,
el granizo de casi cinco millones de parados y subiendo. Con el PSOE a 14
puntos en las encuestas, las elecciones catalanas encima y las municipales y
autonómicas en el horizonte de mayo, en el Partido Socialista tocaron a rebato.
Si a unas encuestas que parecían presagiar muchos años en el desierto de la
oposición, se unen los problemas familiares de un hombre cuya estabilidad
emocional parece en entredicho, a nadie puede extrañar que en el seno del
propio Gobierno fraguara la gran alianza entre José Blanco y APR destinada a
hacerse cargo de la nave en caso de renuncia súbita o desastre electoral. El dead line de ZP tenía fecha fija: las urnas
de mayo. Y hubieran sido entonces los pesos pesados del partido, los amos del
PSOE de siempre, los que le hubiera mandado a paseo.
El episodio de las
primarias de Madrid no es sino la manifestación más evidente de la
tormenta que se estaba gestando en el seno del partido contra su
líder. “A Tomás le dicen que acepte la entrevista con José Luis en Moncloa, que
le aguante el pulso y que salga de allí con la promesa de primarias, porque te
vamos a ayudar a ganarlas. Sin ese respaldo, jamás el de Parla se hubiera
atrevido a desafiar al Presidente. Y le apoya gente importante, empezando
por Felipe. Es la rebelión a bordo contra un personajes que amenaza con
descojonar el partido”, asegura una fuente socialista. El impacto de esa
derrota fue demoledor para el inquilino de Moncloa. Por si no se había
enterado, a la palestra saltó también José María Barreda, aparición con todos
los visos de estar igualmente teledirigida. De modo que lo ocurrido el
miércoles no es sino un golpe de mano, golpe de Estado si se
quiere, urdido dentro del PSOE contra Zapatero..
El de León ha rendido
armas y enseñas ante los barones, ante el PSOE de siempre, el que todavía
encarna APR. El domingo 17 por la mañana, ZP repetía convencido que la
crisis se limitaría a la sustitución de Corbacho. Por la tarde, los teléfonos
se ponían en marcha rumbo a un cambio radical de Gobierno. ¿Qué ocurrió a
mediodía? ¿Quién almorzó con Zapatero? ¿Con qué argumentos torcieron su pulso?
Parece obvio que APR ha impuesto sus condiciones. Fuera estorbos. Lejos María Teresas y Pajines. Prietas las filas. Se
explica el
contento del propio González (“Cuando las cosas van mal, militancia pura y
dura”) tras lo que muy bien podría ser calificado como “Decreto de Unificación”
entre felipismo
y zapaterismo
(si es que alguna vez hubo algo parecido con tipo tan liviano como ZP). Por
primera vez en la historia de los Ejecutivos socialistas, no hay un solo
ministro catalán en el Gobierno. Y se acabaron las bromas: Rubalcaba, Blanco, Jáuregui,
Iglesias, Serrano… Es la delantera del Gobierno y del PSOE de aquí al final de
la Legislatura. ¡Mujeres fuera; esto es un asunto de hombres!
Todo el poder para APR.
Zapatero pasa a convertirse en presidente no ejecutivo. El consejero delegado
de España S.A., el poder ejecutivo, el chief executive officer (CEO) es
Pérez Rubalcaba. En su contrato figura negro sobre blanco la promesa de un
suculento bonus:
convertirse en cabeza de lista para las generales de 2012 si su gestión
consigue cambiar el sentido de las encuestas y alumbra alguna posibilidad de
triunfo para el PSOE. En caso de que la situación empeore o se mantenga tal
cual, será el propio Zapatero quien se coma el marrón de volver a medirse con Mariano
Rajoy, esta vez para perder. Justo al revés de cómo se está diciendo estos
días. Pocos políticos, desde la muerte de Franco, han acumulado tanto poder
como el que va a disponer este titulado en Químicas, hombre de una mala salud
de hierro, afable de trato, aparentemente familiar, cercano, pero puño de
hierro en guante de seda, cuyo solo apellido es capaz de despertar hoy todo
tipo de pulsiones de amor-odio entre los españoles. Manuel Fraga fue
vicepresidente y ministro de la Gobernación (Interior) entre diciembre del 75 y
julio del 76, en el Gobierno predemocrático de Arias
Navarro. Tal vez no sea una casualidad que el fenómeno se reproduzca ahora, a
punto el 30 aniversario de la muerte del dictador, como ominoso recordatorio de
la pobre calidad de una democracia sin demócratas como la nuestra.
Todo el poder para
Rubalcaba
Que en una dizque democracia el hombre con más poder político sea
el Ministro de la Policía suena, más que raro, inquietante. En efecto, como
Vicepresidente 1º APR es ya el máximo responsable de la Comisión Delegada del
Gobierno para Asuntos de Inteligencia (CDGAI), con control directo sobre el
servicio secreto (CNI). Como Ministro de Interior, del que depende el sistema
de escuchas Sitel, controla los servicios de
información de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía. Y
naturalmente las relaciones con TVE. Y desde luego la secretaría de Estado de
Comunicación. Y obviamente buena parte de unos medios de comunicación
prácticamente quebrados, empezando por ese Grupo Prisa que cobra de pronto
nueva vida, eufórica existencia, con un Cebrián resucitado de entre los muertos
vivientes. Para resucitados, nadie como el propio APR. Dice Stefan Zweig en el prefacio de su Fouché, retrato de un hombre político que «en la esfera de poder de
la política, raras veces deciden las figuras superiores, los hombres de ideas
puras, sino un género mucho menos valioso, pero más hábil: los que ocupan un
segundo plano». Reconocido como uno de los tres grandes diplomáticos de la
Revolución -con Talleyrand y Sieyés-,
Joseph Fouché (1759-1820) fue capaz de pasar como un rayo de sol a través del
cristal de Revolución, Directorio, Consulado, Imperio y Monarquía.
Parapetado tras una autodisciplina férrea y una espartana renuncia a todo lujo
o boato, cruel con los enemigos y servil con los poderosos, sin sentimientos,
sin escrúpulos, desplegó siempre una enorme capacidad para desaparecer en las
tormentas y volver a reaparecer al lado del vencedor. Como APR, que en 1998
apostó por Almunia contra José Borrell y perdió. En 2000 apostó por José Bono
contra Zapatero y perdió. Ahora acaba de apostar por “la señorita Trini” contra Tomás Gómez y también ha perdido.
Pero, como el duque de
Otranto, APR tiene la habilidad de volver siempre a la superficie, fresco como
un corcho flotando tras el paso del turbión. Fue así como resurgió con Zapatero
como el único gran superviviente del felipismo. Con
más fuerza, si cabe, en razón del papel capital jugado en la victoria de marzo
de 2004. Nuestro curita de Nantes
fue, en realidad, el verdadero triunfador del 14-M (él encauzó la revuelta del
sábado de reflexión con aquel antológico “los ciudadanos españoles se
merecen un Gobierno que no les mienta”), un tipo capaz de reinventarse con las
mismas viejas virtudes de los tahúres de la política, “esos artistas de manos
ágiles, palabras vacías y nervios de acero”. Un maestro de esa fatalité moderne que,
según Napoleón, es la política. Tipo más listo que inteligente, en las
antípodas del hombre de Estado, su gestión en el último Gobierno González se
caracterizó por el sectarismo, pecado que ha vuelto a cometer con largueza –uso
de Policía y Judicatura contra la oposición- al frente de Interior con el
Gobierno Zapatero. Está en su ADN. Es cierto que todo el mundo tiene derecho a
cambiar, pero el primer síntoma de la nueva etapa no ha podido ser peor. Me
refiero a la campañita montada a toda
prisa -con la ayuda de Prisa, que todo vuelve do solía- contra el PP a cuenta
de la frase pronunciada por el cabestro
alcalde de Valladolid.
¿Va a ser esta la
tónica, esta la calidad del agit-prop que el
“Gobierno de comunicadores”, sedicentes artistas del micrófono, se
dispone a desplegar para ganar las generales de 2012? Si la respuesta es sí,
entonces pueden dormir tranquilos en la calle Génova. Una demonización tan
chusca del adversario solo conseguirá convencer a los convencidos y provocar la
risa de los españoles sin partido, acostumbrados a caminar sin yugo de la
demagogia uncido alguno. La línea a seguir, con todo, está clara: propagando a
palo seco, con olvido de los problemas de fondo del país –y no solo
económicos-, muchos y a cual más graves, todo ello al servicio de esa “realidad
inventada” de que hablaba
en este diario Carlos Sánchez. Ingrediente capital de esa estrategia será
la descalificación del PP, con campañas en la mejor línea Gürtell y la
búsqueda de un acuerdo con el PNV que permita hablar
del final de ETA.
Una España postrada y
sin nervio
Que una
política basada casi en exclusiva en al agit-prop tenga éxito se antoja
complicado, incluso en una sociedad tan domesticada como la española. “Tristes guerras/si no es amor la
empresa/tristes, tristes”. La realidad es tozuda y los problemas de fondo
tan graves, tan necesitados de cirugía a corazón abierto, tan urgidos de
grandes pactos basados en el respeto estricto a las reglas de juego
democrático, que montajes mediáticos como el que hemos presenciado esta semana
más parecen verdura de las eras, globos listos para explotar dos días después
de lanzados al espacio que otra cosa. El problema de España es el de un país
con cinco millones de desempleados que, tras casi tres años de recesión,
sigue postrado y sin nervio, sin pulso, en una de esas “paradas de mulo
manchego” a que aludía Joaquín Costa. Un país incapaz hoy de ofrecer una
perspectiva de futuro ilusionante a los más jóvenes y mejor preparados,
obligados a emigrar para ganarse la vida. Todo lo demás es hojarasca.
Propaganda.
Sobre las ruinas de lo que antaño
creímos un gran país, el PSOE reunificado, el PSOE de siempre, el PSOE más
previsible pero también más duro de pelar, se apresta a defender sus posiciones
de Poder con uñas y dientes frente a un PP que ha sido incapaz en estos años de
limpiar su nómina de indeseables tipo De la Riva. Sobre el PSOE llueven chuzos
de punta (“súbitamente comenzó a caer del cielo algo que no podía ser agua, ni
siquiera granizo… Le rompió el paraguas y a punto estuvo de romperle la cabeza:
¡eran piedras! ¡Puras y duras piedras!” La
Memoria Recuperada), de modo que el socialismo se ha encomendado a APR cual
Judas Tadeo, el santo de los casos desesperados. La situación recuerda mucho la
del otoño de 1980, con un Adolfo Suárez en fase terminal, y naturalmente la del
último Gobierno González, con Belloch y Rubalcaba como vicepresidentes y
la inestimable asistencia de José Enrique Serrano, entonces y ahora director
del gabinete del Presidente. Aquella resistencia numantina en medio
de escándalos sin cuento llevó al PSOE a perder por sólo 300.000 votos.
Está por ver si en 2012, un Rubalcaba más Fouché, más viejo, más sabio, más
resabiado que nunca, más consciente de la levedad de España y lo español,
deja escapar la oportunidad de su vida entregando el Poder galantemente al PP
en caso de perderlo en las urnas. Los ciudadanos españoles se merecen otra
cosa.