YA NO SOMOS VASCOS

 

 Artículo de JOSÉ MARÍA CALLEJA en “El Correo” del 08/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

La prolongación de los planes de ETA por otros medios -es decir, el plan de marras- se ha colocado en medio de la agenda política y , aunque parezca increíble, a algunos les ha cogido por sorpresa.

En los últimos seis años hemos oído hasta la náusea que el proyecto del PNV para retirar definitivamente la condición de ciudadanos a la mitad de los vascos era responsabilidad directa de la política crispadora que practicaban un señor antipático con bigote que vivía en La Moncloa y un grupo de asociaciones cívicas que exageraban la situación para vivir de ella. Bien, ha desaparecido el señor del bigote y le ha sustituido un tío simpático, excelente, lleno de buen rollito y afán de diálogo, el yerno ideal, vamos; las tales asociaciones han establecido un compás de espera, no fuesen a echarles la culpa una vez más. Y ¿qué ha ocurrido? Pues que el plan crispador ha salido adelante y ha sido aprobado con el doble tirabuzón y medio del apoyo del comando parlamentario de ETA. ¿Oh, sorpresa! ¿Cómo es posible! ¿Pero si el malo ya no está! Hay gente, lo juro, que se ha dado cuenta de la catadura de Ibarretxe ayer por la mañana; es más, hay gente que todavía no se ha dado cuenta de que estamos ante un sujeto profundamente antidemocrático, al que le importan un pito todos aquellos humanos que no sean nacionalistas vascos. Hay quien se rasga las vestiduras ahora, ni un minuto antes, y dice que a Ibarretxe le han sorprendido en su buena fe. No sé, ese angelismo no cuadra mucho con la imagen de todos los parlamentarios del PNV aplaudiendo como posesos la aprobación del atropello, o con las declaraciones de Egibar, explicando que si se es vasco se está con el plan y que si no se está con el plan es que no se es vasco -lo siento por los Pagazaurtundua y tantos miles como ellos, que sin haber llegado a ser ciudadanos libres ya han sido borrados como vascos-. Tampoco cuadra con la imagen exultante de Ibarretxe, más encantado que nunca de haberse conocido.

Y ahora cunde el pánico. Los que venimos diciendo, desde hace unos cuantos años, que existe un frente nacional, que el día que los nacionalistas vascos deciden que son más que los constitucionalistas y se arriman a ETA es cuando la democracia se pone en peligro; los que sostenemos, entre críticas e insultos, que hay que ser demócratas antes que nacionalistas, los que vemos en el Estatuto el marco de encuentro entre distintos que mayor consenso ha alcanzado y que lo que se quiere ahora es un país de nacionalistas, para los nacionalistas y sólo con los nacionalistas -es decir, una dictadura encubierta-, hemos sido tildados de agoreros, catastrofistas y otros piropos similares. Bien, ahí esta el resultado. Los nacionalistas, los del PNV y los de ETA, ya están en el tapete que más les gusta: los vascos contra los españoles. Con planteamientos simplicísimos y tramposos ya han hecho masa crítica suficiente para seguir presentándose como idealistas y a la vez víctimas. Por si fuera poco, resulta que las medidas de presión policial y política que han llevado a ETA a la situación de más debilidad de toda su historia -presos etarras dixit- serán aprovechadas también por el nacionalismo y ya verán cómo a no tardar venderán que la paz ha sido posible gracias al plan.

¿Y ahora, qué? Zapatero puede estar un mes hablando con Ibarretxe, que no va a conseguir hacerle cambiar de opinión toda vez que el gran timonel ya ha dicho hasta la saciedad que le gusta pisar por donde pisa el buey. Dice Ibarretxe que esto no se puede resolver «a tortas» y que hay que negociar. Bueno, si en realidad se quisiera negociar, se habría hablado en el propio Parlamento vasco con los socialistas y los populares; pero éste es un plan totalitario envuelto en el papel de celofán del diálogo que nunca existió. O se acepta lo que quiero imponer o se acepta lo que quiero imponer; esta es la democrática disyuntiva que plantea el nacionalismo vasco.

Hay gente que sencillamente no entiende lo que está pasando y que se pregunta por qué. Por qué en una sociedad opulenta en lo económico hay tanta miseria política, por qué en la región de Europa con mayor nivel de autogobierno se plantea dar un salto al vacío que anula la condición de ciudadanos de la mitad de la población. A eso debe responder el nacionalismo vasco, que es el que encabeza este golpe de mano contra la democracia; el nacionalismo y todos aquellos que durante años nos han dicho que no era para tanto y que el problema estaba en el Gobierno de España y no en el propio nacionalismo. La virguería marxista de la autodeterminación, en palabras de Arzalluz, figura ya en el frontispicio del frente nacional y, no nos engañemos, ese pacto entre el PNV y ETA se selló en Lizarra, aquel verano del 98, y desde entonces permanece vigente. Saldrán más datos que lo corroboren.

Por parte de los vascos a los que se nos quiere despojar de nuestra condición de ciudadanos, cuando todavía no la hemos conquistado por culpa de la muerte y del miedo, sólo queda decir que si el terrorismo de ETA, con sus casi mil asesinatos, no ha sido suficiente para derrotarnos, tampoco podrá lograr que desaparezcamos un plan delirante, por muy lunático que sea el que lo promueve.