Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 14 de enero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Con un breve comentario al final:
ESQUIZOFRENIA PARANOIDE Y ATROFIA HEMISFÉRICA
Luis Bouza-Brey (14-1-10, 7:00)
En la
Roma clásica distinguía a los miembros del Senado la virtud de la sensatez y la
prudencia, pero en nuestra empobrecida democracia los senadores son en su
mayoría mediocres políticos a medio amortizar a los que todavía deben algún
favor los aparatos de sus respectivos partidos. Sin mayor operatividad a falta
de una reforma constitucional que le dé algún sentido, la Cámara Alta
languidece como presunto ámbito de un debate territorial que suele derivar,
ante la indefinición de competencias, en refugio de extravagancias a la mayor
gloria de un nacionalismo indesmayable para el que no hay detalle que carezca
de importancia si refuerza su imaginario simbólico de la nación de naciones. La
última de ellas, por ahora, ha sido la iniciativa de contratar un servicio de
traducción permanente para las lenguas cooficiales con el objeto de que sus
señorías periféricas puedan a todas horas expresarse en ellas... y el resto
entenderlas en el único idioma común que todos comparten.
Habida
cuenta de que tal Babel lingüística, propia del Parlamento Europeo, ocasionará
un notable gasto suplementario, los proponentes -todos ellos nacionalistas y
miembros del PSC, que viene a ser una redundancia- arguyen que se trata de un
derecho y que los derechos «no tienen costes» (sic), por lo que exigen no
reparar en ellos; incluso una representante vasca se ha mostrado partidaria de
llevar adelante el expediente «cueste lo que cueste». Cuestión -o coste- de
principios, pues, aunque principio por principio quizá conviniese hablar un
poco del principio de austeridad pública, y derecho por derecho podría la
brillante minerva euskaldun considerar también el
derecho de los contribuyentes a que no se dilapide su siempre escaso dinero.
En la
actualidad, el Senado ya cuenta con traducción vernácula en varios debates de
política autonómica (al precio aproximado de 7.000 euros por sesión), algún
discurso del presidente y los escritos de los ciudadanos, por lo que no puede
decirse que se trate de un derecho laminado en la Cámara. Ocurre que existe en
España una lengua común en la que todos los españoles pueden entenderse, y con
arreglo a tal principio y al de la economía pública no cabe considerar la
inversión en un servicio de interpretación universal y permanente sino como un
despilfarro. Pero qué sentido tiene hablar de derroche a quienes han hecho del
dispendio un sistema, gastando en políticas identitarias
caprichosas y a menudo excluyentes millones de euros que detraen sin
remordimiento de los servicios básicos para apuntalar su obsesivo designio de
«construcción nacional». Se trata de los derechos, ya saben. Y en la España pseudofederal del zapaterismo
rigen unos derechos para los nacionalistas y otros para el resto de los
ciudadanos. Incluido, por supuesto, el derecho a priorizar lo superfluo. Cueste
lo que cueste.
Breve comentario final:
ESQUIZOFRENIA PARANOIDE Y ATROFIA HEMISFÉRICA
Luis Bouza-Brey (14-1-10, 7:00)
A
uno le gustaría ser psicólogo o psiquiatra para poder desarrollar con más
amplitud el diagnóstico y el análisis del síndrome que padecen los etnonacionalistas. Pero no tengo mimbres para hacer más
cesta que la que les voy a articular, así que si por aquí circula alguien con
más conocimientos le propondría que haga un desarrollo mayor del esquemita que
les presento.
La
esquizofrenia paranoide consiste en el rechazo de una parte de la realidad,
cuya percepción queda atrofiada permanentemente, y compensada esta atrofia por el
sobredimensionamiento del hemisferio sobreviviente. Los etnonacionalismos
perciben la sacralidad de su etnia territorial y rechazan la percepción del
hemisferio español y el interés común y general, cuyas señales quedan
atrofiadas por una capa de desvaríos delirantes compulsivos provenientes del
otro hemisferio.
Por
esta razón psicótica, los etnonacionalistas nunca
hablan de España, sino de Estado español, rechazan la pluralidad interna de sus
sociedades, y someten a los “españoles” de su territorio a la discriminación
negativa y a la asimilación forzada; se proponen vaciar el Estado común de todo
poder excepto el que resultaría caro para sus micro afanes, como el gasto
militar; rechazan que haya un idioma común, porque lo común no existe, sino que
ha sido impuesto secularmente por los opresores externos o “extranjeros” (léase
“Madrit” o Madrid, por los mononeuronales);
y van sobredimensionando psicóticamente los aspectos simbólicos
particularistas, a fin de ahogar las pulsiones del hemisferio atrofiado que
pugnan por emerger a la conciencia de sus sociedades.
Esa
es, a grandes rasgos, la sintomatología de una enfermedad que sufren algunas
sociedades de Iberia, y que está contagiando a la democracia común, mutilada
por debilidad e incapacidad de superar la patología esquizoide.
Porque
es una patología, no lo duden, y los expertos deberían de ponerse
inmediatamente a la faena de la curación de esta patología, si todavía es
posible, antes de que inunde la totalidad del organismo y lo lleve a la
alucinación total (propuestas en el Senado) o a la catatonia y la desconexión definitiva
de la realidad.
NOTA:
DEFINICIÓN DE LA ESQUIZOFRENIA PARANOIDE EN LA WIKIPEDIA.
De Wikipedia, la enciclopedia libre
La esquizofrenia
es una enfermedad mental que no conlleva alteración anatómica, y cuya principal
característica es que trunca la personalidad del individuo. Este trastorno
suele ir unido a otros en la afectividad y en el pensamiento. El estado
consciente del enfermo es normal. Su actitud psíquica se caracteriza por el
egocentrismo y el aislamiento, y expresa una pérdida de contacto con la
realidad. Manifiesta ideas delirantes (persecución, intentos de envenenamiento,
influencias extrañas, etc.) y trastornos de la percepción (alucinaciones de
tipo auditivo, en las que <<oye>> voces amenazadoras o críticas).
Las causas no se conocen con exactitud. Al parecer, intervienen factores
generales, psicológicos y socioculturales. La edad más frecuente de aparición
se sitúa entre los 15 y 35 años (77+35= 2012 L.
B.-B.) y afecta por igual a ambos sexos. La personalidad se altera de
forma gradual o repentina; el contacto con el paciente resulta cada día más
difícil y éste se retrae cada vez más en su propio mundo. Es muy difícil
distinguir de otras formas de psicosis los síntomas de la esquizofrenia, por lo
que existe un rechazo general a usar el término esquizofrenia.