EN BARRENA
Artículo de Ignacio Camacho en “ABC”
del 04 de febrero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Zapatero
se ha ido a rezar con Obama pero el lío que ha
montado no lo arregla ni Dios. El Gobierno -o lo que queda de él porque hay
ministros desaparecidos- ha entrado en barrena: nada le sale bien y se mueve en
el más absoluto caos, un errático descalzaperros del que sería benévolo decir
que es confuso. Por todas partes está cundiendo una pavorosa sensación de
alarma nacional que va mucho más allá de las emociones subjetivas porque se
fundamenta en las devastadoras estadísticas del paro y un déficit ante el que
los mercados europeos han empezado a tocar las sirenas. El presidente puede
huir de sí mismo pero el país no tiene para dónde escapar y sólo cabe rogar a
quien cada uno rece para que este desbarajuste no termine de mala manera.
La
última ocurrencia de desgobierno ha sido la propuesta retráctil de alargar las
bases de la jubilación, que La Moncloa no ha sido capaz de sostener más allá de
unas horas después de meter el susto en el cuerpo a los sindicatos y ante el
probable veto de éstos. Forzado a rectificar su discurso con un ajuste en el
que no cree, Zapatero da bandazos como un piloto enloquecido tocando a la vez
todos los botones del cuadro de mandos. Si el objetivo era inspirar confianza a
los mercados estos vaivenes deben de inspirar pánico: a ver quién le compra
deuda a una nación gobernada (?) a tumbos por dirigentes sumidos en un
abracadabrante desconcierto.
Con
el Gobierno oliendo a chamusquina, algunos barones socialistas empiezan a poner
pies en polvorosa tratando de que no les salpiquen los escombros. El manchego
Barreda se empieza a ver en el espejo cara de perdedor y ha apuntado hacia
arriba para señalar responsabilidades. El cambio de gabinete que ha pedido no
es más que una impugnación en toda regla del actual, bajo cuya sombra se siente
oscurecido. El desmarque tiene pinta de huida de un edificio en ruinas pero la
opinión de Barreda es un clamor dentro y fuera del PSOE: con este equipo
incompetente y quemado el Partido Socialista se hunde y el país detrás. El
problema es que el presidente puede hacer una crisis pero no se puede cambiar a
sí mismo.
La
situación es crítica, y en parte acaso irreversible. Este colapso nacional va a
dejar secuelas profundas en la estructura productiva, un retroceso de lustros
en la escala socioeconómica de España. El asunto va mucho más allá de la lucha
por el poder: estamos ante una coyuntura de auténtica emergencia que puede
sumirnos en un marasmo de décadas, y el Gobierno permanece aislado y bloqueado,
en conflicto con su propia esencia, incapaz de tomar decisiones estratégicas.
El zapaterismo era un estilo para la política
superficial, para gestos livianos y audaces a favor de corriente, pero carece
de recursos y de enjundia para enfrentarse a los estragos de una crisis tan
seria. Esto va a acabar mal y cada día tiene menos margen de arreglo.