PARECIDOS RAZONABLES

Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 04 de mayo de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Que España no es Grecia resulta un hecho objetivo que constituye una de las pocas verdades de la propaganda gubernamental sobre la crisis. Además de las obvias hay entre la situación de ambas naciones una diferencia interesante; en Grecia fue un gobierno conservador el que se fundió el presupuesto y camufló las cuentas públicas en una trama de engaños, dejándole a la izquierda la responsabilidad de un ajuste draconiano para salir de la bancarrota. Aquí fueron los socialistas quienes encontraron un amplio superávit heredado de la derecha y lo derrocharon con alegres políticas de despilfarro. Allí se han levantado los sindicatos en una protesta incendiaria contra las inevitables medidas de control de gasto y reducción del déficit, mientras en España jalean al presidente y blasonan de su capacidad de imponerle un generoso dispendio. Los griegos se van a ver obligados por su mala cabeza a recortar los salarios y las pensiones, mientras el sector público español ha incrementado en un trimestre de recesión más de un cuatro por ciento sus gastos de personal. No, España no es Grecia. Pero eso no quiere decir que no pueda empezar a parecerlo.

Para parecerse a Grecia, cuya tasa de paro es por cierto inferior a la española, no hay mejor camino que continuar gastando. Incrementar la deuda a base de proclamar que aún existe mucho margen y negarse a tomar medidas de reforma del mercado de trabajo. Seguir el juego de los sindicatos y subir los impuestos para mantener una hipertrofiada administración y un desmesurado paquete de subsidios. Maquillar con cuatro recortes cosméticos la imprescindible reducción del sector público. Aplazar indefinidamente la remodelación del sector financiero y las cajas de ahorros. Ceder a las pretensiones de las autonomías con una financiación disparatada e impagable. Y prometer, cuando se acerquen las elecciones, más regalías y subvenciones para ganar votos. Todo eso lo ha hecho ya el Gobierno en diversas fases de la crisis. Pero aún no nos parecemos bastante porque nuestras bases de prosperidad y desarrollo eran mucho más sólidas que las griegas. Lo que no evita que, con un poco de perseverancia, se puedan alcanzar pronto inquietantes similitudes.

Claro que también cabe la posibilidad de parecerse a Portugal, que está más cerca. El primer ministro portugués y el jefe de la oposición se reunieron al día siguiente de que las agencias de rating rebajaran la calidad de su deuda, presentaron un razonable plan de ajuste y lo refrendaron en una rueda de prensa conjunta. Ésta sería una buena fórmula para copiar en la reunión que Rajoy y Zapatero van a mantener el miércoles. Claro que nuestros vecinos, como los griegos, han celebrado recientes elecciones y cuentan con un Gobierno investido de legitimidad para tomar medidas desagradables. Es cuestión de elegir semejanzas; al final, a partir de una cierta madurez, todo el mundo acaba pareciendo lo que realmente es.