FUEGO AMIGO

Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 02 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Están aterrorizados y no tienen dónde esconderse. Los ocupantes de la Moncloa ven caer el turbión de encuestas negativas atrincherados como quien escucha desde el búnker un bombardeo, pero los candidatos autonómicos y municipales del PSOE se saben expuestos a la metralla electoral en campo abierto. Son las víctimas colaterales del desplome del zapaterismo, y están obligados a dar la cara porque las elecciones se acercan y ellos van a ser la avanzadilla que se enfrentará al fuego de un cuerpo social cabreado. Aunque algunos son políticos excelentes y cuentan con buena valoración personal, no hay carisma que resista este desastre. El prestigio individual puede desempatar una elección reñida, pero no alcanza para sobreponerse a una corriente tan adversa. El descrédito del Gobierno ha arruinado cualquier gestión local positiva y además el ajuste va a cortar los fondos para los proyectos de final de mandato; se van a presentar ante las urnas cancelando contratos, despidiendo cargos de confianza y sin un euro para inauguraciones.

De momento tienen la suerte de que el presidente no puede salir de casa sin exponerse a un abucheo, porque la mayoría de ellos no quiere ahora ni ver a Zapatero por sus alrededores. Si pudiesen, quitarían las siglas en sus actos públicos, como hizo en la campaña de 2007 algún alcalde andaluz del PP. La caída libre del Gobierno ha convertido a sus adversarios en gigantes y hoy por hoy es posible un vuelco crítico en el mapa del poder territorial. Desde el estado mayor socialista aconsejan calma, paciencia y aguante, y pronostican una mejoría de la borrasca a final de año, pero todos saben que el único que puede beneficiarse de la espera es el que dispone de una trinchera para parapetarse. Y los dirigentes de las autonomías y ayuntamientos sólo tienen por delante el campo para correr a cuerpo limpio. Desprotegidos frente a un adversario en crecida y con las minas de la crisis estallando bajo sus pies.

El lapsus mental de Griñán -«que Zapatero sea malo»- refleja ese estado de ánimo colectivo de la dirigencia socialista, apesadumbrada por la evidencia de que el partido está estigmatizado por los errores de un líder que apenas si puede hacer otra cosa que ocuparse de sí mismo. Con la brecha sociológica cada vez más ancha, el único horizonte que el Gobierno puede mejorar es el suyo propio porque tiene un par de años para resistir. Pero si el PP vence por goleada en las parciales del próximo mayo el clima de cambo será imparable. La paradoja consiste en que los que pueden evitar esa derrota necesitan alejarse lo más posible de una marca electoral que pierde fuerza a velocidad de vértigo. Se sienten presos de una situación que no controlan y cunde el pesimismo. Resistir resistirán porque no les queda otra y poseen un potente hábito partidista; lo que temen no es tanto el empuje del rival como las consecuencias indiscriminadas del fuego amigo.