EL BOMBARDEO

Con el riesgo-país en estado crítico la catástrofe puede ocurrir en horas; una situación así requiere gestos de liderazgo

Artículo de Ignacio Camacho  en “ABC” del 25 de noviembre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

España está bajo un intenso bombardeo financiero y el presidente no sale del bunker. Las madrugadas son largas porque los mercados bursátiles no duermen y son capaces de arruinar a un país mientras está en la cama. El Estado se acuesta una noche con déficit y tal vez se levante al día siguiente en quiebra. Con el riesgo-país en estado crítico y la deuda pública en precios casi de estraperlo la catástrofe puede ocurrir en unas horas; los días parecen siglos bajo el cañoneo sin piedad de los acreedores. La banca española ha tenido que quedarse con los nuevos bonos porque no había manera de colocarlos en el extranjero; para ella puede ser un negocio pero el dinero invertido lo va a detraer de los ya muy escasos créditos. El Gobierno pretende aguantar el chaparrón sin moverse porque tiene la mirada puesta en el horizonte electoral de mayo y no se quiere jugar sus pocas bazas con más medidas de ajustes; esperar hasta la primavera podría parecer una actitud cándida si no fuese una dilación irresponsable. No nos van a dar tiempo; si no actuamos nosotros lo hará la Unión Europea, y en ningún caso va a resultar agradable.

Una situación tan grave requeriría gestos de liderazgo. Hablar claro al país, convocar a la oposición, negociar a cara de perro con los sindicatos. Brío, determinación, coraje. Zapatero permanece encerrado sin dar la cara y cuando lo haga será para tronar contra la voracidad de los especuladores y contra la falta de colaboración del PP. De nuevo está por detrás de los acontecimientos, que es lo peor que le puede ocurrir a un gobernante. La vicepresidenta apenas asoma la melena y ha delegado las explicaciones en su tríada de secretarios de Estado, que se multiplican pidiendo calma, acaso lo único que ahora mismo no tienen los mercados. El escueto mensaje oficial repite los argumentos de nuestra supuesta solvencia como una jaculatoria. Sólo el gobernador del Banco de España dice en voz alta lo que convendría hacer, pero a él no le corresponde tomar las decisiones. Mientras la cúpula del poder sigue bloqueada, Europa ha hecho los cálculos del rescate: 350.000 millones de euros, cuatro veces más que Irlanda, que nos van a cobrar en sangre. Sangre social, sangre de bienestar, sangre de estancamiento.

En realidad, el hieratismo del Gobierno ante esta crisis descomunal responde a un análisis de costes políticos, que son la prioridad del zapaterismo. Prefiere asumir el riesgo de otro ajuste impuesto desde fuera que tomar la iniciativa de nuevas reformas, porque si al final las dictan los socios de la unión monetaria el presidente siempre podrá victimarse y culpar al perverso mecanismo financiero internacional. Quizá podría bastar con un acelerón en las fusiones de las cajas y el replanteamiento real, sin maniobras dilatorias, del sistema de pensiones, pero eso destrozaría el calendario electoral. Puro voluntarismo; a día de hoy lo que debería calibrar el presidente es si bajo este turbión va a llegar incólume a las elecciones.