VAYA SI PASARON

 

 

 Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 06.06.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Fue hace cinco años, en la campaña electoral vasca de 2001. En el famoso mitin de Baracaldo, donde Felipe -ay, la memoria...- torpedeó la alianza de Nico Redondo Terreros con Mayor Oreja diciendo aquello de «mis amigos nacionalistas» en un inesperado ajuste retroactivo de cuentas con Nicolás padre; aún recuerdo la mirada de metal del viejo sindicalista de Portugalete clavada en el vacío mientras hablaba el ex presidente. Minutos antes salió al escenario un joven dirigente del PSE que leyó de manera vibrante el poema de Paul Eluard sobre la libertad -«En las páginas no escritas, en la piedra y en la sangre... escribo tu nombre...»- y levantó el puño junto a una vehemente pasionaria llamada Isabel Celáa gritando a voz en cuello un firme «No pasarán». Se referían a ETA y al PNV, a los firmantes del pacto de Lizarra, a Batasuna, a los terroristas de la «kale borroka», a los asesinos de Fernando Buesa, cuya sangre aún manchaba el pavimento de un parque de Vitoria. Aquel joven que galvanizaba a grito pelado al socialismo de la orilla izquierda en un llamamiento a la unidad de los constitucionalistas se llamaba Patxi López.

Pero pasaron. El PNV ganó las elecciones por unos 25.000 votos y Zapatero, que ya mandaba en el PSOE, hizo caso a los que le pedían la cabeza de Nicolás Redondo. Para sustituirlo eligió al propio Patxi López, que se olvidó de sus proclamas y procedió a una liquidación pausada pero efectiva de los defensores del frente constitucional. Un par de años después, según se ha conocido ahora, López y sus hombres de confianza comenzaron el diálogo secreto con una Batasuna ilegalizada por el Supremo a la luz de la ley de Partidos Políticos. Zapatero lo sabía y lo autorizaba; a esas alturas ya había alumbrado las líneas del llamado «proceso de paz» y había designado a López, junto a Jesús Eguiguren y a algún otro dirigente de perfil menos conocido, para sondear al brazo político de ETA.

El pasado domingo, Zapatero definió en público a Patxi López como «un valiente» y respaldó de nuevo la iniciativa de reunirse, esta vez a plena luz, con los representantes de una Batasuna que sigue siendo formalmente ilegal, aunque los designios de La Moncloa han convertido a Otegi y sus compañeros en los hombres de moda, los interlocutores del «proceso», las piezas claves de la situación. De los otros protagonistas de aquel mitin de Baracaldo -la misma localidad en que el presidente anunció hace dos semanas las negociaciones con ETA-, Redondo Terreros ejerce hoy como abogado por libre en medio de una cacería nacionalista contra sus actividades privadas, y González menea la cabeza con desaprobación ante el panorama mientras recuerda que en los años ochenta se descubrió un plan etarra para asesinarle.

Y los que no iban a pasar pasaron, vaya si pasaron. Y se van a sentar muy campantes en el salón de Patxi López, que los invitará a ponerse cómodos y sentirse en confianza. A ver cómo se explica a sí mismo, cuando se mire al espejo, que ésa no es la escena de una clamorosa derrota.