PACIENCIA Y TRABAJAR 

 

 Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 02.09.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

En cuanto una legislatura atraviesa su ecuador, cada comienzo de curso se desatan en la Corte las especulaciones sobre un adelanto electoral. La expectativa de unas elecciones anticipadas provoca cosquilleos de placer en la clase política, pero por lo general desemboca en un gatillazo. Conviene recordar, para los más impacientes, que la potestad de disolver las cámaras corresponde en exclusiva al presidente del Gobierno, y que una máxima elemental en política aconseja atreverse a ello sólo en el caso de que los sondeos garanticen una victoria. O sea, que en el poco probable supuesto de que Zapatero se decidiese a hacerlo -sólo lo podría empujar el emboque de la negociación con ETA; para otros apuros aún le queda el recurso de prorrogar los Presupuestos-, sería cuestión de preocuparse más todavía ante la perspectiva de un segundo mandato.

La impaciencia es mala consejera. La incompetencia de este Gobierno, su rencor rupturista, su inacción y pasividad ante los problemas, su deriva suicida por el terraplén del modelo de Estado, irritan sobremanera a quienes no lo votaron, pero todavía no han decepcionado bastante a quienes sí lo hicieron. Lamentablemente, es necesario que Zapatero cometa aún más errores y haga más disparates para que muchos españoles se aperciban de que el 14-M de 2004 tomaron un decisión equivocada bajo la convulsión emocional de los atentados de Atocha. Por mucho que se adelanten los comicios, los ciudadanos no acostumbran a rectificarse tan pronto a sí mismos.

Es lógico que esta perspectiva produzca pavor a tantas personas inquietas por el carácter prácticamente irreversible de algunas medidas de este Gobierno. Pero en democracia sólo vale contar los votos, y el PSOE aún cuenta con ventaja porque su discurso relativista e irresponsable, disfrazado de buenismo sonriente, sintoniza con el carácter descomprometido de muchos compatriotas proclives al autoengaño. Además, tiene el poder y una probada solvencia en el manejo de la propaganda política. En estas condiciones, el reflejo de su gestión (?) necesita más tiempo para provocar el desencanto de la mayoría. Aunque el presidente y casi todos sus ministros trabajan con indiscutible ahínco por acortar los plazos.

Pero aún falta. Y deberían de saberlo mejor que nadie los estrategas del PP, sobre todo a la hora de plantearse mociones de censura y otras iniciativas de riesgo que pueden acabar vueltas contra ellos mismos. Para ganar unas elecciones desde la oposición no basta con desgastar al Gobierno; hay que analizar con mucha objetividad el estado de ánimo de los votantes y tratar de discernir la realidad de los deseos. Incluso así suele ser requisito indispensable que el adversario en el poder se equivoque con denuedo. Este último aspecto va encarrilado. Las rentrées de temporada son momentos de muchos planes y gran efervescencia. Pero como dijo en memorable ocasión Pío Cabanillas, ahora lo más urgente es esperar. Y seguir trabajando.