Y SIN EMBARGO, SONRÍE

 

 Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 12.11.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

«Todo en ti fue naufragio...»

(Pablo Neruda)

El barco va a la deriva y el timonel sonríe con una mueca vacía. A los dos años y medio de legislatura, después de un baile delirante de improvisaciones, fintas, rectificaciones y amagos, los dos asuntos cruciales del proyecto de Zapatero -el «proceso de paz» y la cuestión catalana- están en el punto de partida, pero podridos por el paso del tiempo y agravados por la falta de respuestas y el consumo de un montón de cartuchos que, como dice el maestro Martín Ferrand, se le disparan repetidamente por la culata. En el trayecto hacia la nada el presidente ha quemado a ministros y dirigentes autonómicos, ha escenificado un sainete de impotencia en la candidatura de Madrid, ha empeñado palabras que no podía cumplir, ha destruido el pacto contra el terrorismo y decepcionado a las víctimas, ha cambiado de aliados varias veces, ha crispado al país, ha roto el consenso constitucional y ha destripado el modelo territorial sin saber cómo cerrarlo. No tiene calendario legislativo de relieve, está aislado en un escenario internacional que ni siquiera le interesa y a estas alturas lo fía todo a un improbable gesto de los terroristas, cuyas exigencias no puede cumplir sin provocar un terremoto político que le sepulte bajo los escombros del Estado. Sólo lo ampara el viento a favor de la economía, pero incluso en ese ámbito no ha cesado de enredar con opas fallidas e ingenierías de salón. Y, sin embargo, no deja de sonreír, aunque sea con una sonrisa cada vez más helada, más parecida a un rictus hierático que a un gesto de amabilidad o de agrado.

La reedición del tripartito catalán, contra su voluntad y criterio, y el empantanamiento del «proceso» han devuelto al principio las cuestiones clave en las que había basado su presunto proyecto de Gobierno. Con ETA se las pintó demasiado felices creyendo acaso que los terroristas cederían por las buenas ante su buen rollito, pero se ha estancado porque le exigen un precio que no puede pagar sin cometer una ignominia. Ahora está a medio camino, pero con un Estado más débil y quizá con una ETA más fuerte. En Cataluña quedó preso de su propia locuacidad cuando prometió aceptar el Estatuto que le enviaran, y desde entonces no ha hecho más que embrollar el panorama con una chapuza tras otra. Su única estrategia es ya la improvisación y el «como sea». Es un Suárez sin carisma, pero al menos aquel tenía un plan, que era desmontar la dictadura y construir un Estado nuevo. Zapatero se ha creído designado para dirigir una nueva Transición, y lo único que está logrando es emprender un viaje hacia ninguna parte, en el curso del cual sus aliados de conveniencia desguazan las maderas del Estado. Le falta solvencia, pulso, equipo y proyecto, y su sangre fría ante la contrariedad empieza a resultar el síntoma de una inquietante esclerosis política. La nave va dando tumbos y el piloto parece haber perdido la bitácora. Sin embargo, no deja de sonreír.