UNA NADA HUECA

 

 Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 05.01.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

PUES no, no hay nadie que le proteja de sí mismo. No sale de la oquedad retórica ni de la palabrería esponjosa, de esos conceptos tan altisonantes como ambiguos que solemnizan la obviedad y dejan un eco cóncavo de nadería y simpleza. En circunstancias normales se trataría tan sólo del habitual ejercicio de fatuidad porosa a que nos tiene acostumbrados, pero en estos momentos críticos crea un vacío insondable de liderazgo, una inquietante atmósfera de desamparo, el pavoroso síndrome del piloto borracho.

Tras el ominoso silencio de Doñana, Zapatero ha reaparecido como esos boxeadores sonados que tras recibir una paliza manotean en el centro del ring con una obstinación confundida y se agarran al aire para mantenerse de pie. No tiene nada que oponer al vapuleo porque su crédito como gobernante se pulverizó con la arrogante profecía triunfalista de la víspera del atentado. Antes aparecerá entre los escombros el cuerpo del segundo ecuatoriano que los restos del prestigio presidencial sepultado bajo los cascotes. Ante los ojos de la ciudadanía es ahora mismo un dirigente desorientado e imprudente que se mete en aventuras suicidas sin disponer de la información adecuada. Y lo peor es que el golpe no sólo lo ha recibido él, sino que ha sido el país entero el que ha encajado este severo puñetazo de pesimismo, destrucción y muerte. En ese estado de ansiedad general, con una nación pendiente de las respuestas de su Gobierno, lo único que se le ocurre al presidente es ganar tiempo diciendo que sus energías siguen intactas para buscar la paz. La pazzzzzzz famosa. Pues más vale que la empiece a buscar por otro camino, porque hasta ahora la anda persiguiendo por sitios equivocados.

Si pretende transmitir calma está muy lejos de conseguirlo. Ha llegado un momento en que su imperturbabilidad ante las contrariedades provoca una zozobra colectiva, porque no ofrece la imagen de un hombre sólido en sus posiciones, sino la de alguien que no parece enterarse de que ha perdido el control de la situación. La gente necesita certezas en un momento como éste, y Zapatero sólo muestra una nada hueca, proclamas vacías para disimular que anda como un zombi a la espera de alguna improvisación que le saque del atolladero. La pazzzzzzz, ésa es su muletilla recurrente. Todos queremos la paz, claro, pero el problema está en la manera de alcanzarla. La sensación es que el presidente no atisba ninguna; la suya ha fracasado, las otras no las quiere, y no tenía Plan B. ETA sí lo tiene; guardado en un zulo.

Si lo que Zapatero sugirió ayer es que está dispuesto a poner la otra mejilla y persistir en su proyecto, tiene que decirlo más claro, y además pedirle opinión a la ciudadanía: convocando elecciones y presentando una propuesta en el programa. Porque la mejilla que puede recibir las bofetadas es de todos. Y si va a cambiar de estrategia, que lo aclare pronto; a ser posible antes de que muchos ciudadanos pasen de la inquietud a la cólera.