UN PAÍS A LA DERIVA
Artículo de Ignacio
CAMACHO
en “ABC” del 26/12/04
Por su
interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en
este sitio web. (L. B.-B.)
Con un breve comentario al final:
¡MUEVANSE YA! (L. B.-B., 26-12-04, 13:00)
Hacía
mucho tiempo, quizá desde los balbucientes bandazos de la transición suarista,
que no se percibía en España una sensación tan intensa de descontrolada deriva
política como la que ofrece al final de este año dramático un Gobierno
abiertamente rodeado por la sospecha de incompetencia. Sobre todo tratándose de
un Gobierno tan nuevo, tan joven; la atonía de la última etapa de González al
menos trasminaba el inconfundible perfume del final de un ciclo. Pero este
Gabinete de Rodríguez Zapatero apenas si lleva nueve meses en el poder y, en
vez de rebosar proyectos, empuje estrenista y dinamismo entusiasta, parece
sobrepasado por los hechos, paralizado por una esclerosis de ideas,
prematuramente abotargado por una insólita y
desmadejada pereza.
De repente, en el último trimestre, agotada la inercia de los primeros gestos
populistas de la retirada de Irak o la derogación del Plan Hidrológico, el
Gobierno de Rodríguez Zapatero ha comenzado a resoplar como si le pudiese la
magnitud del reto de dirigir un país tan complejo. Ha sudado para aprobar los
Presupuestos, ha tenido que arrollar reglamentos para imponer la reforma de la
elección de jueces, ha complicado de modo gratuito la política exterior, ha
abierto sin un plan claro el debate del modelo territorial, ha roto el consenso
básico con la oposición, ha provocado toda clase de problemas interregionales
por culpa de sus irresponsables socios, se ha liado a trompadas con la mayoría católica
y ha generado una duda más que razonable sobre su aptitud para la gobernancia de una nación necesitada de liderazgo para
recuperar el pulso tras el shock de la matanza de marzo. Una sola ley aprobada
en este periodo -y ello con dificultades técnicas notables, pese al amplio
respaldo social de la lucha contra los malos tratos de pareja- es un balance
tan canijo que causa seria inquietud ciudadana, acrecentada por el menguado
número de proyectos, quince, remitidos al Parlamento en el tiempo que se supone
más idóneo para un equipo fresco y con su capacidad reformista intacta.
Si el crédito gubernamental no se ha agotado con toda esta erosión es,
precisamente, por el escaso tiempo transcurrido, pero los síntomas de
desconfianza son más que alarmantes. Este Gobierno mantiene su ventaja en las
encuestas porque los ciudadanos son reacios a rectificarse tan pronto a sí
mismos, y prefieren mantener un razonable margen de confianza pese a los
indicios de desgasificación de la iniciativa política. También porque la
economía mantiene a trancas y barrancas el pulso adquirido en los últimos ocho
años, de la mano de un Pedro Solbes inflexible ante las tentaciones del
«sindicato del gasto»; porque Zapatero goza aún, pese a sus incomprensibles
bajones y al manifiesto deterioro del bonancible talante de su fachada, de un
beneficio de imagen muy superior al resto de su equipo, y porque las heridas
del 11-M no han acabado de cicatrizar debido a la persistencia de gran parte de
las dudas abiertas sobre el origen y las consecuencias del atentado.
En este sentido, y contra lo que piensa una parte de la derecha política y
sociológica, el cierre de la comisión de investigación puede y debe significar
un alivio para las perspectivas de una oposición que necesita centrarse en el
desgaste del Gobierno, que por otra parte se desgasta solo. El PP ha cumplido
ya el objetivo principal que se fijó en la investigación parlamentaria, que era
el de demostrar que no mintió en las horas amargas que siguieron a la masacre.
La triunfal intervención de Aznar supuso el culmen de esa reivindicación
necesaria, y a partir de ahí todo lo que ocurra al respecto volverá a situar el
debate donde más conviene a los socialistas: en la posibilidad de seguir
hurgando en una herida cuyo dolor solapa la realidad de que la sacudida del
atentado dio paso a un cambio de Gobierno que no está resultando positivo para
los intereses generales de la nación. La tibieza de sus protestas por el
carpetazo parlamentario evidencia la convicción de los nuevos dirigentes del PP
de que lo que ahora necesitan es liberarse del dogal del 11-M para aprovechar
el clima de decepción que provoca la ausencia de rumbo político en el timón del
Estado.
El calendario inmediato puede propiciar, además, un recrudecimiento del
problema de fondo, que es el futuro de lo que aún conocemos como España. El
debate del Plan Ibarretxe en el Parlamento vasco, el
próximo día 30, situará el proyecto de secesión como piedra de toque de unas
elecciones autonómicas que se van a convertir en un plebiscito, en el que el
PSOE pretende introducir una más que ambigua propuesta de puente hacia el
nacionalismo. El referéndum europeo interferirá artificialmente una discusión
mucho más esencial, la del modelo de Estado, que la reforma estatutaria
catalana va a llevar hasta el límite del cambio constitucional por vía de
hecho. Y el Gobierno va a quedar maniatado por la magnitud de los conflictos
que él mismo ha abierto antes de promover un proyecto político de crecimiento
económico, consolidación estructural y programas de equipamiento público.
España va a afrontar el año nuevo envuelta en un
marasmo de dudas que no era necesario plantearse y que no responden a la
demanda mayoritaria de los ciudadanos. Y lo hace con un Gobierno débil,
deshabitado de ideas y envuelto en una patente sensación de galbana. El país
puede quedar seriamente afectado por este gratuito zarandeo. Sólo una oposición
firme, con las ideas claras y las manos libres puede aportar la tranquilidad
necesaria que garantice a los españoles perplejos por esta deriva la opción de
una alternativa responsable -cuando llegue el momento- a esta inacción tan
inestable como perniciosa e inconsistente.
BREVE COMENTARIO: ¡MUEVANSE YA! (L.
B.-B., 26-12-04, 13:00)
Ciertamente, la sacudida que se nos
echa encima es brutal, y el Gobierno impasible: elecciones iraquíes, referéndum
europeo, proyecto de Estatuto catalán, elecciones vascas, elecciones
gallegas... Este año que comienza va a ser tremebundo, y el Gobierno
impasible... La oposición debe comenzar a apretar a fondo de una vez al
Gobierno: acosarlo mediante preguntas e interpelaciones para que explique qué
piensa hacer ante ese referéndum de autodeterminación vasco que ya tiene fecha;
qué piensa hacer ante un proyecto de Estatuto catalán que posiblemente haga necesaria
una reforma agravada de la Constitución o implique una ruptura constitucional
tácita; preguntar qué significa esa propuesta de ERC aceptada por el PSC y el
PSE de "comunidades nacionales" y federalismo asimétrico ---es decir,
confederación---....preguntar, preguntar, preguntar,...y si es necesario,
plantear antes del verano una moción de censura contra el Gobierno. Es urgente
que el pueblo español despierte y sea consciente de todo lo que nos estamos
jugando, que no aparezcan repentinamente los hechos consumados y la ruptura
tácita sin que haya habido tiempo para activar la alerta.
Posiblemente el PP deba pasar a segundo
plano, dejando de continuar enganchado en la comisión del 11M, y permitir
que los medios de comunicación y el poder judicial sigan desentrañando la trama
de los atentados: el que quiera ver ya sabe que el PP no realizó ningún engaño
masivo, que IU y el PSOE rompieron las reglas de la lealtad democrática los dos
últimos años, y que todavía queda mucho trabajo de investigación pendiente
sobre las tramas islamistas y los atentados del 11M. Pero lo más importante
ahora es saber qué se va a hacer o a dejar hacer con el país por parte
del Gobierno y su coalición demencial. Y es muy urgente que esto se sepa y se
ponga coto al desastre. Los avisos comienzan a emerger por parte de actores
importantes del sistema político, pero es imprescindible que comiencen ya los
movimientos: en la oposición, en el PSOE ---¿qué queda
de los acuerdos de Santillana, no los había firmado el PSC?---, en los medios
de comunicación todavía enganchados en la ambigüedad, y en el conjunto de la
opinión pública. Algunos socialistas ---del PSOE y de fuera de él--- han
comenzado a avisar del peligro, y no son traidores: la traición, derivada
de la ineptitud y el oportunismo doloso, al socialismo y al país, está en otro
lado.