LA COALICIÓN DEL TINELL

 

 Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 13.05.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

En estas elecciones hay papeletas con muchas siglas, pero los bandos en liza son sólo dos. En uno está el Partido Popular, y en el otro sus adversarios, liderados por el PSOE en coalición con los nacionalistas e Izquierda Unida. Ésa es la realidad, y ésa es la verdadera batalla política del 27-M, como consecuencia del proyecto de aislamiento al que el presidente Zapatero ha sometido en los últimos tres años al centroderecha español. Hay un tercer bando, que se llama ETA, disfrazada por gracia del Gobierno bajo bandera de conveniencia como los barcos-pirata, y dará sorpresas desagradables cuando llegue el momento de los pactos, pero en el grueso del territorio nacional las fuerzas en disputa escenifican un pulso goyesco que se resume en una sola premisa: todos contra el PP, condenado a una alternativa esencial entre ser mayoría absoluta u oposición.

Las escasas excepciones disponibles casi empeoran el panorama, pues se trata de socios de contrastada trayectoria especulativa, expertos en el mercado negro del voto. La menguante CDN en Navarra, los muy particulares nacionalismos de los archipiélagos (Coalición Canaria y Unió Mallorquina) y el Partido Andalucista en Sevilla y alguna otra localidad andaluza. Más allá de eso, lo que funciona es la Coalición del Tinell, que es el verdadero eje del proyecto político zapaterista; un frentepopulismo de nuevo cuño en el que la izquierda se alía con los nacionalistas burgueses para un reparto del poder sobre la base de la disgregación territorial y la jibarización del Estado.

En puridad no estamos ante un fenómeno nuevo, aunque el mandato de Zapatero le haya otorgado una cohesión casi programática a esta alianza socialnacionalista (huyamos por ahora de la fácil tentación de invertir el adjetivo); lo novedoso de la cuestión es la vocación de permanencia que el presidente ha construido en torno a esta especie de Liga confederalista, proyectándola hasta las próximas elecciones generales. Dicho de otro modo: en los pactos poselectorales de municipios y autonomías se va a sembrar una semilla destinada a fructificar en 2008... en la hipótesis de una victoria nacional del PP.

Por eso, ocurra lo que ocurra el día 27, Mariano Rajoy debería, desde el mismo día siguiente, emplazar a ZP a reeditar el decente compromiso que formuló en vísperas del 14 de marzo de 2004: no intentar formar gobierno si no saca un voto más que el PP en las próximas generales. Hasta ahora, desde que se restauró la democracia siempre ha gobernado en España el partido más votado, quedando para autonomías y ayuntamientos el obsceno carrusel de mercadería política que a menudo subvierte el sentido de la voluntad popular. Pero los síntomas de los últimos tres años apuntan a una estrategia diferente que requiere una urgente clarificación en aras de la limpieza democrática. Malamente resignados al abuso de un sistema electoral imperfecto, los ciudadanos tenemos que saber si existe la intención de extrapolar el manejo hasta someter a subasta el mismísimo timón del Estado.