LAS DOS ALMAS DEL PP :
¿SOMOS DE EXTREMA DERECHA?
Artículo de Emilio Campmany en “Libertad Digital” del 19 de junio de 2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para
incluirlo en este sitio web.
Aunque
seamos pocos, tenemos razón. Y, teniéndola, con el tiempo, seremos capaces de
conformar una mayoría alrededor de ella. Ánimo, y a perseverar, que ya vendrán
días mejores.
Entre los electores del
PP cunde el desconcierto. La derecha se fractura y ellos no saben por qué. En
cambio, sí creen saber qué resultará: una especie de derecha europea, laica,
moderada, de gesto amable y voz tranquila, por un lado, y una derecha
carpetovetónica, vocinglera, de curas trabucaires y señoronas envueltas en
visones, por otro. Presienten que al final, su partido, el PP, se dividirá por
mor de esas dos almas que siempre tuvo.
No hagan caso. Es
mentira. Es posible que el PP se escinda, pero no será una fractura vertical
que deje en la izquierda a los de centro y en la derecha a los extremistas. Ese
futuro que nos pasan una y otra vez por delante de los ojos es un matrix que no existe más allá de la mente de los que lo
imaginaron.
En la derecha no hay
centristas y extremistas. Hay gente acomodaticia, dócil, que se niega a ver lo
que quieren hacer con su país para no tener que reaccionar ante ello. Son como
esos rehenes que aparecen en las películas de Hollywood, siempre dispuestos a
creer en la buena fe de los secuestradores para no tener que enfrentarse a
ellos. Junto a esta derecha meliflua, hay otra que cree en el compromiso que
todos los españoles firmamos con la Constitución de 1978. A ella pertenecen los
que luchan para impedir la destrucción de la España que dio a luz la
Transición, una España llena de problemas, empezando por el de la organización
territorial, pero en la que la soberanía sólo tiene un dueño, el pueblo
español.
La primera es una
derecha prisaica y bizcochable,
esa que tan bien representó Fraga cuando aplaudía con entusiasmo de jerarca los
escasos aciertos de Felipe González. Si prevalece será una derecha gallardonizada, esto es, ganada para el nuevo régimen
confederal que Zapatero y algún otro nos están preparando, limpia de
visionarios empeñados en imponer el imperio de la ley,
la división de poderes o la igualdad de todos los españoles ante la ley.
La segunda, tras su
expulsión del paraíso gallardonita, será una derecha
extrema ultracatólica, ultraliberal
y ultraconservadora, o sea, muy ultra lo que sea, opuesta a los derechos de los
gays, las lesbianas, los gitanos, los musulmanes, los
negros y hasta de las mujeres, nostálgica de la España franquista color sepia.
Pues bien, esa es la
etiqueta que nos quieren colgar a todos cuantos denunciamos el minado del
régimen de 1978. Lo hacen para arrinconarnos en un ghetto
institucional donde sirvamos de justificación a la existencia de una derecha
"más civilizada", tolerante de la perpetuación en el poder de la
izquierda.
Están seguros de que,
con el tiempo, los habitantes del ghetto trataremos
de huir de él, pero no nos dejarán hacerlo sin prometer, pues estará prohibido
jurar, lealtad al nuevo régimen.
Sin embargo, no somos de
extrema derecha. Los Vidal Quadras, Mayor Oreja, San
Gil y tantos otros, que, a veces en silencio, a veces a gritos, estamos con
ellos, defendemos los valores y principios de las verdaderas democracias y
luchamos por algo que interesa proteger: la libertad. Hoy ha sido la de
expresión la que ha sido atacada entre el refocilo de la izquierda y el regodeo
de la mayoría de la derecha. Mañana serán otras.
Aunque seamos pocos,
tenemos razón. Y, teniéndola, con el tiempo, seremos capaces de conformar una
mayoría alrededor de ella. Ánimo, y a perseverar, que ya vendrán días mejores.