EL PROYECTO
DE ZAPATERO. MAJESTAD: ¿ADÓNDE VAMOS?
Artículo de Emilio Campmany en “Libertad Digital” del 24 de mayo de 2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el
artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un muy breve
comentario al final:
LA ESTAFA
Luis
Bouza-Brey, (24-5-08, 13:30)
Probablemente, Zapatero ha sido capaz de convencer al Rey de la bondad
de un plan así o parecido. Y pudiera ser que el monarca, después de haberse
dejado convencer, haya logrado a su vez convencer a Rajoy de lo mismo
Ha causado
sorpresa que nuestro Rey se descuidara y, en contra de lo que él mismo aconseja
a su heredero, halagara la rectitud y honestidad del secretario general del
Partido Socialista. La metedura de pata ha sido disculpada por casi todos al
estilo indulgente de Rubalcaba, diciendo que también el Rey tiene derecho a ser
sorprendido un día con la guardia baja.
Pero lo
importante de aquellas declaraciones casi robadas no fue que el Rey defendiera
la honestidad y rectitud de Zapatero, que son cosas que nadie ha puesto en
duda, sino que nos dijera: "[Zapatero] sabe muy bien en qué dirección va y
por qué y para qué hace las cosas."
El recado no
estaba dirigido a todos los españoles, pues son muchos los que confían en el
liderazgo de nuestro presidente y, aunque ignoran como todos adónde nos lleva,
no ven que el viaje pueda entrañar ningún peligro. El mensaje estaba más bien
dirigido a todos aquellos de nosotros que desconfiamos de Zapatero y que
creemos que nos está conduciendo a un precipicio, aquel donde los españoles ya
no serán españoles porque España habrá dejado de existir, o en el que, aunque
España sobreviva como nación, habrá unos españoles con más y mejores derechos
que otros.
De modo que, a
todos esos que desconfiamos y que nos mostramos renuentes a dejarnos arrastrar
hasta ese precipicio que cada vez intuimos más próximo, gente que, por
monárquica o por simpatizar simplemente con nuestro Rey, hemos echado en falta
algún gesto suyo tendente a moderar la deriva a la que está abandonada nuestra
nación, Don Juan Carlos nos asegura que Zapatero sabe muy bien en qué dirección
va.
Para que el
Rey pueda hacer esta afirmación son necesarias dos cosas: la primera es que
sepa cuál es el proyecto de Zapatero, el programa y las etapas del viaje que
quiere que hagamos; la segunda es que tal proyecto le parezca bien, pues de
otro modo no se habría expresado como lo hizo.
Así que
Zapatero tiene un plan. Y el rey lo conoce. Y lo aprueba. Pues bien, majestad,
a muchos de sus compatriotas, aunque seamos un poco cernícalos y algo lelos,
nos gustaría saber adónde se nos lleva, pues, aunque confiamos en su majestad,
cada vez nos gusta menos lo que estamos viendo y oyendo por el camino.
¿No será que
Zapatero ha convencido al rey de que la única forma de evitar a medio plazo la
independencia de Cataluña y País Vasco es que los socialistas se hagan con el
poder en estas regiones a base de ser más nacionalistas que nadie y transformar
España en una confederación de tres, cuatro o cinco naciones antes de que los
verdaderos nacionalistas la rompan del todo? ¿No le habrá contado el cuento de
que es preferible una España confederal a una España rota?
Sin embargo,
para que el plan no descarrile hace falta que el PP se haga también
nacionalista allí donde sea necesario para entre los dos grandes partidos
construir la España confederal que proyecta Zapatero, la única que, según él,
puede sobrevivir a las tensiones nacionalistas.
Probablemente,
Zapatero ha sido capaz de convencer al Rey de la bondad de un plan así o
parecido. Y pudiera ser que el monarca, después de haberse dejado convencer,
haya logrado a su vez convencer a Rajoy de lo mismo, lo que ayudaría a explicar
la metamorfosis del gallego.
Vayan pues
haciéndose a la idea de que el debate ya no será entre socialistas y liberales,
ni entre progresistas y conservadores, tampoco lo será entre nacionalistas y
constitucionalistas, sino que acabaremos discutiendo entre federalistas y
unionistas, monárquicos con la boca chica los primeros y republicanos a la fuerza
los segundos. Vayan pensando donde van a querer estar.
Muy breve
comentario final:
LA ESTAFA
Luis
Bouza-Brey, (24-5-08, 13:30)
Un muy breve
comentario técnico, pero que tiene trascendentes consecuencias políticas: lo que
se defiende como federalismo desde el filonacionalismo catalán de la
autodenominada izquierda no es tal cosa. No se parece en nada al Estado federal
alemán, ni al norteamericano, ni al suizo. Es un modelo de confederalismo
asimétrico transicional entre el Estado español y la independencia, o el caos.
No hay más que estas dos salidas, pues no se puede mantener integrado un Estado
en el que se instaura definitivamente la desigualdad y el privilegio de unos
territorios sobre otros, que al mismo tiempo produce reducción de las
libertades para los españoles en el interior de cada uno de los territorios
confederalizados.
Pero la
independencia también conduce al caos, por lo que el párrafo que antecede
podría redactarse de nuevo de la siguiente manera: es un modelo de confederalismo
asimétrico transicional entre el Estado español y la independencia, o el caos.
Es decir, entre el Estado español y el caos o el caos.
El federalismo es
otra cosa: en él existe un Estado federal con competencias importantes,
entre las cuales la del mantenimiento de la igualdad básica entre todos los
ciudadanos del Estado en el ámbito del Estado.
Por consiguiente,
creo que conviene clarificar las cosas: a un lado tendremos que situarnos los
unionistas, ya seamos centralistas, autonomistas o federalistas; y al otro, los
nacionalistas soberanistas, los independentistas, y los filonacionalistas, ya
sean los que se denominan de izquierdas o los que se consideran de “centro”.
Está por ver
todavía si los res-publicanos que defendemos la existencia de un Estado común
verdadero tendremos que hacernos Republicanos con todas sus consecuencias…
depende de hacia dónde vaya la Corona,
pero no puede transformarse en rehén del filonacionalismo y la pseudoizquierda.
Si a todo este caos turbulento termina asociándose el PP, la estafa va a ser
histórica, y el terremoto, tremendo.