LA ESTRATAGEMA

 

 Artículo de Jaime CAMPMANY  en  “ABC” del 11/01/05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

SÓLO una estratagema política para no desagradar a sus socios parlamentarios puede ser la explicación de la actitud de Zapatero ante la aprobación en Vitoria del plan Ibarreche. De otra manera no se concibe que el Partido Socialista califique el plan de inconstitucional, y hasta pida el concurso del PP para oponerse a él en el Parlamento, precisamente por ir claramente contra la Constitución, y por otro lado se niegue a enviar el texto al Tribunal Constitucional para que los altos magistrados señalen dónde, cómo y por qué el empecinado plan Ibarreche viola las normas constitucionales.

El debate político en el Congreso, a sabiendas de que terminará con el rechazo del plan con los votos de los dos grandes partidos de la arquitectura política española, es solamente una manera peligrosa de ganar tiempo. Mejor dicho, de que Zapatero gane tiempo haciéndoselo perder al Congreso. Vamos a ver, señores del Gobierno, si alcanzan a tener un mínimo de seriedad. Si tienen ustedes, no ya sospechas, no ya indicios vehementes, sino convicciones profundas y fundadas de que el texto del plan Ibarreche se sitúa fuera de la Constitución, ¿por qué misterioso capricho no es enviado al Tribunal Constitucional para que los jueces lo examinen y resuelvan?

Quien debe analizar, explicar y fundamentar la constitucionalidad o inconstitucionalidad del plan Ibarreche no son los partidos políticos, sino el Tribunal Constitucional, porque ese es un tema de técnica jurídica y no tienen nada que decir oficialmente ni Pepiño Blanco ni Eduardo Zaplana, por poner dos ejemplos enfrentados en el hemiciclo, ni el doctor Llamazares, ni las ministras de cuota, ni Lazarillo Rubalcaba. Y si el plan es inconstitucional, asunto resuelto y ya no hay nada que debatir. El señor Ibarreche no quedaría como una víctima y un incomprendido «político», sino como lo que es: un nefasto presidente autonómico que desobedece las leyes, viola la legalidad, intenta cargarse la Constitución y tira hachazos al Estado de Derecho.

La «hoja de ruta» del lendakari está cantada. La ha cantado el propio barítono con la música escondida, aunque no tanto, de la banda etarra. El plan se aprueba en el Parlamento de Vitoria. Si faltan tres votos, los presta ETA. El pacto Ibarreche-Ternera se convierte en una conclusión lógica. Se envía el plan al Congreso de los Diputados, y allí lo rechazan los votos sumados del PP y el PSOE. Madrid, España, los maketos en definitiva, no entienden ni respetan a los vascos. No aceptan la negociación, y hay que ir a las «tortas». Se celebran las elecciones autonómicas con el plan como programa electoral y con una tregua etarra pactada. Y enseguida, el referéndum, sea legal o ilegal. ¿Qué más da? No hay nada por encima de la voluntad de la sociedad vasca, representada por Ibarreche y atemorizada por ETA. Total: plan, tregua, Estatuto, nacionalismo, Estado asociado y Euskadi, que, de momento, se queda en España, libre e independiente para no tener que salir de Europa. El Tribunal Constitucional, de vacaciones. Y Zapatero, presidente de lo que quede.