ZAPATERO YA NI DISIMULA

 

Artículo de María Cano en “El Imparcial” del 14 de septiembre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

O Zapatero piensa que no pensamos en absoluto y que somos meros receptores de mensajes mediáticos o el que no roza ni de lejos la media de inteligencia del país es él, algo que se debate desde hace tiempo en ciertos corrillos cada día más numerosos. Una cosa es que no tenga ni idea de macroeconomía ni de microeconomía ni de por dónde le llega el vientecillo de la crisis y otra muy diferente es que nos tome el pelo de forma descarada, indignante e inadmisible o, lo que es aún peor, que en su ignorancia aliñada con una torpeza de Guinness piense que nos puede colar parados por trabajadores siempre y cuando estén haciendo un cursito del INEM.

Los parados, señor mío, son desempleados, no trabajan, no madrugan cada mañana y se comen atascos infernales para llegar a un puesto de trabajo hostil, en muchos casos, o aburridísimo, en otros (porque el porcentaje de privilegiados que disfrutan de su ocupación es preocupante), para alimentar a la familia cada mes, pagar la hipoteca, la luz, el agua y demás gastos y, además, dar de comer a pensionistas, funcionarios y desempleados.

No me toque usted los euros, señor presidente, que cuesta mucho trabajo ganarlos. Si hay que sostener a los más necesitados, para eso estamos los trabajadores activos pero ahórrese los eufemismos si no quiere que le saquemos los colores. Porque a mi, y a muchos otros, nos parece bien pagar por la Sanidad (sí, sí, pagar, que no es gratis aunque muchos lo piensen), por la Educación (ídem), las pensiones de los mayores que ya han trabajado durante toda su vida, las de los que por circunstancias diversas no pueden trabajar más aunque no sean ancianos, la prestación por desempleo de los millones de parados frustrados y angustiados que malviven en nuestro país, el sueldo de los miles de funcionarios con los que cuentan las distintas administraciones públicas. Muy bien. Hasta ahí, de acuerdo.

Pero si me intenta colar como “trabajadores para el país” a los desempleados que reciben formación para que las cifras del paro sean menos alarmantes, ahí me planto. Y entonces igual me envalentono y le pido explicaciones por los más de 4.000 liberados sindicales que viven del cuento en este país incluso en situaciones tan extremas como esta (olé por Aguirre), por la cantidad de gastos innecesarios que se aprueban y ejecutan cada día con nuestro dinero sin pedirnos permiso ni opinión, por los miles de puestos políticos fantasma de amiguetes elegidos a dedo que cobran a fin de mes por figurar y acudir a actos sociales, etc.

Déjese de retórica manida y haga su trabajo usted también. Tome las medidas necesarias para desatascar este sumidero podrido por el que nuestra economía pierde, cada minuto que pasa, el poco oxígeno que le queda. Y si no sabe cómo hacerlo, déjese. Si lo piensa bien, las siguientes elecciones las tiene ya perdidas, según las encuestas, así que lo mismo le va a dar adoptar medidas impopulares que no hacerlo. Con una diferencia. Podrá ser recordado como el presidente que impulsó o comenzó a impulsar nuestra economía en una situación dramática o como el tipo aquel que se agarró a su sillón, miró hacia otro lado y dejó tras de sí un país destrozado con una economía en la UCI por su pasividad absoluta.

Desde luego, eso es lo que se desprende de sus discursos y declaraciones. Este mismo lunes ha afirmado usted que "ahora lo que tenemos que hacer es aproximarnos a este gravísimo problema social con una nueva mirada que nos exige la crisis, la formación por encima de cualquier otra política”. ¿En serio piensa eso? Insisto, me debato entre la incredulidad acompañada de un considerable cabreo y el espanto. ¿La formación? ¡¡¡El trabajo!!! Fomente usted el empleo, baje los impuestos a las pequeñas y medianas empresas, que son las que crean nuevos puestos de trabajo, concédales alguna ventaja fiscal aunque sea sólo temporal y, por favor, recorte gastos de una vez. No soy una experta en materia económica pero mi sentido común goza de una excelente salud, al igual que el de muchos otros. Le presto el mío pero empiece a gobernar antes de que me exilie, con otros cientos de miles de trabajadores activos, en cualquier otro país más desahogado.