VUELTA AL PASADO

Los catalanes podrán gozar hoy del Barça-Madrid, algo que no tendrían de no formar parte de España

Artículo de José María Carrascal  en “ABC” del 29 de noviembre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

«Estas elecciones marcarán el rumbo de toda una generación», titulaba ayer La Vanguardia. ¿Seguro? Seguro es sólo que cierran una etapa, pero que abran una nueva está por ver. En España, y Cataluña es España, guste o no a algunos, las cosas suelen cambiar para seguir igual. O para volver atrás, como puede ocurrir ahora, tras demostrar esta campaña que no hay diferencias entre catalanes y españoles. Políticamente estamos en la infancia.

Lo que se acaba es el tripartito. Montilla intentó a última hora presentarse como el valladar contra el nacionalismo, pero se había contaminado demasiado de él para resultar creíble, y el descalabro de su partido ha sido grande. Sus socios no han corrido mejor suerte. ERC ha pagado sus excesos verbales y ICV sufre algo menos gracias a esa minoría inaccesible al desaliento de comunistas y ecologistas. Como Albert Rivera, gracias a que en Cataluña gustan los extravagantes. Laporta ha cumplido su sueño parlamentario, tras haber alcanzado el futbolístico, mientras el PP alcanza el suyo de convertirse en la tercera fuerza política catalana. Vamos a ver cómo lo administra, rodeado de enemigos y tentaciones por todas partes.

La ganadora, por «default», es CiU, lo que significa volver a la etapa del «nacionalismo moderado», que pactaba con el PSOE o el PP según quién gobernase en Madrid, a cambio, eso sí, de concesiones, para acercarse poco a poco a la independencia. De momento, no la pide. Se contenta con un «concierto económico» similar al vasco, consistente en recaudar todos los impuestos en su territorio y pagar al Estado lo que considera gasta en él. Que en el caso vasco, es una cantidad más simbólica que otra cosa. Aparte de que Artur Mas sabe que eso es imposible. Sería anticonstitucional y ningún líder socialista o popular se lo concedería. Ya han visto, Zapatero quiso darles un nuevo estatuto y no lo consiguió.

Todo ello en medio de una crisis económica que exige toda la atención, esfuerzos y recursos para que no nos lleve por delante. No son los temas identitarios los más urgentes. Es el paro, la competitividad, la deuda, los mercados. Estas elecciones catalanas no los han resuelto. Pero han despejado el camino, eliminando uno de los obstáculos en él, un gobierno contra natura, con una política a veces cómica, a veces delirante, calamitosa siempre, que confundía las prioridades e ignoraba las verdaderas preocupaciones de la gente. ¿Será CiU capaz de llevar la política realista que Cataluña necesita? Me temo que no, que sólo nos ofrezca un «nou pujolismo». Un pujolismo con «facelift».

En cualquier caso, los catalanes podrán gozar hoy del Barça-Madrid, algo que no tendrían de no formar parte de España. ¿Es ése el fondo de la «vieja cuestión catalana»?