¿ACUERDO POSLEGISLATURA?

Zapatero es un político totalmente quemado, al que puede sacársele cuanto se le pida

Artículo de José María Carrascal  en “ABC” del 29 de diciembre de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

El formateado es mío (L. B.-B.)

Con un breve comentario al final:

No, no sólo cabe el reproche moral e ideológico, sino la acusación criminal

Luis Bouza-Brey (31-12-10, 13:00)

 

La experiencia nos enseña que para conocer los planes de un político, tenemos que escuchar lo que dice y pensar lo contrario. Como todo el mundo lo descuenta, se trata de un pecado venial, como el de las promesas electorales. Viene a cuento a propósito de esa declaración de Durán Lleida de que el acuerdo entre CiU y el PSC para facilitar la elección de Mas «no es un pacto de legislatura, sino un mero acuerdo puntual». Bueno, pues el acuerdo no es sólo de legislatura, o de lo que queda de ella, sino de poslegislatura, ya que puede alargarse a la próxima.

Me atrevo a vaticinarlo por lo dicho y hecho por Mas en los pocos días que lleva de president in pectore.Ha acordado con los socialistas incumplir la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el castellano como idioma vinculante en las escuelas catalanas, ha incluido a un socialista en su gabinete, ha prometido el cargo «con plena fidelidad al pueblo catalán», ¡faltaría más!, y, lo más importante, ha dado instrucciones de que se haga todo lo posible para que el PP no alcance la mayoría absoluta en las próximas elecciones. En lo que seguro los socialistas están de acuerdo.

La lectura a la inversa de ese programa de gobierno es clara: hay que mantener a Zapatero en el poder —es un decir— todo el tiempo posible. Y más. Algo perfectamente lógico desde su perspectiva. Zapatero es un político totalmente quemado, al que puede sacársele cuanto se le pida, como ya han comprobado los nacionalistas vascos y canarios. Ahora, se les unen los catalanes, que reclaman su parte de ese cadáver político, decidido a continuar en el cargo.

No hace falta ser un mal pensado para imaginar que si el pacto funciona el resto de la legislatura y consiguen que el PP no alcance la mayoría absoluta, la tentación de mantener a Zapatero en el poder —es un decir— hasta 2016 para seguir avanzando en la senda hacia la «plenitud nacional», será grande. No se lea en mis palabras el menor reproche a los nacionalistas. Por serlo, están obligados a alcanzar el Estado-nación que vienen añorando. Mi pregunta es a los empresarios catalanes. Nadie sabe mejor que ellos la amplia, profunda, inextricable red tejida entre Cataluña y el resto de España durante siglos. Como de las dificultades que tendría una Cataluña separada de España —y de una España sin Cataluña—, desde luego. ¿Van a dar la bendición a ese proyecto, aunque sea a plazos? El tiempo nos lo dirá.

En cuanto a los socialistas, la advertencia de Montilla en la toma de posesión de Mas de que Cataluña tiene que «preocuparse más por el hacer que por el ser, por la consistencia que por la esencia», llega tarde. Tenía que habérsela aplicado él cuando era presidente de la Generalitat. Y encima, disponiéndose a servir de lacayo a los buscadores del ser y la esencia catalanas. Aunque pedir coherencia al socialismo español actual es como pedir membrillos al alcornoque.

Breve comentario final:

No, no sólo cabe el reproche moral e ideológico, sino la acusación criminal

Luis Bouza-Brey (31-12-10, 13:00)

 

En “ABC” del 29 de diciembre aparecen dos artículos, como siempre muy interesantes, sobre la nueva situación política en Cataluña: este que estoy comentando y otro de Ignacio Camacho que lleva por título Conllevancia

Pero a ambos le encuentro una deficiencia análoga: la falta de contundencia con el etnonacionalismo de CIU, organización de la que siempre se está esperando ilusamente que se equilibre ideológica y estratégicamente y lo que se consigue es que se extreme en sus posiciones. A CIU hay que reprocharle su deslealtad y doblez taimada, por haber pasado del autonomismo al soberanismo, desbordando y violando permanentemente el marco constitucional, así como hay que reprocharle moral e ideológicamente el chantaje al conjunto de los españoles y la orientación anacrónica y reaccionaria que mantiene, a favor del etnicismo, la solidaridad y la premodernidad antidemocrática.

Pero también, desde el punto de vista jurídico, hay que advertirle que sus violaciones de la Constitución y la Ley no pueden ser aceptadas ni dejadas sin respuesta, y que existen medios constitucionales (art. 155 de la Constitución) y penales para detener su deriva sin fin hacia la premodernidad, hacia una posición antiespañola, y antieuropea inaceptables. Es inconcebible e intolerable que nos estén destrozando el país con la cooperación y coalición de facto con los zombis del gobierno central y del tripartito.

Desarrollar todo esto en un solo artículo llevaría demasiado tiempo, además de que mis comentarios y artículos de los últimos años se refieren casi todos a esta cuestión, por lo que no prolongaré esta reflexión ni unas líneas más.

Piensen lo que piensen muchos lúcidos columnistas capitalinos, la hegemonía del etnonacionalismo catalán tiene los pies de barro, si se les hace frente razonablemente pero con contundencia.