LA MENTIRA PERMANENTE

Una oposición incapaz de desalojar a un gobierno que es una desgracia nacional tiene que fallar por algún sitio

Artículo de José María Carrascal  en “ABC” del 13 de abril de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

No llegará en el segundo semestre de este año, ni en el que viene, ni en el otro. Me refiero a la recuperación. Tal vez llegue en 2015. O en 2016. Nadie lo sabe con certeza. Lo único seguro es que ni siquiera está a la vista, contra lo que viene diciéndonos el presidente del Gobierno, con sus brotes verdes y otras zarandajas. No es optimismo antropológico, sino embuste antropológico. Este señor es incapaz de decir la verdad, un concepto para él «discutido y discutible», como el de la nación. Y nosotros, en Babia. Ha tenido que ser alguien ajeno, como en el caso de los maridos cornudos, quien nos lo dijera. El Fondo Monetario Internacional. El crecimiento del PIB español en los próximos años será demasiado relentizado para crear empleo. Y ya me dirán ustedes cómo se recupera una economía con cerca de 20 por ciento de parados. El FMI respalda las medidas económicas tomadas por el gobierno Zapatero. Pero sigue advirtiendo que no las ha completado. Aunque no le parece probable que España necesite rescate como Grecia, Irlanda y Portugal.

El «Financial Times» es más cruel. O más sincero. Advierte que la burbuja inmobiliaria que acecha bajo nuestras instituciones financieras junto a la subida de los intereses, obligarán a un rescate de España. ¿Por qué no lo dice el FMI? Pues por miedo. Porque Portugal, Irlanda y Grecia son rescatables. España, no. Es demasiado grande, el fondo habilitado en Bruselas para ello no bastaría y la caída de España podría arrastrar al euro. Por no hablar ya de que bancos y empresas europeas tienen grandes inversiones en nuestro país, que se verían afectadas por una bancarrota española. Así que animan a su gobierno a hacer las reformas que ha prometido, le dan palmaditas en la espalda y cruzan los dedos, con la esperanza de que haya suerte.

¿Qué hace ante ello Zapatero? Pues echarle la culpa al PP por criticarle. De todas sus mentiras, ésta es la peor, la más infame, pues el PP viene diciendo —no sólo por boca de Rajoy, sino por la de todos sus dirigentes (¿recuerdan el debate Solbes-Pizarro y las sonrisitas socialistas?)— que Zapatero se equivocaba. Que la crisis existía. Que sus medidas contra ella eran erróneas. Que los brotes verdes eran el cuento de la buena pipa. Que sólo cuando Europa le exigió que se dejara de funambulismos, cambió radicalmente de política económica. Pero incluso eso lo está haciendo a medias y a rastras.

Por decir todas estas verdades resulta que el PP es el culpable del lamentable estado en que nos encontramos. Aunque algo de culpa debe de tener. Una oposición incapaz de desalojar a un gobierno que es una auténtica desgracia nacional tiene que fallar por algún sitio. ¿O somos los españoles los que fallamos? La vieja, la eterna pregunta.