LA NACIÓN DESNUDA
Artículo de José María CARRASCAL en “La Razón” del 26/12/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
¿Recuerdan la fábula del rey que, engañado por un sastre tunante, se paseaba
desnudo ante sus maravillados súbditos? Aquí ha sido el Rey quien ha tenido que
advertirnos que España se está quedando desnuda. En su mensaje navideño, Don
Juan Carlos no ha dicho más que cuatro verdades de barquero, cosas que de puro
evidente ya nadie decía. Que incluso no estaba bien decir, tan lejos habíamos
ido en nuestro paletismo y hasta tal punto nos habían engañado los embaucadores.
España es una nación, un país. A más de uno ha debido atragantársele el pavo.
¿Debe tomarse «un», «una» como artículo indeterminado o como adjetivo numeral?
Interprételo cada cual como quiera. Un monarca no está obligado a ser tan
preciso, ni a apuntar con el dedo, ni, menos, a trazar una política. Para eso
están los políticos. Pero debe recordar los principios en que se asienta el
Estado cuando estos corren peligro de olvidarse. Con suavidad, sin acidez. Pero
firmemente. Para que luego cada cual lo interprete como le plazca, aunque en
este caso haya muy poco que interpretar.
España es una nación que ha hecho enormes avances en los últimos tiempos.
¿Puede alguien con más de treinta años negarlo? ¿Puede alguien discutir que
entre aquella España que exportaba trabajadores, privada de libertades, con un
futuro incierto y ésta anclada en la Comunidad Europea, gozando de una
democracia plena, que importa trabajadores no hay diferencias abismales? Bueno,
en una cosa se parecen: en el futuro incierto. Si entonces no sabíamos qué iba a
ser de nosotros tras el franquismo, hoy no sabemos qué va a ser de España cuando
los aprendices de brujo que intentan cambiarla acaben su faena. Pero esto no
hace más que evidenciar el «striptease» a que viene siendo sometida, motivo de
la advertencia del monarca.
España es una nación que ha hecho enormes avances en los últimos tiempos, y
todos tenemos la obligación de consolidarlos. Algo de cajón, pero que nadie
decía. Como que el rey iba desnudo. Y ha tenido que decirlo el propio Rey, para
que nos diéramos cuenta. Ha tenido ser quien personifica el Estado quien
advierta que lo están dejando en cueros vivos, sin que nadie diga ni haga nada.
O, mejor, que nos están dejando, ya que el Estado, la nación, somos todos. Es
por lo que aunque este mensaje parece dirigido en particular a los políticos que
por activa o pasiva están desnudando a la nación, va dirigido en realidad a
todos los españoles. Pues lo más triste del caso no es que algunos traten de
arrebatarnos la capa y el sayo por ambiciones personales o cortedad de miras. Lo
más triste del caso es que la nación entera asiste al expolio sin inmutarse. Ha
tenido que ser el Rey quien se lo advierta. Como en la fábula, sólo que al
revés. La moraleja, eso sí, tenemos que ponerla nosotros.