SE ACABÓ LO QUE SE DABA

 

Artículo de José María Carrascal en “ABC” del 11 de junio de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

La auténtica «era Zapatero» empieza ahora. Lo anterior fue un preludio, una obertura, y como todas las oberturas, amable y jovial. Nada de extraño que el presidente nos convenciese de que tenía la fórmula mágica para resolver cualquier tipo de problemas. Lo de ETA se arreglaba negociando con ella. Lo del nacionalismo, con nuevos estatutos. Lo de la inmigración, legalizando a los ilegales. Lo del choque de civilizaciones, con la alianza de civilizaciones. Así daba gusto. España era Jauja, donde ataban los perros con longanizas, y además, gratis. Éramos la envidia del mundo y dentro de poco, expertos de todos los países vendrían al nuestro para estudiarlo e imitarlo.

Quien ha venido es el tío Paco con la rebaja. Mejor dicho, con la subida, pues el tío Paco es el petróleo. Y los altos intereses, y el paro ascendente, y los automóviles inmóviles, y los pesqueros amarrados, y el ladrillo quietecito, y las tasas de crecimiento más bajas de la UE, y así sucesivamente. A eso nos ha conducido la imprevisión, el diletantismo y autismo de nuestro presidente, que a estas horas todavía no ha reconocido que estamos en una crisis. Dentro de poco, se lo vamos a recordar los españoles con palabras gruesas, echándole la culpa de las desgracias que nos caen encima. Tendremos razón, pero sólo hasta cierto punto, pues parte de esa culpa nos corresponde: somos nosotros quienes le hemos elegido, no una vez, sino dos. Así que todos esos que protestan en las carreteras, en los puertos, en las estaciones de servicio, en los supermercados, y los que van a protestar, que serán bastantes más, conviene que recuerden a quién votaron el 9 de marzo.

Quiero aprovechar el espacio que me queda para salir en defensa de la ministra de Igualdad ante las críticas que le llueven. Con su teléfono para los maltratadores, Bibiana Aído no hace más que aplicar la fórmula de su jefe para resolver problemas: diálogo, entendimiento, comprensión. ¿No fue lo que Zapatero puso en práctica con ETA, con los nacionalistas, con los conflictos internacionales? ¿Por qué no va a poder ella hacer lo mismo con los maltratadores? El próximo paso será proveerles de un móvil, para el caso de que no tengan un teléfono a mano, cosa frecuente en los pueblos y barrios marginales donde suelen darse esas tragedias.

Los aguafiestas de la derecha dirán que la fórmula no funciona. Que puede ocurrir incluso que la conversación telefónica encolerice aún más al maltratador, al ver que no le dan la razón, como ha encolerizado a ETA encontrarse con que no les daban lo que buscaba. O, a los nacionalistas, ver que los nuevos estatutos no son exactamente lo que pensaban.

Pero eso no resta belleza al planteamiento de Zapatero, ni bondad a sus intenciones. Lo único que le falta es ajustarse a la realidad. Pero ya sabemos que la realidad es de derechas. Una pena.

Aunque para pena, la que vamos a sentir cuando el embeleco del presidente se nos venga encima.