EL FALSO SAULO
Artículo de José María Carrascal en “ABC”
del 08 de febrero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Los periódicos
vienen llenos de expresiones como «giro», «cambio de rumbo», «volantazo», «caída del caballo» de Zapatero, como la
sufrida por Saulo camino de Damasco. No me lo creo. La caída convirtió al Saulo
perseguidor de cristianos en Pablo, apóstol del cristianismo. Nada de eso se
aprecia en Zapatero. Ha hecho gestos, ha rezado incluso o fingió que rezaba.
Pero medidas concretas, decisiones firmes, instrucciones tajantes, ni una sola.
Todo se ha quedado en directrices genéricas, vagos propósitos, amagos de
reforma. Cuando lo que necesita la economía española es que alguien empuñe el
timón, cambie el rumbo y asuma responsabilidades. Eso se lo deja Zapatero a
sindicatos y empresarios, que mantienen posiciones opuestas prácticamente en
todo. ¿Cómo van a ponerse de acuerdo? ¿Por inspiración del Espíritu Santo? Ese
papel corresponde al presidente del gobierno.
Llega la
hora de tomar decisiones impopulares, de decir claramente cuáles son, de acabar
la salmodia de que «la agenda social no se tocará», de reprochar a la oposición
que «no tira del carro», de insinuar que estamos ante una confabulación
extranjera, de repetir que la recuperación está en puertas. En una palabra: hay
que gobernar de verdad, porque si seguimos con la improvisación, el engaño y la
agenda política en vez de económica, vamos a encontrarnos no igual, sino peor
que Grecia, pues la griega, a fin de cuentas, es una economía pequeña, que
puede reflotarse sin mayores daños. Pero en la economía española hay muchos
intereses e inversiones extranjeras, que pueden sufrir, lo que significa que el
batacazo será mayor.
Es lo
que aterra a Zapatero: que esos intereses e inversiones empiecen a actuar
contra España, es decir, contra él. Lo teme más que al descalabro socialista en
las próximas elecciones catalanas y andaluzas. Lo teme más incluso que a los
sindicatos, a cuyos líderes tiene cogido por las subvenciones. Hoy, su mayor
peligro viene de fuera. ¡Y él que creía que la presidencia europea iba a ser su
escudo! Cosas de provinciano, que no sabe cómo las gastan fuera. La presidencia
europea está resultando su Waterloo, al dejar al descubierto su desnudez, su
levedad, su vaciedad. En España, colaba. Fuera, le calaron a la primera. Aunque
da un poco de vergüenza que hayan tenido que ser Bruselas, Davos,
Washington, quienes nos lo descubrieran.
Desnudo,
como el rey de la fábula, sigue presumiendo de ropajes. Antes que le creamos,
tendrá que reconocer sus muchos errores y enumerar los sacrificios que tenemos
que hacer para salir del agujero. Mi apuesta es que no lo hará. Que seguirá
trampeando, convencido de que todavía puede engañar a todos. Otro error. Como
todos los mentirosos compulsivos, al único que ya engaña es a sí mismo, tragado
por las arenas movedizas de su mentira.