¡SALVAD EL EURO!
Artículo de José María Carrascal en “ABC”
del 09 de mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Ya no se
trata de salvar a Grecia. Se trata de salvar el euro. O lo que es lo mismo, esa
maravilla moderna que es la Comunidad Europea, «el mayor éxito del último
siglo», hacia la que se dirigen gentes de África, Asia, América, en busca de
futuro. Pero puede ser pasado. La rica, social, democrática Europa teme el
efecto dominó: que la caída de Grecia traiga la de Portugal; que la de
Portugal, la de España, y que la de España, la de todos. Pues si hay dudas de
que los 140.000 millones de dólares que van a prestarse a Grecia bastarán para
salvarla, los 600.000 millones que se necesitarían para salvar a España, según
Mark S. Kirk, miembro del Comité Financiero del Congreso norteamericano, no los
tienen ni el FMI ni la CE. Con lo que todos, al hoyo. Nada de extraño que las
Bolsas estén de los nervios y que en Bruselas haya reuniones de urgencia para
establecer mecanismos de defensa de la moneda única, que miraba al dólar por
encima del hombro, para perder valor diariamente respecto a él.
Hoy
comprobamos que los agoreros que advertían contra el establecimiento de una
moneda común para estados de muy diferentes niveles económicos, sensibilidades
políticas y hábitos sociales, podían tener razón. Más, sin tener la misma
fiscalidad ni la misma política económica, es decir, el mismo gobierno. Por
muchas disposiciones que se dictaran desde Bruselas, los países habituados a
gastar más de lo que ingresaban, seguirían gastándolo. Mientras tenían su
propia moneda, el remedio cuando el déficit se hacía insoportable era
devaluarla. Una especie de purga tras una indigestión, que abarataba los
productos propios y encarecía los ajenos, con el consiguiente adelgazamiento
general. Pero con una moneda única europea, la devaluación se hacía imposible,
y lo que han hecho esos gobiernos es transferir sus déficit
al euro. Algo así como cargar los gastos personales a la tarjeta de crédito
común. Y que los demás pagasen.
Es lo
que venían haciendo los griegos, hasta que la crisis financiera mundial ha
descubierto todas las granujadas en curso. Un poco tarde, pues el daño estaba
hecho y salvar a Grecia va a costar un ojo de la cara al resto de los europeos.
Pero el problema, como les decía, ya no es Grecia. Son los que puedan venir
tras ella, nosotros entre ellos, con una economía cinco veces mayor que la griega,
es decir cinco veces más difícil de sanear.
Por lo
pronto, nos han hecho pagar el 3,58 por ciento de interés por los 4.500
millones de euros que acabamos de pedir prestados, mientras por los 2.300
millones que pedimos en marzo pagamos el 2,8. No se alarmen. Estamos todavía
lejos del 9 por ciento que le hacen pagar a Grecia. Pero todo se andará si
cuanto hace Moncloa ante la crisis es decirnos que estamos saliendo de ella.
Lo que
no nos dice es que hemos entrado en otra mayor, con nosotros en el epicentro.