Todos los fracasos,
angustias, advertencias, dolores y sufrimientos de los últimos años no han
servido de nada
Artículo
de José María Carrascal en “ABC”
del 28 de julio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Ahí le
tienen, tan contento, pese a reconocer que ha pasado alguna noche en vela y que
se le pusieron por corbata aquel 7 de mayo en el que estuvimos a punto de irnos
por la cañería junto a Grecia. Pero por lo demás, bien. Ha invertido su agenda,
ha renunciado a Rodiezmo y le han tenido que marcar
los deberes desde Bruselas, pero José Luís Rodríguez Zapatero se muestra
satisfecho de lo alcanzado, dispuesto a nuevas batallas y seguro de nuevas
victorias. ¿Un error? «Estar demasiado tiempo en el debate de si crisis o
desaceleración» (de que empezó negando ambas cosas, ni palabra). ¿Su gran
acierto? «El proceso de paz» (se refiere, por si no lo adivinan, a la
negociación con ETA, de la que le despertaron las bombas en Barajas, porque si
no, aún sigue). ¿Una meta? «Llevar a cabo la tercera gran transformación
económica de la democracia» (o sea, que el mismo que nos ha llevado al furgón
de cola, pretende llevarnos de nuevo a la cabeza). Uno no sabe si reír o
llorar, como ocurre con demasiada frecuencia desde que nos gobierna. Resulta
que todos los fracasos, angustias, advertencias, dolores y sufrimientos de los
últimos años no han servido de nada. El presidente sigue convencido de que lo
peor ha pasado, de que la negociación con ETA fue un proceso de paz y de que
las reformas que nos han impuesto desde fuera nos permitirán «hacer la
transformación económica en un año, en vez de los cinco o seis que hubiésemos
necesitado». Así de sencillo.
Del
clima de confrontación, de su incapacidad para llegar a acuerdos con el
principal partido de la oposición, del formidable lío creado por el estatutcatalán que apadrinó, aprobó y ahora intenta
remendar, ni palabra. Como de la desconfianza que inspira dentro y fuera de
casa. Voluntarismo puro. «Esto será así, porque yo creo que debe de ser así», y
tan campante. Con una cohorte que no le contradice por mucho que los hechos le
contradigan, eso sí, «para contribuir al bien de España», según uno de ellos,
al final de la entrevista-reportaje que le dedicó «El País» el último fin de
semana.
¿Usted
compraría un coche de segunda mano a un individuo así? Supongo que no. Pero los
españoles le hemos elegido no una vez, sino dos. ¿Le elegiremos una tercera?
Pues si quieren que les diga la verdad, no estoy seguro, de esto ni de nada, en
una España que parece haber perdido el pulso, la confianza y la esperanza,
aunque la inmensa mayoría dice sentirse antes español que de su terruño. ¿Pero
qué importa eso a una clase política cuyo único desvelo es entenderse con los
nacionalistas para conservar o conquistar el poder? Resultado: que la mejor
baza de Zapatero no es eso que dice sino … Rajoy.