¿AIRE PARA ETA?
Artículo de Francesc de Carreras en “La Vanguardia” del 3-6-06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Patxi López, secretario general de los socialistas vascos, ha propuesto iniciar 
de forma oficial contactos con Batasuna. Hace un tiempo, el Gobierno decía que 
para proceder a entablar un diálogo la única noticia que esperaba de ETA era que 
había entregado las armas sin condición alguna. Ahora, por lo visto, las cosas 
están cambiando: la política líquida, el nuevo talante. 
Cuando hace algo más de un par de meses, ETA anunció la tregua, la noticia fue 
acogida, en general, con escepticismo y esperanza. El escepticismo se fundaba en 
dos poderosas razones. En primer lugar, la banda terrorista, en su larga 
historia, ya ha anunciado muchas treguas que después han resultado ser meros 
altos en el camino para recuperar fuerzas. En segundo lugar, el comunicado de 
ETA puso las condiciones de siempre: negociar para obtener el derecho de 
autodeterminación y la anexión de Navarra y del País Vasco francés. El camino 
por recorrer no se presentaba fácil. Sin embargo, no faltaban motivos para la 
esperanza: el devastador terrorismo islámico, según algunos, ha restado fuerza a 
la amenaza etarra. ¿No hay mal que por bien no venga? Quizás: trágica 
contradicción. Finalmente, había otra razón para el optimismo: la esperanza 
misma, la necesidad tan humana de confiar en que las cosas se van a arreglar.
Desde entonces, la desconfianza en las intenciones reales de los terroristas se 
ha combinado con un optimismo generado por unos supuestos acuerdos secretos que 
los simples mortales ignoramos. Ahora bien, con optimismo o sin él, un hecho 
central no debe olvidarse: si ETA busca una salida, es debido a que el pacto 
antiterrorista, la ley de Partidos Políticos y la ilegalización de Batasuna la 
dejaron arrinconada y aislada. ETA necesita apoyo social y este apoyo sólo puede 
alimentarse de la red de activistas liberados que ocupan cargos de libre 
designación en el gobierno y los ayuntamientos vascos. Ilegalizado el partido, 
se acabaron los cargos. Éste fue, en su momento, el gran golpe contra ETA. 
Una banda terrorista sólo desaparece cuando llega a la conclusión, por la fuerza 
de los hechos, de que no le cabe otra salida que abandonar las armas. Tenderles 
una mano es inútil, es darles esperanzas, es mostrarse débil. En estas 
consideraciones ha abundado esta misma semana Felipe González. 
"No se puede negociar políticamente, no se pueden aceptar condicionamientos 
políticos. Lo que tiene que hacer Batasuna es denunciar y renunciar a la 
violencia y entonces podrá participar en la vida política, y si no es suficiente 
para ellos, pues será su problema. Con los terroristas no se puede hablar de 
cuestiones políticas". 
Aceptar que se inicien conversaciones oficiales con Batasuna cuando ésta no 
condena la violencia y, además, exige ser tratada de un modo especial por jueces 
y policías, no sólo es cambiar, sin decirlo, la estrategia del pacto 
antiterrorista, sino que es también la derrota del Estado de derecho y el 
triunfo de la violencia. 
ETA ya engañó al PNV en Lizarra y puede ahora engañar a los socialistas si éstos 
se disponen, como parece, a negociar con un lirio en la mano. Batasuna, bajo 
palabra de honor, recobrará la legalidad. ETA volverá a encontrarse arropada por 
su entorno social. Batasuna no aceptará las concesiones políticas que pueda 
ofrecerle Zapatero y todo volverá a empezar. Los terroristas, una vez más, 
habrán cogido aire. 
La entrega de las armas: la única noticia que se esperaba de ETA. Era una buena 
política para acabar con ella.