AGUA PARA BARCELONA: EL GOBIERNO DE ZAPATERO SE NIEGA A SÍ MISMO

 

Artículo de Antonio Casado  en “El Confidencial.com” del 16.04.08

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Lo de Zapatero con el agua es indefendible. Cuestión de principios. Si se está contra los trasvases de agua entre cuencas fluviales, en nombre de las causas medioambientales, se está contra los trasvases entre cuencas caigan donde caigan. Y si no añado caiga quien caiga es porque en la colisión de dos principios uno ha de dar un paso atrás. Por ejemplo, si la protección del medio ambiente -biocarburantes en los transportes- desencadena una hambruna en los países pobres -precios de los cereales desbocados-, la elección no admite duda.

El hambre no es, por suerte, el supuesto del Levante español. Pero si los trasvases son malos para Valencia también lo son para Cataluña. Insisto: una cuestión de fuero, no de huevo, justamente ligada a dos causas abrazadas por Zapatero con muy aireado fervor. Una, la ya citada del medioambiente. Otra es la igualdad. Si sirve para justificar la creación de un Ministerio, también ha de servir como principio aplicable a la "España diversa" (antes "plural"). La flamante ministra, Bibiana Aído, declamaba el otro día su compromiso por evitar que nacer mujer marque el destino de un ser humano. Amén. Pero si eso de la igualdad va en serio, el Gobierno tampoco debería permitir que marque el destino de las personas el hecho de nacer en la España seca o en la España húmeda, en justa conexión con el principio de solidaridad. Entre personas y territorios de una misma Nación.

No vale alegar que la prolongación del minitrasvase Ebro-Tarragona, destinada a cubrir las penurias de Barcelona, sólo llevará agua sobrante, nada más que un rato, en poca cantidad y pagando, ¿eh?, pagando (compra de derechos a regantes del Campo de Tarragona). Excusas de malqueda, porque en esas mismas condiciones el Gobierno de Zapatero negó transferencias de agua en ocasiones precedentes, apostando por otras alternativas - desaladoras, básicamente-, e invocando los principios de respeto a la Naturaleza que ahora se pasa por el arco del triunfo. No se han olvidado los murcianos de cuando su gobierno autonómico pidió exactamente lo mismo que ahora pide Cataluña (tubería desde el Ebro para transferir solo el agua que quisieran venderle los regantes aragoneses). Entonces Moncloa dijo no. Y ahora dice sí. Eso tiene un nombre: agravio comparativo.

Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, pone el grito en el cielo y con razón. Habla de "humillación para los valencianos". En Moncloa dicen que sobreactúa y seguramente aciertan, pero es lógico. Ningún político profesional desaprovecha un regalo del adversario. También sobreactúa Zapatero cuando Rajoy le acusa de ser un mentiroso. Zapatero no dice que Camps mienta pero hace algo peor. Decide que la sed de los barceloneses es más respetable que la de los valencianos. Así perciben éstos el conflicto del agua en su último episodio. Y ojalá no sirva de pasto fresco al anticatalanismo que, según Angel Luna, portavoz parlamentario del PSOE, Camps trata de alimentar.

Tras su encuentro de ayer en Barcelona, la ministra Espinosa y el presidente de la Generalitat, José Montilla, siguen jugando con las palabras para no llamar trasvase a esa transferencia de agua entre la cuenca del Ebro y la del Llobregat, a realizarse mediante el alargamiento del llamado ministrasvase Ebro-Tarragona. Un trasvase con todas las de la ley, con derivada política: recupera, rescata y da por buena una parte del denostado y abolido Plan Hidrológico Nacional del Gobierno Aznar. No me extraña que los socialistas aragoneses, por una razón, y los socialistas valencianos, por la contraria, tengan ahora un nudo el cerebro. Zapatero les acaba de romper la cintura. En realidad se la acaba de romper a sí mismo, pero está tan deslumbrado por la repercusión mediática de la ministra embarazada que todavía no se ha dado cuenta.