ZAPATERO Y LOS PRINCIPIOS

 

 Artículo de Eusebio Cedena Gallardo en “El Semanal Digital” del 08.06.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Tal vez uno de los peores defectos de Zapatero como presidente del Gobierno, aparte su sectarismo compulsivo, es su falta de ideas y principios sólidos sobre los que trazar el camino de su gestión de los grandes asuntos nacionales. El jefe del Ejecutivo socialista nos está enseñando lo que quiso decir el otro día cuando pronunció aquella frase memorable de que la cintura es la esencia de la democracia. Hoy por aquí, mañana por allí; donde dije digo, digo Diego; lo que vale ahora tal vez no valga para luego; defender una cosa y la opuesta; enfundarse el lunes una idea y aplicarse el martes la contraria. La cintura, o sea.

Cuando Rubalcaba, hoy ministro ZP, sentenció en la época de Aznar que España y los españoles no se merecen un gobierno que les mienta, el inefable dirigente socialista no podía ser consciente de la perfecta radiografía que estaba trazando del Gobierno de su partido, del Gobierno de Zapatero, del Gobierno al que pertenece. En efecto, España no merece tal cosa, y eso es exactamente lo que viene padeciendo al menos desde la llegada del líder de su partido a La Moncloa. Verdaderamente, los españoles no lo merecemos. Cuesta reconocerlo, pero Rubalcaba tiene razón.

El proceso de alto el fuego terrorista en el que estamos inmersos -aunque no sólo eso- está dejando en evidencia la entereza real de Zapatero como presidente de un Gobierno democrático, su solidez como líder político de un Estado de Derecho, la profundidad de sus principios ideológicos y su talla, en fin, como hombre de Estado. Por muy bien que pueda salir este proceso, y ojalá sea así para beneficio de todos, lo que tenemos delante de los ojos nos demuestra que Zapatero no sólo no tiene un camino propio que seguir, sino que el intríngulis de recovecos y senderos en los que se ha metido está siendo dibujado por una mano extraña, desconocemos con qué objetivos e intereses. Aun creyendo en la buena fe del presidente, es indudable a estas alturas de la historia y de la vida que hace falta mucho más que eso -mucho, mucho más- para poner en marcha una operación de tal envergadura. Y Zapatero, por lo que vamos viendo, parece perdido en un espeso bosque y no sabe bien por dónde va. La cintura: hoy por aquí, mañana por allá.

Lo sensato en estos momentos parece que sería, tal como se está poniendo el ruedo nacional, recuperar la confianza y el diálogo con el PP, recomponer las relaciones entre los dos grandes partidos y reabrir el proceso de manera que, al final de todo, se alcance el fin del terrorismo sin que la sociedad española pueda tener la sensación de que a los terroristas les valió la pena estar casi cuatro décadas matando españoles. Todo lo demás tal vez nunca lo entenderemos.