DIRIGENTES SOCIALISTAS APUESTAN POR RUBALCABA Y BLANCO COMO VICEPRESIDENTES

La falta de 'banquillo' en el PSOE complica a Zapatero la crisis de Gobierno

 

Informe de  José L. Lobo / Alberto Mendoza en “El Confidencial” del 10 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Ningún dirigente del PSOE se ha atrevido a reclamar a José Luis Rodríguez Zapatero una profunda remodelación del Gobierno en los órganos de dirección del partido, cuyas reuniones son una balsa de aceite en la que nadie osa cuestionar al líder. Pero de puertas afuera, y siempre en privado, muchos socialistas empiezan a clamar por una renovación ministerial de hondo calado para dar entrada a auténticos pesos pesados capaces de revitalizar un Ejecutivo políticamente esclerotizado. El problema es que, como reconocen esos mismos críticos, Zapatero no tiene banquillo para renovar su equipo con figuras de prestigio.

"No es un problema de ministerios, sino de nombres", apunta un diputado socialista. "Se puede eliminar algún ministerio, como el de Vivienda, o incluso la vicepresidencia tercera de Manuel Chaves... Pero, ¿qué se consigue con eso? Más allá de un gesto simbólico de austeridad, el ahorro sería insignificante. Lo que muchos compañeros quieren es ver a gente de peso como Alfredo Pérez Rubalcaba o José Blanco, o a los dos, como vicepresidentes políticos. No hay mucho más donde elegir, ni dentro ni fuera del partido", añade.

Muchos de los ministros y dirigentes socialistas mejor valorados abandonaron el barco antes de tiempo o fueron arrojados por la borda: Pedro Solbes, Juan Fernando López Aguilar, Jordi Sevilla, Ramón Jáuregui... Y los independientes fichados por Zapatero en la llamada sociedad civil se marcharon desencantados o resultaron ser un completo fiasco: el escritor César Antonio Molina -y su sucesora en Cultura, la cineasta Ángeles González-Sinde-, el científico Bernat Soria, el catedrático Ángel Gabilondo y su fracasado pacto educativo...

La última reunión del Grupo Parlamentario Socialista, celebrada el pasado martes en el Congreso a puerta cerrada, fue un fiel reflejo de la esquizofrenia que parece haberse apoderado del partido: durante el encuentro, cierre de filas a la búlgara en torno a Zapatero; luego, en los pasillos, duras críticas en voz baja por la falta de credibilidad que atenaza al Gobierno y al PSOE y la escasa solidez de la mayoría de los ministros. Sólo dos diputados de la corriente Izquierda Socialista -José Antonio Barrio y José Antonio Pérez Tapias- se atrevieron a reclamar autocrítica y debate interno, pero fueron silenciados por miembros de la dirección. Antonio Hernando, responsable de Política Municipal en la Ejecutiva socialista, les respondió que "ahora no es el momento de discrepancias internas".

Coordinación y comunicación

"Falla, sobre todo, la coordinación entre el Gobierno, el partido y el grupo parlamentario", se lamenta otro diputado socialista. "Y falla estrepitosamente la comunicación. No se puede tomar una decisión, rectificar al día siguiente y no saber explicar ni una cosa ni la otra. La situación de Leire Pajín es insostenible, porque se ha quedado prácticamente sola y está muy enfrentada con Blanco. María Teresa Fernández de la Vega se ha quitado de enmedio en esa pelea de gallos y está muy quemada, y Elena Salgado y su equipo económico están en el punto de mira porque no dan la talla", añade.

Hasta ahora, Zapatero y su equipo más cercano habían rechazado de plano que la crisis de Gobierno estuviera en la agenda política, pero ayer el líder socialista dio alas a los insistentes rumores que apuntan a una próxima remodelación. En su réplica a Mariano Rajoy durante la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso, el presidente admitió ayer que no tiene "inconveniente" en abordar una reducción del número de ministerios, como exigen varias iniciativas de la oposición aprobadas en el Congreso. De los actuales miembros del Gobierno, sólo Elena Espinosa, ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, se atrevió a valorar las palabras de Zapatero: "Debe actuar sin ningún tipo de presión ni influencia", aseguró. Pese a su discreción y al escaso porcentaje de españoles que aseguran conocerla, o quizá gracias a ello, Espinosa es de los pocos ministros que ha logrado sobrevivir desde 2004 a los cambios del Ejecutivo.

"Algunos piensan en Javier Solana y Joaquín Almunia como dos puntales para reforzar la credibilidad de Zapatero, pero es un disparate creer que van a aceptar entrar en un Gobierno que está agotado para estrellarse ellos también", sostiene un miembro del Comité Federal del PSOE. "Las únicas alternativas que le quedan a Zapatero", añade, "son echar mano de gente de la Ejecutiva, darle más peso a Carme Chacón, de la que se habla como posible portavoz, o repescar a José Antonio Alonso del grupo parlamentario".

Seis remodelaciones


A Zapatero no le tiembla el pulso a la hora de despedir ministros. Hasta ahora, ha relevado a 17 de ellos, y si en 2010 repite crisis, sumará seis remodelaciones desde 2004. Del primer Ejecutivo sólo resisten Espinosa, De la Vega, Miguel Ángel Moratinos y Salgado, aunque la vicepresidenta primera y el titular de Exteriores suelen estar en casi todas las quinielas para abandonar el Consejo de Ministros.

Los barones territoriales tampoco constituyen una cantera de nombres para Zapatero. Fichó a Chaves como vicepresidente tercero con poco éxito, y ahora observa cómo los presidentes de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha o Cataluña tratan de fortalecer un perfil electoral propio a costa de criticar al Gobierno central o distanciarse de él. El castellanomanchego José María Barreda ha pedido a Zapatero que reduzca el tamaño de su Ejecutivo; el extremeño Guillermo Fernández Vara ha sugerido la sustitución de aquellos ministros sin credibilidad en el exterior, y el andaluz José Antonio Griñán argumentó recientemente que el hecho de que "Zapatero sea malo" no hace bueno a Rajoy.

Por si fuera poco, la estrella ascendente de los socialistas, Patxi López, también ha pedido a su líder que contraponga los duros recortes con otras iniciativas que puedan contentar a las bases de izquierda. Medidas como subidas de impuestos y creación de nuevas tasas, que ya han comenzado a tomar en cascada las comunidades autónomas gobernadas por el PSOE.