DEBATE EN EL PSOE: CALLE O PARLAMENTO

 

 

Artículo en “El Confidencial” de “El Imparcial” del 24-02-2012

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Con un breve comentario al final:

NUNCA MAIS

Luis Bouza-Brey, 26-2-12 (12:30 hs.)

 

 

Tras las sucesivas derrotas en las urnas de 2011, y tras la crisis interna del Congreso, el PSOE arrancó, en palabras de Rubalcaba, con una aparente consigna: “la oposición útil”. La realidad la ha desmentido de inmediato. Los cuadros socialistas, profundamente heridos, despojados de casi todo su poder cuando no en las filas del paro, han hecho lo que les pedía el cuerpo. Aprovechar cada oportunidad para echarse a la calle en protestas populares contra el Gobierno.

En el PSOE hay un debate interno sobre si primar la acción institucional, de partido responsable, o sumarse a toda algarada posible para desgastar a Rajoy tanto como pueda, con el objetivo o la ensoñación de que no pueda gobernar ni con mayoría absoluta, y por tanto tenga que tirar la toalla.
Por el momento, la consigna es combinar ambas actuaciones. Pero con muchas dudas. Primero, porque la presencia en la calle, tras las pancartas del primero que pase por ahí, es siempre más espectacular que cualquier moción o pacto parlamentario y, por lo tanto, puede desmentir rápidamente esa oposición útil que se pregona. Segundo, porque el PSOE se ha lanzado a la calle tan pronto que también puede desgastarse en una carrera tan larga como la de la Legislatura. Y tercero y fundamentalmente, porque sumarse a manifestaciones que no se controlan, puede dañar la imagen de partido transversal y sin radicalismos que le es necesaria para ganar las elecciones.

La primera tentativa callejera resulto cómoda al PSOE, porque fue para sumarse a los sindicatos para enarbolar el rechazo a la reforma laboral, que el PSOE sabe que puede ser muy rentable. Pero la segunda ha sido muy improvisada y poco estudiada en sus consecuencias. Porque ponerse del lado de grupos desestructurados en una protesta “no legal”, al no ser comunicada de acuerdo con la normativa, como en el caso de Valencia, tiene mucho peligro.

El PSOE no puede controlar lo incontrolable. Y si se suma a algaradas callejeras que lleven a enfrentamientos con la Policía, lo que gana aparentemente por un lado (las bases sociales de izquierdas) lo puede perder por otro, los decenas de miles de policías, sus familias y, en general, las capas medias de la población que son alérgicas al descontrol callejero.

Además, tampoco tiene el PSOE garantías de que los grupos antisistema que proliferan en el caldo de cultivo de la agitación no hagan alguna barbaridad en la calle, de la que el PSOE sería automáticamente cómplice.

Por el momento, en el debate entre calle y Parlamento está ganando la primera. Lo que está dando a los socialistas la imagen de un giro hacia la izquierda, incluso a la izquierda radical. Un giro que se le puede ir de las manos, porque los partidos radicales no ganan en España. Y si se produce el desgaste del PP, pero también el del PSOE, las cosas seguirían igual, es decir, con el mismo Gobierno y la misma Oposición. Sólo que esta última demostraría para los años sucesivos que es poco útil, o bastante inútil.

 

Breve comentario final:

NUNCA MAIS

Luis Bouza-Brey, 26-2-12 (12:30 hs.)

 

Allá por principios de los dos mil, Zapatero, entonces en la oposición, comenzó a hacer demagogia a cuenta de una catástrofe natural como el vertido de petróleo en las rías gallegas, achacando la responsabilidad a las instituciones y rentabilizando políticamente la catástrofe en contra del Gobierno.

Desde entonces, la demagogia y la estupidez irresponsable del PSOE fueron in crescendo, oponiéndose insensatamente a las políticas del Gobierno de Aznar para acabar, al final, rentabilizando el misterioso atentado del 11M, aliándose con los extremistas antiamericanos y antiespañoles para alcanzar el poder y mantenerse en él, e hipotecando el destino de España con el desgobierno de los últimos ocho años de pesadilla zapatética. Ocho años de irresponsabilidad y frivolidad que han sido justamente castigados por unos electores que, con mano de hierro, han mandado al PSOE a la oposición en todos los ámbitos de la política nacional.

Pero el desastre de estos años de irresponsabilidad obliga a un esfuerzo de imposición de medidas excepcionales y reformas estructurales en el ámbito económico-social, para salir del derrumbe inducido por un Gobierno inepto y un partido apoltronado en la sumisión y la corrupción mental y económica. Y si, a las primeras de cambio, el PSOE vuelve a las andadas del callejeo con los antisistema del pañuelito palestino, el republicanismo y el independentismo radicales y la manipulación de nuevos “nunca mais” y algaradas para impedir la gobernación del país en una situación extremadamente crítica como la que estamos viviendo, la única conclusión que  la mayoría de los españoles pueden deducir es que el PSOE y el resto de la izquierda no tienen remedio. Y si se llega a la conclusión de que constituyen un obstáculo para el funcionamiento  normal del sistema democrático, el peso de la ley y los votos debe recaer sobre sus corrupciones, demagogias, irresponsabilidades e indecencias, hasta expulsarlos al ostracismo total y a la cárcel en los casos de delitos todavía sin investigar.

El país no puede andarse con contemplaciones, ni permitir que la libertad se use para el suicidio colectivo: el PSOE debe desvincularse totalmente de la demagogia zapatética, y “nunca mais” volver a utilizarla para dañar a un Gobierno que está en la obligación de sacar el país del infierno en que nos han metido los que ahora presumen de ejercer una oposición “útil” fraudulenta. Si el PSOE resulta incapaz de regenerarse, la sentencia condenatoria de la opinión pública y los Tribunales sobre él y los demás actores del izquierdismo irresponsable, debe ser firme, definitiva e inapelable: al infierno con ellos, antes de que nos manden definitivamente al caos a todos.