SANTIAGO (CARRILLO) Y CIERRA ESPAÑA

 

 Artículo de Lorenzo Contreras en “La Estrella Digital” del 30.12.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Es asombroso que un político habitualmente inteligente y sensato como Santiago Carrillo haya salido en El País en defensa torpe e insensata de Rodríguez Zapatero. Ha venido a decir, o escribir, que las críticas contra ZP ponen en peligro los intereses de toda la izquierda, pero no se ha preguntado hasta qué punto la línea, las actitudes, las contradicciones y las torpezas del actual presidente del Gobierno representan un grave riesgo para los intereses de esa izquierda, empezando por el propio PSOE. Si uno intentara en las breves líneas de un comentario periodístico describir el conjunto de errores cometidos por ese señor que nos gobierna, o dicen que nos gobierna, no habría espacio para consideraciones mínimas. Sólo habria margen para ensartar descriptivamente el hilo de sus desatinos. Una retahíla interminable. Lo que especialmente parece molestar a Carrillo es que la crítica —lo que él llama la campaña— contra Zapatero, se haya manifestado también desde las filas socialistas y desde alguna que otra izquierda. ¿Será por algo? ¿O simplemente porque la derecha, en un momento es que toda crítica contra ZP parece a algunos locos cosa de “fachas”, se ha dotado de recursos de todo tipo para sobornar o seducir a mentes que en otras ocasiones demostraron suficiente lucidez?

Es verdad que ahora hay muchos españoles, no necesariamente “fachas”, que sienten nostalgia de González. Pero el señor Carrillo debería preguntarse por qué se ha producido este fenómeno; por qué, pese a sus pretéritos errores, un González sería siempre preferible a un Zapatero errático, contradictorio, impulsor de un nacionalismo que parecía ya mitigado, reanimador de una ETA que parecía al borde de la derrota final.

Carrillo ha intentado comparar la situación actual de Zapatero con las campañas de la derecha de la preguerra civil española contra Manuel Azaña. Azaña había heredado una España en revolución difícilmente frenable. Zapatero ha heredado una españa en bastante calma, bien relacionada con el mundo internacional y no sólo con Estados Unidos, con una economía no precisamente desahuciada, una España con divorcio, con derecho al aborto, con absoluta libertad religiosa, sin otra herencia en materia de culto que la tradicional en un país ya posconciliar hasta el límite que marca el propio fracaso del Vaticano II, dentro también de un sistema neocapitalista y neoliberal que impera en toda Europa y que Zapatero no parece el personaje especialmente destinado a redimir... ¿Era necesario despertar en estas circunstancias, cuando más agitado está el mundo y más cohesionada parece, dentro de sus innegables distanciamientos, la Unión Europea, a la fiera nacionalista? ¿Ir reinstalando al mundo etarra en la legalidad retribuida de sus adláteres batasunos? ¿Plantear las bases para que se cuestione sin remedio la Constitución de 1978, a cuya consolidación tanto contribuyó en su día el propio Carrillo sacrificando al PCE y debilitándolo mucho más de lo que pueda llegar a quebrantar al PSOE el señor Zapatero con sus disparates, sus predilecciones, su pésimo sentido de la selección de ministros y dirigentes?

Pues no. A Carrillo, y a cuantos piensan ahora como él, no le bastaba esta España con su autonomía parecida a un federalismo asimétrico, pero suficiente para ir salvando los obstáculos de un razonable futuro, con su título VIII, que tantas ventajas deparó, en detrimento de intereses generales de España, a Cataluña y Euskadi, por ejemplo.

El PSOE no va a pagar, aunque lo diga Carrillo, los fracasos de Zapatero y Maragall, si llegan, sino las causas de esos fracasos, es decir, los errores sistemáticos que venimos contemplando día tras día.