METER A ZAPATERO EN CINTURA

 

 Artículo de Lorenzo Contreras en “La Estrella Digital” del 25.05.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El presidente Zapatero acaba de atravesar parlamentariamente, tanto en el Gobierno como en el Senado, por situaciones cuando menos incómodas. Sus errores y osadías políticas son cada vez más innegables. Y lo más grave es que carece de freno en la trayectoria elegida. Desconoce, por supuesto, la marcha atrás en el sentido de giro rectificador. La sensación que transmite es la del gobernante que ha perdido la noción del rumbo, metido en un carril que desafía todas las señales de alarma y todos los indicadores de velocidad. “Ahí va eso”, parece ser su consigna, su lema, adobado con mensajes sobrecargados de tópicos o de hallazgos verbales tan insólitos como que “la cintura es la esencia de la democracia”. Seguramente alguien de su entorno le ha inspirado la fórmula feliz. Una metáfora que no sugiere flexibilidad sino más bien la necesidad de meter democráticamente en cintura al desmandado.

En las últimas horas políticas, bajo su Administración, Andalucía ha entrado en el túnel de la aventura nacionalista, que en el caso de uno de los territorios más españoles que puedan hallarse podría sugerir la idea del túnel de la risa. ¿De dónde ha extraído el zapaterismo la ocurrencia de que los andaluces tienen apetito de nacionalismo envuelto en esta o aquella perífrasis? ¿Hasta dónde va a llegar el caciquismo que se nutre de resignación, indiferencia y voto cautivo? Andalucía no necesita que la reconozcan “realidad nacional”. La basta con la realidad de su personalidad histórica, que ésa sí tiene, enmarcada en la Nación española, a la que enriquece con aportaciones de su propia y genuina idiosincrasia.

El zapaterismo, sobre la alfombra del chavismo, ha ido o pretende ir más allá de aquel suave mensaje de Blas Infante, teórico de un andalucismo que quería a Andalucía “por España y la Humanidad”, una expresión muy conocida que ha tenido reflejo en la letra del himno regional. Hay que estar a la espera del destino que aguarda a la propia letra del himno. El peligro que acarrea consigo este aprendiz de brujo es que el futuro puede quedar irremisiblemente condicionado en una España cada día menos llamada por su nombre y más embrollada en un laberinto peninsular de identidades.

Dice Rajoy que con Andalucía Zapatero ha querido tapar el roto de Cataluña, como antes hizo con Valencia y a punto está de hacer, con mayor gravedad, en el caso de Euskadi. Después podrá venir Galicia y así sucesivamente. Pero es que lo de Andalucía manda narices, dicho castizamente, en medio de una profunda indiferencia social que, como alguien ha dicho, la única realidad que admitiría como más lógica sería la del gazpacho.

Con Andalucía en su armario de “crímenes” políticos, Zapatero añade a su equipaje de logros desatinos tales como la crisis de la inmigración, agravada por el “efecto llamada”, que comienza a ser conocido más bien como “efecto empujón” si se mide por el flujo inmigratorio que, a modo de tornado, nos acosa por el sur, por el norte y por el centro. En todo caso, por tierra, mar y aire. ¿Qué podrá argumentar Zapatero, con solidez y fuerza de convencimiento, cuando se celebre el debate sobre el estado de la “Nación”? Porque lo que este personaje nos plantea a todos no admite la consabida reducción al esquema ideológico de derechas a izquierdas.

Cuando el español medio se echa las manos a la cabeza seguramente no recurre a sus ideas, sino a su sentido común. Y no todo es fragmentación nacionalista del territorio. Hay que censar también la delincuencia interna y de importación que nos invade o nos rodea, más la corrupción rampante que va por fascículos o, si se prefiere, por capítulos e incluso por estanterías. Filatelia, ciclismo, degradación municipal, crisis judicial y fiscal, tregua del terrorismo etarra pendiente de cotización en diversos órdenes, catastrófica diplomacia… Para detectar estas realidades sólo hace falta prestar alguna atención al discurrir de los datos de la actualidad. Para colmo todavía no sabemos cuáles fueron las auténticas raíces o fundamentos del 11M, una vez superada la polémica de galgos y podencos relacionada con islamistas y etarras, que probablemente no agota, como tal debate, el último y definitivo fondo de responsabilidades, traiciones y autorías.

Con la ayuda del voto corrector tal vez Zapatero pueda volver, por supuesto sin ninguna gloria, a sus zapatos.