IDENTIDADES
PERVERSAS
Artículo de Pedro G. Cuartango en “El Mundo” del 09 de diciembre de 2009
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Con
un muy breve comentario al final:
ETNONACIONALISMO
ANACRONICO Y REACCIONARIO
Luis
Bouza-Brey, 9-12-09, 21:00 hs.
Una de las grandes conquistas intelectuales de la civilización europea es la
separación del ámbito religioso de la actividad política. Esa autonomía de las
dos esferas implica que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y
obligaciones al margen de cuáles sean sus creencias religiosas. Dicho con otras
palabras, la fe forma parte de la vida privada de los ciudadanos, aunque luego
tenga consecuencias en las actitudes personales y en el voto.
Como señalaba Arcadi Espada la semana
pasada en estas páginas, la religión musulmana no sólo no respeta la autonomía
de la política, sino que, además, pretende imponerse incluso a los no
creyentes. De ahí que sus símbolos políticos sean también religiosos, lo que no
sucede en Occidente.
El gran invento de nuestra cultura es la
noción de conciencia, por la cual cada individuo puede decidir lo que está bien
y lo que está mal. La Iglesia católica reconoce la libertad de conciencia,
aunque establece unas limitaciones para los creyentes.
La laicidad que impera en los Estados
democráticos se basa en esta piedra angular que es la libertad de conciencia,
por la cual ningún individuo puede imponer a otro sus convicciones.
En el mundo en el que vivimos, no sólo el
Islam no acepta la libertad de conciencia, sino que, además, persisten
multiples ideologías totalitarias de diverso signo, que anteponen una
Weltanschaung -una visión del mundo- a la autonomía personal para decidir.
Una variante del totalitarismo y del integrismo
religioso es el nacionalismo, que se caracteriza por la imposición de una
identidad a los individuos. Esa identidad -sea étnica, histórica, lingüística o
religiosa- es esencialmente excluyente, sirve para generar divisiones y para
enfrentar unos individuos a otros.
Ya hemos visto las trágicas consecuencias
del nacionalismo en las guerras de los Balcanes en los años 90. Yo mismo estuve
en Bosnia, donde pude constatar el tremendo daño del fanatismo de serbios,
croatas y musulmanes.
«Empecé a odiar a mis vecinos cuando
Milosevic nos arengaba sobre la pureza de la raza serbia e instigaba la
venganza contra los musulmanes y los croatas. Los políticos tuvieron la culpa»,
me comentó un anciano en un pueblo semidestruido, cerca de Mostar.
Al igual que el Islam, el nacionalismo
tiene un componente místico y religioso por el que se intenta persuadir a un
grupo de individuos de que hay unos vínculos que los hacen distintos a los
demás. Quien no asume esa pauta, queda excluido de la comunidad nacional.
No faltará quien alegue que existen muchas
personas que son nacionalistas y respetan las reglas de juego democrático. Es
cierto, pero la esencia filosófica del nacionalismo es básicamente perversa,
porque parte de la primacía de los valores colectivos sobre la elección
individual. Eso se llama totalitarismo.
Muy
breve comentario final:
ETNONACIONALISMO
ANACRONICO Y REACCIONARIO
Luis
Bouza-Brey, 9-12-09, 21:00 hs.
Lo que subyace en el
fondo ---aunque cada vez más visible--- del etnonacionalismo que nos inunda, es
el intento de imponer los rasgos de una etnia al conjunto de unas sociedades
multiétnicas y plurales.
Ya sea ETA, ya sea
el PNV, ya sea el nacionalismo, o el exsocialismo, o el pseudoizquierdismo
catalán, lo que tratan de conseguir es lo mismo: anular la pluralidad
constitutiva de la sociedad e imponer los rasgos de una etnia, por las buenas o
por las malas, al conjunto de la misma. Y para conseguirlo, necesitan vaciar al
Estado de las competencias de mantenimiento de la igualdad y libertad del
conjunto de los españoles, o conseguir un Estado propio. El Estado democrático
constituye un obstáculo para ellos, al igual que la idea de Nación española
como Patria común e indivisible.
Y estos
reaccionarios anacrónicos, que han sustituido los avances de la modernidad por
la identidad inamovible y eterna, la subordinación de los individuos a este
absoluto y por la supresión de la pluralidad de los territorios que dominan,
pretenden dar lecciones de democracia y europeísmo a aquellos que no se pliegan
a la gran estafa que han impuesto a la sociedad.
Mientras los
ciudadanos que viven en los territorios dominados por los nacionalistas, y el
resto de los españoles, no aprendan a desvelar la auténtica identidad
reaccionaria del etnonacionalismo, la sociedad española irá para atrás.