CATALUÑA A TRAVÉS DEL ESPEJO

Sin el sueño de Zapatero, ¡zas!, el señor Mas se extinguiría igual que un pabilo

Artículo de Tomás Cuesta  en “ABC” del 06 de julio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

El formateado es mío (L. B.-B.)

CON UNA APOSTILLA A PIE DE ARTÍCULO (L. B.-B.)

LA ESENCIA DEL ETNONACIONALISMO

 

Artur Mas, anteayer en La Vanguardia, daba fe de cómo el zapateriano «pensamiento Alicia» del cual Gustavo Bueno hiciera mofa antaño, se ha universalizado hogaño. Su artículo se titula «El espejo roto». Y contiene hallazgos prodigiosos y volatines estilísticos notables. Por ejemplo, o sea, verbigracia: que «el TC ha roto un espejo de cristal fino y delicado… El espejo era el espíritu y la letra del pacto constitucional de 1978… Un pacto que tuvo como reto fundamental reflejar e incorporar la realidad nacional de Catalunya, Euskadi y Galicia, para lo cual se diseñó un marco constitucional abierto y flexible».

Sobre la enjundia lírica del cristal «fino y delicado» —y dando por supuesto que se refería al vidrio nuestro vidrioso licenciado—, la piedad aconseja no encelarse. Pero eso de que la Constitución de 1978 tuviera como objeto constituir a tres regiones en naciones, sobrepasa lo cursi y encalla en la humorada. El texto del 78 está al alcance de cualquiera que sepa leer; con el señor Mas delante, para que no se espante. Título Preliminar, Artículo 1.2: «La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado». Y Artículo 2: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles». Si para el señor Mas proclamar sujeto constituyente al pueblo español y afirmar la «indisoluble unidad» de la Nación española es sentar los cimientos de las naciones catalana, gallega y vasca, allá él con sus alucinaciones, sus delirios, sus chifladuras y sus raptos. Vale la pena acompañarle a través del espejo para saborear a su costa aquel lúcido homenaje a quienes pierden la cabeza y toman no ya el sueño propio sino la pesadilla ajena por realidad incontestable: «Ahora sueña. ¿Y qué crees que está soñando?... Te sueña a ti… Y, si dejase de soñarte, ¿dónde supones que estarías…? No estarías en ninguna parte. No eres más que un cosa en su sueño. Si ese rey despertara, te apagarías, ¡zas!, como una vela». Sin el sueño de Zapatero, ¡zas!, el señor Mas se extinguiría igual que un pabilo.

Al final, las metáforas las carga el diablo. Narciso se ahoga en la fuente. «Espejo, espejito mágico…». Y a Blancanieves se la zampan los enanos. Zapatero se esfuma como el fantasma de un fantasma. Como un trasunto mínimo del minino de Cheshire que deambula desde la risa floja a la mueca pasmada: «He visto muchos gatos sin sonrisa, pero nunca vi una sonrisa sin gato». En medio de semejante gatuperio, lo que queda de España es la liturgia del «nonsense», es un tejer y destejer el manto de Penélope a beneficio de una horda de arrebatacapas. Es estar en las mismas que el aturdido personaje del reverendo Carroll: «Sabía quién era esta mañana, pero ahora, la verdad, no lo tengo muy claro. Resulta difícil conservar la identidad cuando se cambia tantas veces de tamaño». Habrá algunos, sin duda, que no se acaben de creer lo que está pasando. Pero creer en lo imposible —tal cual asegura, más allá del azogue, la gentil Reina Blanca— es sólo cuestión de práctica. «De joven yo entrenaba media hora diaria y antes de despachar el desayuno ya me había creído a pie juntillas media docena de imposibilidades».

¿Espejo roto? «Bien supo lo que se hizo / quien te echó donde te ves. /Señoras si aquesto propio / os llegare a suceder / arrojar la cara importa, / que el espejo no hay por qué», romanceaba la mujeruca quevedesca que tropezó en un muladar con el reflejo de su insignificancia. Hoy, la consigna es recoger y, en el espejismo del oasis, medran los usureros y los arrojados callan.

Con una apostilla a pie de artículo:

LA ESENCIA DEL ETNONACIONALISMO

El etnonacionalismo consiste en hacer de la necedad virtud, y en llamar a la reacción progreso, a la opresión liberación y a la taifa nación. La Cataluña política, hoy, es una jauría de zombis delirantes. Mal pronóstico para el futuro.