UN CONSEJO EN LA CHISTERA

Artículo de Tomás Cuesta  en “ABC” del 19 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El charlatán de La Moncloa no es sólo una figura bufa. Es el duro empeño de durar a costa de lo que sea, de quien sea

 

Todos mienten. No hay novedad en eso. La política es el arte de la mentira. Maquiavelo lo vio quintaesenciado en el gran Alejandro VI, que «jamás hizo otra cosa ni pensó en otra cosa que en engañar a los hombres, y siempre encontró el modo de hacerlo con éxito». Todos mienten. Claro que mienten. ¿Y qué otra cosa podrían hacer que no fuera mentir convincentemente? Miente Merkel, que conoce en qué abismo de ruina ha naufragado la incompetencia socialista española, pero que sabe también hasta qué punto dejar caer a esa gente arrastraría a la UE al fondo del desastre. Miente el director del Fondo Monetario Internacional, Strauss-Kahn, cuando alaba las medidas puestas en marcha por el Presidente de un país al cual él ha venido para ir preparando la inminente supervisión que convertirá a España —por fortuna para todos— en un protectorado franco- alemán…

Hay uno que no miente, sin embargo. Mentir es arte que exige un milimétrico conocimiento de la verdad que el engaño oculta. El único que no miente es el estólido sujeto para el cual ni hay criterio de verdad ni de mentira; lo que vale por decir que todo es verdad y todo mentira, conforme al antojo de cada jornada. Pascal escribió que la existencia de un sujeto que mintiera siempre daría un fantástico árbitro de conocimiento, un criterio infalible frente al cual contrastar nuestros enunciados. Zapatero es la antifigura postmoderna del mentiroso omnisciente de Pascal. Él jamás miente. Para mentir es necesario poseer un criterio de verdad que pueda ser violado. Él no tiene eso. Sencillamente se inventa a cada instante el criterio que mejor le encaje. Y ningún problema de incoherencia o contradicción puede planteársele nunca, porque cada criterio es igual de arbitrario que cuantos lo precedieron, e idéntico en fugacidad a los que lo irán siguiendo en el tiempo. Si alguien tiene paciencia y biblioteca, puede verlo escrito de su pluma en el Prólogo que escribió, en 2003, a un libro del entonces fiel Jordi Sevilla: «Ideología significa idea lógica y en política no hay ideas lógicas». Eso hace al Mr. Chance español hipérbole de una política postmoderna que ni siquiera es cínica en ningún sentido; es descerebrada, y, como tal, eficacísima. Hasta el delirio de dar sesudo consejo económico al premier británico Cameron. No es chiste, es la chistera de la cual, ya que no un conejo, siempre habrá algún consejo que extraer sonriente.

San Agustín antepone a cualquier otra perversidad la mentira que se ejerce sin función, por el placer puro de engañar; en ella cifran el Mal Las confesiones. El charlatán de La Moncloa no es sólo una figura bufa. Es el duro empeño de durar a costa de lo que sea, de quien sea: eso es el mal en política. Quienes lo dan por muerto, se equivocan. Está a punto de enterrar a los sindicatos. Va a blindarse en la retórica del respaldo europeo. Luego vendrá la de la paz en el País Vasco. Keynes ironizaba sobre los largos plazos en economía: a largo plazo…, todos muertos. Zapatero traslada eso a la política: cortoplacismo letal. Si llega hasta el otoño, todo será impredecible. Mala cosa es darlo por muerto. Hasta el rabo, todo es lobo. Y la sabiduría popular sostiene que el lobo pierde los dientes, pero no las mientes.