EL ESTATUT SÍ ES GOLPISMO
Artículo de Enrique de Diego en “El Semanal Digital” del 14.01.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.
14 de enero de 2006. Plantea la revista Época, a raíz de la polémica suscitada
por las atinadas declaraciones del teniente general Mena, quiénes son los
golpistas, porque, en realidad, el citado militar parece haber tenido la
manifiesta intención de defender la Constitución, de la que el artículo 8 forma
parte, e incluso la realidad histórica que conocemos como España, que, por
cierto, es preexistente a la Constitución, y por eso existe ésta y no al
contrario. Sin embargo, es muy clara la aviesa intención de Maragall, Carod y
los comunistas de acabar con la Constitución y con España, ensalzando, por
ejemplo, la realidad nacional occitana del valle de Arán. Porque Arán sí es
nación y España, no.
Aquí no hay cuestión militar, sino nacional, aunque tiene toda la lógica que los
militares pregunten por qué Patria han de estar dispuestos a morir, para no
devenir en meros mercenarios, cuestión que he explicado en mi crónica política
de la revista Época. El golpismo hoy está en el Estatuto. Se desarrolla como un
proceso, pero ha tenido éxitos notables como ser admitido a trámite. Ninguna
nación que pretenda sobrevivir debate si una parte del territorio es nación. Así
lo han entendido incluso en el grupo socialista, cuyas enmiendas están bien
orientadas, a la espera de los destrozos que monte en sus negociaciones
discretas el presidente por accidente.
Golpismo es tratar de hacer reformas constitucionales sin someterlas al refrendo
de la soberanía popular vía directa a través de referéndum. Y hablo de reformas
de manera impropia y como un eufemismo, porque se trata de ruptura, y de la peor
especie, de raíz. El objetivo es que no exista una Constitución para todos los
españoles porque se considera que no existe España. Este nihilismo patriótico se
vende desde La Moncloa con harapos relativistas y con una frivolidad que sólo se
consigue con mucho entrenamiento y muchas horas de tedio en el bar del Congreso.
Golpismo es que el Bloque Nacionalista Galego pida expansionarse por Castilla y
León y Asturias, o que el Camp Nou se ensalce el mapa de los países catalanes o
que el Gobierno vasco reclame Navarra. Todo esto es frívolo, por ser
caritativos. Todo esto es totalitario, por ser precisos. Todo esto es golpista,
por ser claros. Es ese golpismo que se alienta desde el Gobierno para mantener
la poltrona.
Diría algo de José Bono, pero no merece la pena. Es un patriota de baratillo. Un
demagogo que dependiendo de por dónde vaya el viento, él va. Mera coartada de
ese golpismo institucional.