¡EL SISTEMA ELECTORAL, ESTÚPIDO!

 

 

 Artículo de Enrique de Diego   en “El Semanal Digital” del 04.07.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

4 de julio de 2005.  Galicia ha confirmado por enésima vez que una de las claves –por no decir la clave– de nuestros males se encuentra en el sistema electoral. En la mezcla explosiva de la Ley d´Hondt y la circunscripción provincial. A ello hay que sumar las listas cerradas y bloqueadas para dibujar el panorama de una democracia muy deficitaria. Los efectos perversos del modelo están literalmente destruyendo a la nación, contra el criterio de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

La cuestión es que un partido minoritario, antisistema, con una política económica que añora los planes quinquenales y con marcado odio a España y todo lo español va a ser quien, en realidad, gobierne, a pesar de su descenso de votos y de diputados. La cuestión es que ese esquema, desde la periferia, ha ido ocupando el centro de la política, el gobierno de la nación (con perdón de Bobbio y de algún otro bobo). La cuestión es que la política ha degenerado en casta y ha extendido un clima de hooliganismo, en el que más que por racionalidad se funciona por sentimientos tribales y esquemas de enemigo.

Es el PP el que está más obligado a mover ficha en este campo, por instinto de supervivencia y por sentido de Estado, porque el PSOE se ha entregado a los nacionalistas como su caballo de Troya y ya ha anunciado que está bien dispuesto a entregarse a los terroristas. Es imprescindible abrir el debate sobre las listas abiertas y sobre auténticas correcciones al sistema proporcional en la línea alemana –con lista nacional complementaria en circunscripción única–, en la francesa –con doble vuelta– o yendo al sistema mayoritario, que tanta estabilidad ha dado a las democracias del mundo anglosajón.

El problema es que los partidos se han acomodado a su propia burocratización, a su modelo de empresas públicas jerarquizadas, y el dinamismo se muestra en pulsiones autodestructivas, y no en debates serios y de fondo, realmente constructivos y de perfeccionamiento de la democracia. Es alucinante, en ese sentido, la estupidez que lleva al ocultismo de esos problemas que trucan la realidad imponiendo la dictadura de las minorías. La democracia es el gobierno de la mayoría desde el respeto a las minorías –a los derechos de la persona–. Aquí hemos descubierto un modelo nuevo: es la minoría la que gobierna y tolera, cada vez de peor grado, a la mayoría. Ninguna nación puede sobrevivir con su Gobierno sostenido –chantajeado– por los separatistas. Despropósito y contradicción en los términos. Pulsión de suicidio colectivo.