VIENTOS DE FRONDA

Artículo de Álvaro Delgado-Gal  en Opinión de la COPE del 25 de abril de 2009

Lo esencial es que la izquierda prepare una alternativa al zapaterismo.


El miércoles Zapatero se vio obligado a comparecer en el Congreso. La impresión no ha sido buena, por decirlo suavemente. En el orden puramente técnico, se pudo percibir que este Gobierno tendrá que hacer encaje de bolillos para sacar adelante los presupuestos del próximo año. Pero estas penalidades son quizá menos importantes que el sentimiento creciente de que los españoles nos enfrentamos a una situación colectiva sumamente difícil. Y que parte de la dificultad… está constituida por la persona misma del presidente.

 
Zapatero intentó explicar el cambio de Gobierno invocando las novedades que ha traído la cumbre del G-20. Esto es grotesco. La entrada de González-Sinde, o el egreso de Bernat Soria no guardan, no pueden guardar relación alguna, con la crisis internacional. Por supuesto, Zapatero no dijo la verdad. Ahora bien, lo grave, de nuevo, no es esto. Lo grave es el tipo de triquiñuela con que se quiere dar gato por liebre al respetable. O se subestima al interlocutor, o no se sabe distinguir entre una tontería, y una astucia bien camuflada. Me inclino, personalmente, por la segunda hipótesis.
 
La clarísima incompetencia de este Ejecutivo, y en especial de su cabeza visible, ayuda a comprender hasta cierto punto el comportamiento del gobernador del Banco de España. Por supuesto, todo lo que ha dicho sobre las pensiones es verdad. Pero la cuestión no es sólo ésta, sino la más sibilina de por qué se ha metido a terciar en asuntos que no entran de modo directo en su jurisdicción. Una hipótesis plausible es que Miguel Ángel Fernández Ordóñez tiene interés en apartarse aparatosamente de los equipos económicos bajo el mando de José Luis Rodríguez Zapatero y salvar su buen nombre ante la historia. Otra, que la salida de Solbes no ha sido sólo un episodio, sino la primera nota de una sinfonía. El socialismo ilustrado, vinculado por lo general a etapas anteriores, ha empezado a rebelarse contra la versión sandunguera de la izquierda representada por el presidente, Leire Pajín, y compañía. La autonomía de que goza el Banco de España garantiza la permanencia de Fernández Ordóñez en el cargo durante un periodo superior a la duración de esta legislatura. Ello significa que Fernández Ordóñez podría convertirse en el banderín de enganche de otros disidentes. De momento, se ha sumado a la movida Jordi Sevilla, un ex ministro. El enrolamiento de socialistas alarmados por lo que está ocurriendo podría ir a más.

Se trata, naturalmente, de conjeturas. Probablemente, el castigo continuado de Mafo desde las filas gubernamentales empuje a éste a la circunspección. Pero las variables son muchas. Imaginemos que no se aquietan las aguas, y que un revés severo en las europeas, y el progreso de la crisis, precarizan aún más a ZP. Lo del Banco de España podría, entonces, superar el rasgo de anécdota para convertirse en el precipitante de una reacción en el interior del PSOE.

Si las cosas se arreglan, lo harán por ahí, punto arriba, punto abajo. Lo esencial es que la izquierda prepare una alternativa al zapaterismo antes de que se produzca la derrota electoral que no sabemos cuándo, pero quizá no dentro de mucho tiempo, aparte al presidente del poder. El dato habría de ser tenido muy en cuenta por la derecha. Una victoria del Partido Popular dentro de, pongamos, año y medio, es premisa necesaria del cambio, pero no bastará por sí sola a impulsar una política nueva, que es lo que España está necesitando con urgencia. Sólo a un botarate se le ocurriría pensar que el país se enderezará cuando gane el partido el equipo en que tiene depositada su devoción. O arriman el hombro los dos partidos a la vez, o la permutación de siglas no se traducirá en una mejora de la vida colectiva. Dos retos aguardan al líder del PP, Mariano Rajoy. Llevar su partido al poder, y saber abrirlo allende el perímetro de los intereses de secta. Las soluciones parciales serían pan para hoy, y hambre para mañana.

Álvaro Delgado-Gal es escritor.