UN PROYECTO NACIONAL PARA ESPAÑA
Artículo de “Defensa de la Nación Española” (DENAE) en “Libertad Digital”
del 03.05.07
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un muy breve comentario a pie de título:
ACUERDO TOTAL CON UNA ADICION:
Sería necesario añadir una modificación del sistema de distribución
de competencias en lo referente al urbanismo, pues la descentralización total
de esta competencia da lugar a un cáncer de corrupción que está minando el
sistema democrático y dañando irreversiblemente el medio ambiente.
Luis Bouza-Brey, 3-5-07, 22:00
Las elecciones francesas aceptan muchas interpretaciones, y más
aceptarán cuando se celebre la segunda vuelta, pero de momento hay una que nos
interesa especialmente y que de algún modo nos interpela, hoy, aquí, a
nosotros, españoles. Es la siguiente: las elecciones francesas han demostrado
que es posible vertebrar un discurso político de alto nivel tomando pie en una
idea muy nítida de la nación. Porque eso es, en última instancia, lo que
Sarkozy ha propuesto a los franceses: un mensaje de reafirmación en torno a la
nación, entendida como un proyecto de vida en común y como el escenario natural
de las virtudes cívicas. Digamos la palabra prohibida: patriotismo.
El recurso a la idea de nación es un motivo típico de la política
moderna francesa. Lo que necesariamente nos impresiona, visto desde aquí, es la
naturalidad con la que nuestros vecinos hablan de nación o de patriotismo,
mientras que en España son conceptos que se diría sólo permitidos para los
nacionalismos secesionistas, nunca tolerados para quien desee afirmar lo
nacional de España.
¿Qué hacer para que nuestros grandes partidos de ámbito estatal
sean capaces de ofrecer un proyecto de nación, una idea de España? ¿Cómo
empujarles a ello? La derecha, cuando gobernó, ofreció un proyecto basado ante
todo en la política económica, en una promesa de prosperidad general. Cumplió
su promesa, pero se dispararon todos los frentes de ruptura en el secesionismo
vasco, catalán y gallego, bien alimentados por un socialismo que vio ahí una
oportunidad táctica de primera magnitud. Hoy gobierna, en efecto, la izquierda,
y sus pactos de diverso alcance con las fuerzas secesionistas han llevado a
España a convertirse en una nación que quiere dejar de serlo. ¿Cómo no mirar
con cierta envidia a los franceses?
A nuestro país le está haciendo falta un proyecto nacional
consciente, sin complejos, sin miedo a decir su nombre; sin miedo a hablar de
unidad y de identidad, como ha propuesto Sarkozy a los franceses. Pero ese
proyecto nacional, que ha de ser la obra de ciudadanos conscientes, necesita
ante todo clarificar horizontes. Es prioritario cerrar el modelo de Estado,
para que nada vulnere su unidad. Es prioritario que se cumpla escrupulosamente
la ley en materias como, por ejemplo, el bilingüismo, para que ningún poder
local distorsione nuestra auténtica identidad. También es prioritario reformar
la ley electoral, de manera que el peso desmedido de unas pequeñas minorías
locales no pueda desvirtuar la democracia. Asimismo, es prioritario promover
grandes acuerdos para coordinar las políticas que hoy se hallan dispersas e
incluso enfrentadas en el Estado de las Autonomías (pensemos en el caso de
agua). Y sobre todo, porque todo va junto, es prioritario recuperar la
fortaleza moral del Estado frente al terrorismo, porque en ese lance se ventila
la dignidad de la nación.
Estas líneas argumentales, sobre el papel, podrían ser
abanderadas tanto por la derecha como por la izquierda: forman parte de los
objetivos naturales de cualquier nación democrática y moderna. Que en España
las hayamos perdido de vista es algo que sólo puede juzgarse como una
enfermedad de nuestra vida pública. Superarla es, tal vez, el proyecto nacional
más urgente.