LLEGAN LAS VACAS FLACAS
Artículo de Juan Manuel de Prada en “ABC” del 5-1-08
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
La consigna gubernamental es
aguantar el derrumbamiento de la economía hasta el mes de marzo con parches y
afeites, alargando un espejismo de prosperidad en el que ya sólo creen los
ilusos. Arden los teléfonos en los despachos de los grandes banqueros, de los
dirigentes de las empresas energéticas y las multinacionales petrolíferas: les
piden de rodillas que no suban el tipo de las hipotecas, les imponen una
congelación de las tarifas eléctricas, les ruegan que mantengan el precio del
petróleo, prometiéndoles a cambio todo tipo de compensaciones así que pasen las
elecciones.
Han rescatado el manual del buen intervencionista para maquillar los signos
evidentes de descomposición económica; y allá donde el intervencionismo no
alcanza, reparten limosnas a troche y moche. Anuncian que las subvenciones
oficiales para el alquiler de pisos podrán cobrarse en menos de quince días, una
celeridad que para sí querrían los agraciados en el sorteo de la lotería
nacional: todo sea por comprar cien mil votos in extremis, todo sea por
neutralizar el impacto que el ascenso del paro tendrá en sus previsiones
electorales.
Saben que si las elecciones fuesen medio año más tarde las tendrían perdidas;
pero las elecciones serán en apenas un par de meses, y aún es posible contener o
diferir los efectos de una crisis que, según suele ocurrir en los ciclos
económicos, durará dos o tres años: lo justo para concurrir en otra contienda
electoral con expectativas de mantenerse aferrados a la poltrona. Saben también
que, a cada día que pasa, las requebrajaduras y signos de derrumbe son más
evidentes, pero confían que la embriaguez de la prosperidad dure hasta marzo. Lo
tienen complicado, porque ahora llega la cuesta de enero; pero los borrachos,
antes de sentir las bascas de la resaca, duermen plácidamente la mona. Y creen
que la inercia de la prosperidad mantendrá en un estado de somnolencia
abotargada a quienes mañana despertarán atacados por la náusea. Son dos
mesecitos de nada; y el tiempo es para los borrachos y los ahítos una sustancia
pastosa e indistinta: con un poco de suerte, se mantendrán amodorrados hasta que
las vacas flacas entren en su alcoba, haciendo sonar las esquilas de la alarma.
En su contra juegan la inflación galopante, el parón de la productividad, el
aumento de los desempleados; pero a su favor cuentan con la maquinaria de la
propaganda. ¿Que la economía se desinfla a marchas forzadas? Pues se dedican a
repartirle leña a la Iglesia, que es pasatiempo que siempre ha enardecido los
atavismos hispánicos. Pan y circo es la fórmula infalible para mantener
idiotizada a la pobre gente; y cuando el pan empieza a escasear lo que debe
hacerse es duplicar, o centuplicar, la ración de circo: se echa a los curas a
los leones y santas pascuas. Quizá la cesta de la compra esté cada vez más cara,
pero la carne de cura está tirada de precio; así que hay que explotar el filón.
Cada pueblo tiene los gobernantes que se merece; y, desde luego, el pueblo
español se merece que los socialistas sigan gobernándolo otros cuatro años. Que
ahora, en vísperas de las elecciones, la crisis económica se convierta en la
única esperanza de su fracaso nos confirma este aserto. Un pueblo capaz de
vender su primogenitura por un plato de lentejas merece quedarse sin
primogenitura y sin plato de lentejas. Y el pueblo español ha transigido con
todo, con tal de seguir metiendo la cuchara en el plato de lentejas de la
prosperidad económica: ha transigido con la descomposición del tejido nacional,
ha transigido con la ignominia de la negociación con una banda de criminales, ha
transigido con la irresponsabilidad de unos gobernantes empeñados en resucitar
los fantasmas del cainismo. Un pueblo capaz de transigir con tanta podredumbre
es un pueblo despojado de fibra moral, reducido a pura animalidad invertebrada;
y ya se sabe que a los animales basta con aprovisionarles el pesebre para
tenerlos satisfechos.
Ahora parece que la provisión del pesebre no está asegurada. Y la consigna
gubernamental es mantener el espejismo durante dos mesecitos de nada. De los
yerros y dislates pasados no hay que preocuparse, porque los pueblos sin
dignidad sólo miran por su estómago."
Juan Manuel de Prada
ABC