SABIO E ILUMINADO

 

 Artículo de Juan Manuel de Prada  en “ABC” del 11.03.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

En un muy interesante dossier publicado por el semanario «Alfa y Omega», que distribuye este periódico, leíamos el pasado jueves una entrevista de Juan Luis Vázquez a Mansur Escudero, dirigente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas y antiguo secretario general de la Comisión Islámica de España, en la que se nos ofrecían detalles muy reveladores sobre el salafismo o «wahabbi», corriente musulmana cada vez más extendida en nuestro país y sufragada por el gobierno de Arabia Saudí. Escudero define el salafismo como «una expresión fundamentalista del Islam», caracterizada por «la restricción de los derechos fundamentales» -así, por ejemplo, limita la intervención de la mujer en la política- y por un cierta megalomanía arquitectónica que se plasma en la construcción de ostentosas mezquitas. Desde Arabia Saudí -prosigue Escudero- se han financiado algunas de las mezquitas más faraónicas de España, entre las que merecen destacarse la de Marbella y la madrileña de la M-30. El imán de esta última, Moneir Mahoud, ha sido nombrado por la Comisión Islámica de España gran muftí, esto es, la máxima autoridad judicial entre los musulmanes residentes en nuestro país; sus decisiones o fatwas, nacidas de una recta interpretación del Islam, poseen rango de ley. La Comisión que ha elegido para tan alto cargo a Mahoud, prosigue Escudero, es la misma que desautorizó una fatwa evacuada por la directiva saliente, en la que se declaraba a Osama Bin Laden «fuera del Islam», por defender -y ejecutar- el asesinato de inocentes a través de la organización Al Qaeda. Escudero, en fin, nos recuerda que «Al Qaeda es una organización de inspiración ideológica wahabbi, que procede de Arabia Saudí»; y aunque puntualiza que existen otras organizaciones que, inspiradas por una ideología wahabbi, sin embargo no preconizan la violencia, concluye la entrevista afirmando que la nueva junta directiva de la Comisión Islámica de España se sitúa «en una vertiente fronteriza con el fundamentalismo».

Aceptando que al entrevistado Mansur Escudero pueda ofuscarlo cierto despecho o resentimiento tras haber sido desalojado de la Comisión Islámica, sus declaraciones nos infunden desasosiego. El interés de los gobernantes sauditas en propagar la doctrina salafista parece incontestable; también la saña con que persiguen el ejercicio de la libertad religiosa en su país. El desasosiego se adorna con sus ribetes de pavor cuando recordamos que esos mismos gobernantes sauditas han mantenido o mantienen turbias relaciones con la familia de Osama bin Laden. Pero este desasosiego entreverado de pavor se hace más nítido y opresivo cuando leemos unas declaraciones recientes del salafista Moneir Mahoud, el imán de la mezquita de la M-30 (entre cuyos feligreses se contaba, por cierto, el celebérrimo «Tunecino» que inspiró la hecatombe del 11-M), encumbrado recientemente a la dignidad de gran muftí por la misma Comisión que desautorizó la mencionada fatwa en la que se «excomulgaba» a Bin Laden. El salafista Mahoud, además de ensartar las consabidas obviedades a las que suelen acogerse los partidarios del bizantinismo -que si el terrorismo es un producto de la injusticia, la pobreza y el racismo; que si se deben potenciar los encuentros interculturales para atajarlo; que si conviene cuidar el lenguaje en los medios de comunicación, etcétera-, ha ensayado un panegírico de Zapatero, tan sincero y sonrojante que sólo admite una lectura socarrona. Concretamente, ha afirmado que nuestro presidente «es un hombre cuya sabiduría palpamos a través de su política», con un pensamiento «iluminado» que invita al diálogo.

No creo que haga falta glosar tan fervoroso ditirambo. Hay elogios que matan (a su destinatario). Y que estremecen a quien los lee o escucha.