ENTREVISTA A  ROSA DÍEZ

 

Por Blanca Torquemada. Foto: Jaime García. Madrid  en “ABC” del 01.09.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web.

 

«Zapatero ha cambiado el rumbo hacia un Estado confederal sin contar con los ciudadanos ni con el PSOE»

 

Conserva intacto el empuje y se muestra serena -radiante, casi- a pesar de la intensa carga emocional de estos últimos días, en los que la primicia publicada por ABC sobre su «salto» al proyecto político auspiciado por la plataforma «Basta Ya» ha trastocado, según admite, los tiempos que se había fijado para hacer público este cambio de «equipo», que no de rumbo.

 

-¿En qué se ha convertido en esta última legislatura el Partido Socialista para que usted lo abandone después de treinta años?

 

-No quiero calificar en qué se puede haber convertido, cada uno puede juzgar. Simplemente, me voy cuando veo que para defender las ideas en las que creo, que en lo sustancial superan las siglas, ya no es útil ni eficaz permanecer en el PSOE. En el PSOE nunca se ha planteado en los últimos tres años cambiar la política antiterrorista o el modelo de Estado. Esta Ejecutiva no ha ido nunca a un Comité Federal a decir «vamos a cambiar las alianzas para la política antiterrorista porque vamos a hacer otra política distinta». No. Ha mantenido el discurso de que hacía la misma. Muchos dirigentes del PSOE en privado se han quejado de esto mismo.

 

-¿Y por qué no han salido a la palestra?

 

-Eso habría que preguntárselo a ellos.

 

-En alguna ocasión ha dicho usted que ningún secretario general del PSOE, ni siquiera Felipe González, ha tenido jamás tanto poder en el partido como el que ahora ejerce Rodríguez Zapatero...

 

-Por supuesto. Pero no es sólo que lo opine yo, el propio Felipe González lo ha comentado y hay hemeroteca sobre ello.

 

-¿Y cómo se ha llegado a ese punto?

 

-No lo sé, sería muy complejo explicarlo. Lo único que sí es cierto y es indiscutible es que éste es el único periodo del Partido Socialista Obrero Español en el que no hay corrientes, ni organizadas ni no organizadas pero conocidas. ¿Significa eso que el cien por cien de los militantes están de acuerdo en todo? Hombre, eso sería un empobrecimiento.

 

-¿Cuándo decide usted que se va del PSOE?

 

-Este verano, por la actitud del partido tras las municipales y tras el fracaso del «proceso» de negociación con ETA. Después de las elecciones vi cómo se alzaban las voces para pedir cabezas porque en Madrid se habían perdido tres concejales cuando previamente no se había oído absolutamente nada en lo referido al Estatuto de Cataluña, la excarcelación de De Juana o la vuelta de ETA a las instituciones. No ha habido ninguna capacidad de reacción en los debates políticos de calado. Hoy los demócratas estamos mucho más débiles y los terroristas más fuertes, y esto no ha ocurrido por circunstancias sobrevenidas que no hayamos podido controlar, sino por una apuesta política equivocada y tomada autónomamente.

 

-¿En qué momento perdió usted, si es que alguna vez la tuvo, la confianza en José Luis Rodríguez Zapatero?

 

-El presidente tiene mi confianza en lo personal, pero confianza no significa obediencia. Le supongo las mejores intenciones, y si hubiera acertado en el camino emprendido en ese «proceso» yo habría sido la primera en reconocer que estaba equivocada. Pero el tiempo me da la razón y no ha habido absolutamente ninguna autocrítica en la actual dirección. Se ha dicho una cosa y se ha hecho la contraria. Zapatero ha optado por un modelo de Estado confederal que no se les había planteado a los ciudadanos en el programa electoral, que no hemos votado en el partido y que es inviable.

 

-¿Por qué se embarca en la aventura de «Basta Ya»?

 

-Me ha convencido lo sustancial de su planteamiento de por qué hace falta en España un partido político que sustente esas cosas que yo he defendido desde el PSOE y otros desde el liberalismo político o desde las ideas conservadoras. Me refiero a las cuestiones que requieren un pacto de Estado, como la política antiterrorista, el modelo territorial o la política exterior. La plataforma propone un partido inequívocamente nacional, que defienda el mismo proyecto para toda España, que sea capaz de plantear una reforma de la Constitución para garantizar más libertad y más igualdad para el conjunto de los ciudadanos. La gente no está preocupada por la reforma de la Constitución, pero sí por un modelo de Estado que cada vez resulta más inviable y que, de profundizarse en la línea emprendida por el Estatuto de Cataluña, llevaría a una mayor desigualdad entre los ciudadanos. Y en vista de que el Partido Socialista ha renunciado a un proyecto común y de que el Partido Popular demuestra en la práctica que tiene demasiadas hipotecas en sus propios liderazgos regionales, es necesario un partido nacional que plantee un debate sobre el modelo de Estado y sobre la regeneración democrática y una reforma electoral que fomente la igualdad de los ciudadanos en el peso de su voto para que vayamos a la proporcionalidad real. Hay que evitar que un partido que tiene quinientos mil votos en la única comunidad autónoma donde se presenta tenga más influencia en la política nacional que uno que tiene dos millones de votos en toda España, porque eso distorsiona la voluntad de los ciudadanos. No se trata de hacer una reforma electoral para echar a los nacionalistas, sino para que el voto de todos los ciudadanos se equipare.

 

-Ese discurso, en todo caso, está mucho más cerca del Partido Popular que de los socialistas.

 

-De momento, nuestro discurso como partido no existe. Cuando lo hagamos, espero que se juzgue el discurso y no si está más cerca de uno o de otro. Rechazo esta manía que existe en España de pensar que los votos son de alguien y que un nuevo partido quita a otro, como si los ciudadanos no tuvieran libre albedrío.

 

-En política parece inevitable plantearlo así...

 

-Es evitable. Todos los partidos tienen un suelo electoral, pero ese suelo supone el 30 por ciento de los votos de unas elecciones. Luego hay en España, como en el resto de Europa, un 50 por ciento de gente que no vota a nadie.

 

-O sea, que van a apelar ustedes a los desafectos de la política, a la abstención.

 

-No, vamos a apelar a que nos voten en función de lo que nosotros defendemos. El debate que se ha generado alrededor de la creación del nuevo partido demuestra hasta qué punto hace falta en España un proyecto que apueste por la regeneración democrática. Esto lo van a decir los ciudadanos. ¿Por qué le vas a negar a la gente su derecho a creer que hay un espacio que no ocupa nadie y para el que hay una demanda? De ese 50 por ciento de votantes que se queda en casa, sólo un 30 corresponde al abstencionismo natural. Por tanto, hay un 20 por ciento que se puede movilizar. Y, además, si se gana, se gana, y si no, no se renuncia a lo sustancial por la necesidad de pactar con otro. Eso es engañar a los ciudadanos.

 

-¿Qué le parece la cuestión navarra y el cambio de criterio dictado por la dirección socialista, impidiendo ahora el pacto con Nafarroa Bai?

 

-Yo creo que ha cambiado de táctica, que no de estrategia, porque la demoscopia indicaba que la otra táctica era suicida ante unas elecciones. Es evidente que el PSOE optó por hacer el acuerdo con Nafarroa Bai en un Comité Federal, o sea que no fue cosa de dos del Partido Socialista de Navarra. También el PSOE tiene ahora un comportamiento interno de estructura cuasi confederal, no en el discurso, pero sí en los hechos, como lo demuestra el Estatuto de Cataluña y esa relación de bilateralidad que establece con el Estado. Eso no está en la Constitución. Así, mientras el Partido Socialista ha tomado un rumbo que obedece a una decisión previa por el que pacta con quien sea y donde sea (aunque no lo asumen públicamente y siempre negarán la mayor), el Partido Popular está en desacuerdo con eso, pero a la hora de la verdad se comporta como si así fuera, salvo en la política antiterrorista. Pone en marcha reformas estatutarias en Valencia sin necesidad objetiva, o entra al trapo en Baleares y Andalucía. Ahora dice que si gana las elecciones pactará con CiU o con el PNV. Ni el PSOE ni el PP, el uno porque ha renunciado y el otro porque no se atreve, se comportan hoy como partidos de Estado.

 

-¿Qué pasará con la fusión con Ciudadanos? Parece que había un gran entusiasmo inicial en aunar esfuerzos y que ahora se ha enfriado.

 

-En España hay mucha gente que vio el nacimiento de Ciudadanos de Cataluña con una expectativa muy positiva y que coincide con otras personas que ahora ven este nuevo partido con la misma expectativa positiva. Pero Ciudadanos es ya un partido político que tiene su propia autonomía. La Plataforma Pro, cuando cree el suyo, seguro que tenderá a hablar con Ciudadanos. Pero si pensara que Ciudadanos es su partido, no promovería otro.

 

-¿Alguna vez se ha planteado que quizá debería haber dejado antes el Parlamento Europeo?

 

-No, cuando he decidido irme del PSOE he decidido dejar el escaño. Lo que no me he planteado nunca es irme del partido y quedarme con el acta de diputada. Va unido. No va unido por ley, pero sí en conciencia.

 

-¿Cuándo envió a Rodríguez Zapatero la carta de baja en el PSOE?

 

-El mismo día en que ABC publicó la noticia. Mi decisión estaba tomada, pero su salida a la luz pública me obligó a adelantar la rueda de prensa que tenía prevista para el 6 de septiembre.

 

-En campaña algunos le reprocharán inevitablemente los años en los que fue consejera en un Gobierno vasco de coalición con el PNV.

 

-El PSOE hizo gobiernos de coalición en el pasado en el País Vasco obedeciendo a una apuesta de Estado. Ya sabíamos que al PSE le iba a penalizar electoralmente, como así ocurrió, pues entramos con 19 diputados y terminamos con 12. El objetivo era constitucionalizar al nacionalismo vasco. Fue un objetivo correcto, y también lo creyó la derecha. Nadie criticó aquellos gobiernos, que nos hicieron comprender que al PNV sólo le constitucionalizará ir a la oposición. Para llegar a determinadas conclusiones, tienes que hacer el recorrido.

 

-¿No estamos otra vez en el mismo punto con la aparición de la figura «moderada» de Josu Jon Imaz?

 

-Sería absurdo perseverar en el error de algo ya probado.