MÁS NECESARIOS QUE NUNCA.

Artículo de Rosa Díez en su blog de “¡Basta Ya!” del 09 de junio de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

El sábado, en plena plaza pública del centro de San Sebastián, nos juntamos dos centenares largos de amigos para celebrar el primer aniversario del embrión de los que sería Unión Progreso y Democracia. La verdad es que el acto me recordó aquellos momentos del inicio de Basta Ya, cuando unos pocos, llenos de alegría y convicciones, decidimos que había que salir a la calle para reencontrarnos, para respirar libertad, para sentirnos mayoría. 

Fue un hermoso acto. Un acto político inusual, en el que repasamos las cosas que habíamos venido haciendo, cómo las hacíamos, cómo formábamos opinión antes de cada pleno del Parlamento, cómo nos comportábamos ante las posiciones de los otros, cómo nos recibía la gente por la calle, cómo y cuanto se alegraban de vernos muchos ciudadanos que ni siquiera nos habían votado.

Me encantó compartir con mis compañeros y amigos venidos de toda España (allí había amigos de Cataluña, de Asturias, de Cantabria, de Badajoz, de Burgos, de Soria, de Alicante, de Madrid, de Sevilla...) las reacciones de la gente en la calle; la alegría con la que se dirigen a mí, los ánimos que me dan, sus confidencias: "No está usted sola"; "mi mujer la votó, yo no me atreví..."; le juro que la próxima la voto"; "no cambie usted, siga hablando claro"; "usted me sacó a votar, hacía años que no creía en la política"; "cómo me gusta lo que hacen..."; "¿Puedo darle un beso?".

No es normal que la gente se acerque a los políticos para mostrarles su alegría y su complicidad; mucho menos cuando el político de turno --en este caso yo-- es el único representante en el Parlamento de esa formación política. No hay cálculo posible ninguno en las palabras y los gestos de afecto que nos brindan; sólo es complicidad de la buena, empatía, sentido de la representación. Es lo más bonito de la política, lo que hace que realmente merezca la pena: encontrar en la calle a personas cuyo nombre no conoces, que a lo mejor no les vas a volver a ver en tu vida, que te digan de una u otra manera, que se sienten representados por lo que hacemos, que sienten que somos su voz, sus ojos...

Me gustó poder explicar que la gente agradece nuestra actitud no sectaria con la política; que agradece que escuchemos a los demás, que observemos las propuestas de los otros libres de prejuicios, libres de complejos. Que hayamos puesto en práctica lo que prometimos durante la campaña: llevar a la Cámara las propuestas de nuestro programa electoral (modificación de la Ley Electoral, iniciativas para garantizar la independencia del poder judicial, iniciativas para garantizar la no discriminación por motivos lingüísticos, denuncias sobre la opacidad del sistema, fortalecimiento del papel de los profesores en el espacio educativos, reformas sobre política hidráulica para que el estado recupere la competencia plena en esa materia...); y escuchar las de los demás tan libres de prejuicios como de complejos. Analizar las iniciativas y sus consecuencias, sin pensar en quien las propone. Y actuar en consecuencia: si nos parecen positivas para el progreso y el desarrollo de las personas y del país, pues las apoyamos. Y si nos parecen negativas, pues las rechazamos. Y nunca pensamos quien las ha propuesto.

La celebración nos sirvió también para confirmar el acierto de nuestra decisión de poner en marcha un partido nuevo que tenga como objetivo la defensa del estado ( o sea, de la igualdad de todos los españoles ante la ley)  y que sea capaz de que se puede hacer política de otra manera. Hace un año era necesario; hoy es imprescindible. Porque al abandono del PSOE de su responsabilidad de comportarse como un partido nacional se ha sumado la posición del PP, decidido a copiar lo peor del zapaterismo (que no del socialismo), aquello que nos ha llevado en los últimos años a la construcción de un país confederal de facto e inviable desde el punto de vista de la solidaridad, la igualdad y la competitividad. Es tremendo que cuando se ha visto con toda claridad a donde nos lleva la aventura revisionista de nuestra transición en la que se ha embarcado Zapatero, el otro partido nacional decida copiar lo peor de aquel al que aspira a sustituir en el poder. Lo que nos lleva a concluir que hoy es más necesario que nunca en España un partido que defienda la unidad de la nación española, único instrumento para garantizar la cohesión y la igualdad. Porque España podrá cambiar de modelo territorial, podremos ser lo que queramos: una confederación, un estado Federal simétrico (no asimétrico de facto, como ahora), un estado centralista, una república... Lo que queramos; pero lo tendremos que decidir entre todos; no lo podrán decidir Zapatero con Montilla, Artur Mas, Ibarretxe o quien sea en la Moncloa. Pues eso que parecía tan claro cuando nos presentamos a las elecciones, eso que sostenía ( de manera más confusa, pero también) el Partido Popular, ahora sólo lo defendemos nosotros, los de Unión Progreso y Democracia. Pero España sigue necesitando de un partido que defienda estos valores constitucionales, estos principios democráticos que, por decirlo de manera coloquial, son de primero de EGB.

Es curioso que tengamos en Euskadi y en España dos gobiernos y dos oposiciones tan parecidos en el fondo. Dos gobiernos ensimismados en lo suyo (en sus cálculos partidarios)  y que actúan con plena irresponsabilidad respecto de lo que es su obligación como responsables públicos. Porque sólo como irresponsable se puede calificar  la ocurrencia de Rodríguez Zapatero de recomendar paciencia ante la grave crisis económica. O de negar la existencia de la misma. Tenemos en España un gobierno empecinado en gobernar (con minúsculas y entre comillas) contra la evidencia, contra la realidad. Un gobierno que niega la discriminación que sufren miles de familias que no pueden escolarizar a sus hijos en la lengua castellana, o que se ven discriminados cuando quieren acceder a una plaza de la administración pública para  la que se exige una puntuación abusiva de la lengua cooficial sin que esté justificado para el normal desarrollo de la función. Un gobierno que se preocupa por la justicia sólo desde la perspectiva del reparto de poder en los más altos tribunales. Un gobierno que se dedica a dar "buenas noticias", aunque las noticias sean falsas y lo sepan. Un gobierno que cree que puede sostener la ficción de que ETA está más débil que nunca, mientras permite que  los filoetarras se mantengan en las instituciones democráticas, percibiendo recursos económicos e información que utilizan para perseguir a los demócratas.  Y frente a ese gobierno, una oposición que quiere mimetizarse con esa forma de gobernar que ha permitido al PSOE conseguir y mantener el poder. Una oposición que --con todo respeto lo digo--parece más empeñada en conseguir el poder como sea que en defender un modelo de país solidario, viable y sostenible. Y una nación de ciudadanos libres e iguales, que es la única manera de garantizarlo.

Y en Euskadi, lo mismo. Un gobierno nacionalista empeñado en plantear un reto al Estado, un reto democrático en forma de referéndum. Pero, sobre todo, empeñado en hacer política pensando en los objetivos de los nacionalistas y no en las necesidades de los ciudadanos. Y una oposición (aquí el PSE) empeñada también en mimetizarse con los que llevan toda la vida gobernando en Euskadi. Una oposición socialista que  incorpora a su discurso los mismos objetivos que los nacionalistas: más autogobierno. Como  si el problema de los ciudadanos vascos fuera la ausencia de autonomía y no la falta de libertad. ¿Donde está escrito que la máxima autonomía es la óptima autonomía? ¿Por qué no releen la magnífica conferencia de  José Ramón Recalde, propuesto por el Presidente del Gobierno para ser miembro del Consejo de Estado, en la que desarrollaba esos conceptos? Además ya es hora de que alguien diga que en la Constitución del 78 no cabe más autonomía para el país Vasco. Y que incluso parte de su desarrollo (como el cálculo del Cupo Vasco) va en contra de un principio constitucional cual es la igualdad.

En fin, que celebramos un año de nuestro nacimiento convencidos de que, si antes era necesario  crear un  partido nuevo progresista y transversal, de españoles sin complejos, ahora es imprescindible.  Este niño ha aprendido a andar; y apunta maneras.