EL REPARTO DE TAREAS.

Artículo de Rosa Díez en su blog de “¡Basta Ya!” del 06 de julio de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Con un muy breve comentario al final:

LAS SUYAS Y LAS NUESTRAS

Luis Bouza-Brey, (6-7-08, 7:30)

Los que que nos quieren imponer el nacionalismo obligatorio nunca han necesitado de leyes sobre la conciliación de tareas. Ellos han hecho, desde siempre, una exquisita distribución de funciones y de espacios. La estrategia --la imposición del modelo nacionalista y la destrucción de las sociedades plurales y libres-- ha sido seguida con ahínco y sin ningún tipo de duda por los unos y por los otros. Ya estuvieran en las instituciones democráticas y recorriendo el país en coche oficial, ya en las "mugas", en los montes o en las cárceles, unos y  otros han venido cumpliendo a la perfección con la parte de la tarea que les era asignada.

Fue Arzalluz el que habló de la recogida de las nueces. Pero, aunque nadie lo haya explicitado con tal claridad, el reparto de tareas ha sido una constante en la trayectoria del nacionalismo en España. Resulta más llamativo, más nauseabundo, cuando hay terrorismo; pero es igualmente atentatorio contra las libertades en cualquiera de las Comunidades Autónomas en las que existe el nacionalismo institucional que asfixia nuestras libertades aunque no haya pistoleros que les allanen el camino. Que duda cabe que  no es igual de dramático discriminar a los ciudadanos por motivos lingüísticos --tanto para acceder a un puesto de la administración que no precise del conocimiento de la lengua cooficial o impedir que los padres puedan escolarizar a sus hijos en la lengua castellana-- en Galicia o en Baleares como hacerlo en Euskadi. Pero es igual de atentatorio contra las libertades individuales y el progreso colectivo.

El hecho es que si todo puede empeorar, lo normal es que empeore. Y eso es lo que está ocurriendo con la respuesta irresponsable que se ha provocado desde el poder instituido contra el Manifiesto en defensa de la lengua común. El PSOE y el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero  ya han lanzado la consigna desde sus medios de opinión y los nacionalistas institucionales --tanto en el País Vasco como en Cataluña-- no le han ido a la zaga. Se trata de sostener la discriminación --negándola-- por encima de todo; se trata  de cambiar el lenguaje hasta hacer que parezca radical quien defiende lo común, lo que es de todos, lo que es un instrumento de progreso para los ciudadanos y para el país. Se trata de sacar a pasear los viejos fantasmas, de negar la posibilidad de que los ciudadanos tengan derecho a elegir; se trata de de negar la evidencia de que hoy no es así. En suma: se trata de hacer lo que José Luís Rodríguez Zapatero ha hecho --con notable éxito--a lo largo de los últimos cuatro años: pervertir el lenguaje para pervertir la política.

Claro, unos ponen en juego la difamación y el insulto y otros ponen la diana. Es lo que pasa siempre: que en el reparto de tareas cada cual juega sus cartas. Pero, ¿que le importa eso a quien sólo está preocupado por lo suyo, por su chiringuito feudal o  por mantener al señor de turno en su feudo para garantizarse el apoyo en lo que queda del estado?

Bueno, pues a ellos, a los que nos gobiernan, a los que siembran odio y descalificaciones sobre todos aquellos colectivos o personas a las que no pueden controlar, no les importará; pero a nosotros sí. Y aunque los que encienden la mecha del odio quieran relativizarlo y dedicarse a sus negocios, --a sus congresos, a sus publicidades de la Sra. Rushmore o a colocar en Petronor a los que vuelven del exilio norteamericano--, nosotros no nos vamos a callar. Y vamos a distribuir responsabilidades políticas entre todos los que se distribuyen la tarea del odio y del aniquilamiento --político o físico-- del adversario, del disidente. Y vamos a denunciar la infamia. Y la hipocresía.

Es Montilla--todo un Presidente-- quien llama "pirómanos" a quienes defendemos el derecho a usar la lengua común en nuestras relaciones con la administración  y el derecho a elegir en qué lengua oficial educamos a nuestros hijos. Y son los maulets los que llaman a boicotear la recogida de firmas en las calles de Cataluña y ponen en sus paginas webs (por cierto, ¿alguien sabe si es cierto que están subvencionadas por la administración?) la cara más visible de UPyD con un tiro en la frente.  Por no hablar de Anasagasti y sus insultos; que, por cierto, es para mí un honor merecer esa reacción de tal personaje.

Lo dicho: reparto de tareas. Conciliación en grado sumo. Pues no nos vamos a callar. Vamos a seguir adelante con nuestra tarea política; y vamos a denunciar esta connivencia entre los nacionalistas institucionales y los nacionalistas liquidadores. Que lo tengan claro. Ni terrorismo, ni nacionalismo obligatorio. Siempre nos tendrán en frente.

 

Muy breve comentario final:

LAS SUYAS Y LAS NUESTRAS

Luis Bouza-Brey, (6-7-08, 7:30)

 

Cada vez confirmo con más certeza lo que hay que hacer: ellos tienen sus tareas y los demócratas las nuestras.

 Ellos se reparten las tareas de destrucción de la democracia, la libertad, la igualdad y el progreso, para conducir al país a un reino de taifas anacrónico, antiliberal y reaccionario, al que los enanos nacionalistas van sumando con precisión milimétrica a su labor de zapa a traidores,  cobardes y dóciles.

Nosotros, los que defendemos la democracia, tenemos que cumplir las tareas contrapuestas. La de resistir al nacionalismo obligatorio y excluyente; la de definir con rotundidad el reaccionarismo miope, incapaz de elevar la vista más allá del propio ombligo soberanista; y la de desenmascarar la estafa “progre” de transformar las herramientas partidarias populares en agencias de colocación sectarias: en canales de promoción para los amigos de vender al mejor postor los principios marxistas ---al modo de Groucho, no de Karl---, mediante la mentira, la demagogia y el aborregamiento popular.

La alternativa a todo este proceso degenerativo y corruptor es la rebelión ciudadana y democrática, la unión en defensa de los valores y principios constitucionales de libertad, igualdad, solidaridad y pluralismo político.